trilogía traidora


No se trata simplemente de revisitar los tres primeros discos de Los Traidores, se trata de mí, y de varios de mis amigos y amigas del ochentaysiete. Ellos sabrán entender. El punk, el mismísimo punk montevideano, en tres cancioneros que cuando los volvés a escuchar, uno atrás del otro, se te pone la piel de gallina, te dan ganas de salir a caminar, a patear las calles de la ciudad, a bailar una profunda medianoche.

Sesión treinta: "Montevideo agoniza" (Los Traidores). "En cualquier parte del mundo" (Los Traidores). "Traidores" (Los Traidores) y ciertos demos que se pueden escuchar en Youtube.

- ¿Cómo te fue en el ensayo? ¿Sacaste alguna foto? ¿Pudiste hablar con ellos? ¿En qué andan? ¿Cuánto hacía que Juan Casanova y Víctor Nattero no se veían con Pablo Dana? ¿Por qué siempre están volviendo?
- Pará, pará. No sé si puedo responder una sola de esas preguntas. Llegué sobre el final del ensayo, el último antes del primero de los shows en Bluzz. Repasaron un par de temas que no terminaban de salir. Y después se pusieron a tocar de memoria cosas de los Clash. "London Calling". Es más que un himno. Hay amor incondicional entre Traidores y Clash. Vienen de ahí. De ese maravilloso disco que seguro escucharon mil quinientas veces. Las guitarras de Víctor salen de memoria. El bajo de Pato encuentra bien rápido el tono. La batería del Mono encara con precisión cada corte, cada cambio de ritmo. Como si fueran del mismo repertorio que acaban de terminar de ensayar. Cuando se cansaron, metieron la intro de "Personal Jesus", de los Depeche Mode, que si Juancito se aprende la letra puede llegar a ser una versión extraña y demoledora, como indica la cara del Mono, en la bata, con ganas de tocar algo así de tremendo. Y después, pasó lo que tenía que pasar.
- No entiendo.
- Una entrevista fallida. Los músicos estaban cansados. El cantante hacía bromas sobre equipos que nunca cargó ni cargará. El ambiente se empezó a cargar con chanzas pesadas. Los entiendo. Son treinta años de navegar en uno de los viajes más erráticos de la música montevideana: el viaje de Los Traidores, una pandilla de adolescentes, de clase media, a medio camino entre el lumpen y la militancia anarquista, las ratas del liceo 30, atrás del cementerio del Buceo, un disco genial, único, el "Montevideo agoniza", las canciones prohibidas, las caminatas por el Cordón, la esquina de Rivera y Paullier, una buena cantidad de momentos punk, peleas, excesos, alcohol, drogas, más peleas, nuevos discos, nuevas drogas, eternos retornos, la banda que no para de volver, una y otra vez, teatros nocturnos, nuevos integrantes, más y más retornos, y ahora, más cerca en el tiempo, la muerte de Alejandro, el primer batero, la vuelta de Pato después de una vida viviendo en México, el reencuentro, las ganas de volver al ochentaysiete, y volver a tocar juntos, como me dice Juan cuando lo llevo en el auto del ensayo al Cordón Soho, domingo de noche, lloviendo sin parar, porque desde hace tres días que llueve y sigue lloviendo, ahora mismo, porque si vuelven Los Traidores es necesario que llueva.
- Y te quedaste hablando con Casanova...
- Sí, nada importante. Es que no hay mucho que decir. Estamos todos más o menos arruinados. Cada uno hizo su vida y no hay proyectos en común. Me refiero a los que compartimos generación, los que fuimos niños en la maldita dictadura y nos conocíamos de los pogos de Los Traidores, o de Los Estómagos, o de los Cadáveres Ilustres. Todos tenemos un amigo enterrado, varios que se fueron a España, otros tantos quemados, pirados, y hasta algunos que vendieron lo poco que tenían de buena gente, y hoy son gerentes, o chupapijas, o lo que hayan conseguido para sobrevivir. La última vez que pasó algo grande, me dice Juan, fue en el reviente de Juntacadáveres, en los primeros años noventa, y me dice, y le creo, que cada vez que canta "Teatros nocturnos" se acuerda de Anita Blankleider, de las funcioes de "A la cama con Ana", o de la "Cervezas y navajas", Bukowski al palo, que me acuerdo como si fuera hoy que Juan no pudo soportar mirar la obra hasta el final, se quebró antes, se fue a la barra, pidió un whisky y cuando terminó, me dijo: "es muy fuerte, la obra, lo que pasa con Anita, todo, no aguanté".
- Me parece que hoy la mano viene de terapia... ¿Te pegan tan fuerte Los Traidores?
- ¿Fuerte? Es el punto sensible absoluto. Pero no solo mío. Te lo aseguro. Y es por eso, aunque a veces se desmadren y toquen mal, aunque algunos de sus discos estén grabados como la mierda, que se les perdona todo. Porque esas canciones están más allá de ellos, y de nosotros.
- ¿Por dónde debería empezar alguien que nunca escuchó a Los Traidores?
- Por el principio.
- ¿Cuál es el principio?
- Los demos. Las canciones prohibidas. Mucho antes incluso de que se publicara el disco "Montevideo agoniza". Te hablo de cuando recién los conocí y ya eran leyenda: se contaba de ellos que eran unos punks que se juntaban por la calle Rivera. Grabé de la radio, en casete, algunas de esas primeras canciones. ¡El himno! Montevideo tenía su "Good save the Queen". Se llamaba "Montevideo agoniza" y empezaba con una guitarra pistols... Emocionaba.

"Orientales la patria y la tumba, con libertad y con gloria igual vamos a morir".

- Y al final de la canción venían unos coros tipo Beatles, que sonaban raros. Pero tenía lo que tenía que tener una buena canción punk.

"Siempre es lo mismo, siempre podrido, acá no pasa nada..."

- ¿Los viste en vivo?
- No sé cuándo fue la primera vez. Supongo que en la presentación del disco "Graffiti", en el Teatro de Verano. Pero se me confunden las fechas: los vi una vez en un pub de Carrasco, otra vez en un escenario que se armó en la explanada de la Intendencia, y después en festivales varios, siempre metidos en algún bardo, porque siempre había problemas cuando tocaban ellos. Todo fue muy rápido.

"Niños ricos que se ríen de tí y de mí, porque con el bolsillo lleno no cuesta sonreír..."

- ¿Y esto? ¿Eran clasistas?
- Lo siguen siendo. Eso no se pierde. Eran anarcos y tenían un discurso anarco. Punto y aparte. En esa época las cosas tenían que estar claras. Recién terminaba la dictadura. Y esa canción, "Barrio rico", termina un poco agresiva, como que viene todo más o menos controlado, hasta que se desata y Juan grita: "Niño rico a los que hay que eliminar, hay que matar, matar, matar". Fuerte, ¿no? No había doble lectura. Me acuerdo de la vez que la cantaron en el pub Graffiti, en Carrasco, en Arocena y Schroeder. Y los pibes que íbamos a verlos veníamos de otros barrios... Todo se cargaba de sentido. Además, está eso de que estaba claro que Juan nos hablaba directamente, había un diálogo directo, eso de "se ríen de tí y de mí", no sé, es eso que decías de la terapia... Vamos a otra de las prohibidas.
- ¿Por qué lo de prohibidas?
- Es una larga historia. Pero estas canciones... me refiero al Himno, a "Barrio rico", "Buenos días, presidente", "Viviendo en Uruguay", "Las noticias nacionales", y alguna otra, iban a estar en el primer disco, pero se decidió que no, que mejor no. No hubo una prohibición directa. Simplemente se tomó esa decisión y se ahorraron problemas: el sello y también la banda. Habría que preguntarle a Carbone por qué no se publicaron esas canciones y por qué no salió tampoco el primer disco punk de Los Estómagos. Pero esa es otra historia.

"Buenos días, presidente, háganos un favor. Buenos días, pedazo de imbécil, por qué no se muere hoy".

- Y bueno, si tenemos en cuenta que unos años después, Esteban, el cantante de Clandestino, se comió cuarenta días de cana por insultos un poco menores, es probable que si se publicaba esta canción armaba lío en serio.
- Me gustan estos primeros Traidores. Son bien callejeros. Y hay verdad en lo que Juan canta, y en cómo lo canta. Y verdad que duele, porque todo es como sin salida, como que está todo mal. Lo que no me cierra es que estas canciones son del final de la dictadura. Me imaginaba que en ese momento se habría vivido una primavera democrática, algo así, con las elecciones, con el retorno de los exiliados.
- Diste en el clavo. Por un lado, sí, hubo una salida política, y las grandes mayorías acompañaron esa salida, no sé si celebrando sería la palabra, pero se vivía el cambio y una sensación de libertad, sobre todo en los derechos políticos. Le pregunté a Juan, hace unos pocos años, de esa paradoja, del "no future" un poco a contramano a lo que sucedía políticamente, en el discurso de "Montevideo agoniza"... Y me dijo que él lo vivió así, que en la calle no hubo ningún cambio, que los años de Sanguinetti fueron igual de malos, con las razzias, la violencia policial, la persecución a los jóvenes, los electroshocks en el vilardebó por fumar porros, y que después vino el desastre del voto amarillo, Lacalle y más de lo mismo. Y además, recuerda Juan, se amenazaba en todo momento con la vuelta de los militares. "Así que para celebrar no había mucho, a menos que fueras tonto, o algo así", dijo, dejando bien claro que las canciones de Traidores siguen siendo, para él, una pintura de lo que estaba pasando. Ni más ni menos. Y hay, entre otros datos, uno que es inobjetable: si bien vovieron muchos exiliados, otros miles de jóvenes se fueron del país en la inmediata posdictadura. Muy bien no se vivía en Uruguay.

"Estoy viviendo en un sueño, una dulce pesadilla, corremos sin movernos, huimos y no hay salida...
Pero a pesar de todo, de algo estoy muy seguro, si es por mí, al Uruguay, pueden metérselo en el culo... Estoy viviendo en Uruguay, muriendo en Uruguay".

- Bien clarito.
- Más que claro.
- ¿Hay más?
- Sí, pero vamos a saltearlas, porque son demos de canciones que después se publicaron en el primer disco: "Solo fotografías", "No estoy loco", "La muerte elegante". Y también está "Las noticias nacionales", que después salió publicada en "Graffiti 2". Y hay otras dos canciones, de las que no hablamos, que son las que escuchamos primero en la radio, que son "La lluvia cae sobre Montevideo" y "Juegos de poder". Ambas salieron en "Graffiti" y después se volvieron a publicar en "Montevideo agoniza".
- La canción de la lluvia...
- La misma canción que cada vez que llueve, si te sentiste tocado alguna vez por la música de Los Traidores, empezás a tararear, y te lleva a eso, a una imagen de ciudad gris, detenida, quieta, de siesta de domingo de invierno, a la tarde, de melancolía pura y dura, de salir a la casa de un amigo a zafar del embole y esperar sin mucha suerte a que pase algo. Es una de las mejores fotografías de la ciudad, y es también un canción que muestra, desde el vamos, el costado tanguero de la banda, esa pátina callejera de un cierto aire melódico heredado de Jaime Roos. Y la canción de la lluvia, en este regreso, en Bluzz, tiene que estar, porque siempre está, pero el disco "Montevideo agoniza", el que tiene en la tapa la foto sacada en la pared del cementerio, empieza con otra canción.
- En el tiempo que te fuiste al ensayo, y que anduviste dando vueltas con Juan, escuché los tres primeros discos. En orden de aparición. Me gustaron muchísimo, más allá de la evidente precariedad, de descuidos en la producción, de la mezcla asesina del tercer disco. Y escribí algunas líneas sobre cada canción. Me imaginé que me ibas a recomendar lo de "empezar por el principio". Y te agradezco, además, que me hayas sumado esos demos que acabamos de escuchar, a los que en principio no les di importancia, pero vaya que la tienen. Te digo más: en esa protohistoria traidora hay mucha emoción. En estado puro.
- Qué buena sorpresa. Me interesa mucho conocer tu mirada sobre Los Traidores.
- Me tomé una licencia poética... Varias. Ya verás.


MONTEVIDEO AGONIZA (1986)

* Alguien disca un teléfono de los viejos. Se escucha el tono de ocupado. Luego, una guitarra, callejera. El bombo aguanta. Entra el bajo. "Vidas en blanco y negro, vidas que no son nada". La voz grave, la voz de Juan, que no canta, habla, sin impostar, solo diciendo... "En las calles de todos los días, solo fotografías, de vidas que no son vidas, que no son nada"... Es algo así como mirar a los demás y no terminar de entenderlos. Adolescencia pura. Blanco y negro. Blanco o negro. La opción es estar de un lado, de este lado, del nosotros, que viene a ser el otro lado de los otros. Es básico, para estar, como se dice, fuera del sistema. La canción termina con un dejo tanguero, casi beatlero. Entusiasma.

* Entra la bata. Otra vez. La guitarra se muestra saltarina. El bajo también. La letra lo explicita, lo de saltearse un lugar. "No quiero seguir esperando, pues te esperé por mucho tiempo... soñando futuros, pintados en una pared". Después de la represión, parece decir que la única conclusión posible es el "no futuro". Hay que dejar atrás el pasado. Porque nada vendrá, porque no tiene sentido esperar, porque esa pátina tanguera, que se mantiene de la primera canción, remarca la desesperanza. "No voy a quedarme aquí, voy a burlar los esquemas". El ideal es seguir estando del otro lado. Si vos te quedás, yo sigo avanzando, dice. Hay un diálogo directo con los que escuchan la canción.

* Guitarra de nostalgia que viene a tono con lo que Juan dice, de la hipocresía adulta, de las mentiras que corren por la ciudad. "Utilizan los medios, para que te la creas". Igual que ayer, igual que hoy, porque las mentiras se burlan de nosotros. Es así. Siempre fue así. Los Traidores, dice Juan, estamos un paso adelante, y te lo decimos. "Mentiras que algún día acabarán, mentiras que solas se ahorcarán". Pero atención, si bien se puede luchar contra ellas, y acaso ganarle, el sistema no tiene sinceridad, lo que hace que todo relato sea mentira. Si te matan, luego mentirán sobre tu muerte. Otra vez: no hay salida. "¿Que dirán después de haber arruinado tantas vidas?". Dirán mentiras, más mentiras. Puff. Vaya laberinto el de los punks.

* La guitarra de "No estoy loco", con el bajo dando vueltas, y ese formato de canción que empieza en reggae falso y se punkea en pogo. Hay varias de esas. Son especiales, porque provocan explosión. Tienen calma y tormenta. "A pesar de que todo está oscuro, hoy puede ver con claridad". Se sigue la idea, el discurso. Siguen las mentiras, las que han destruido tu vida. Más asuntos con la muerte, y con la locura, por atreverse a decir que no estamos locos. Todos cantan "no estoy loco, no estoy loco", porque se puede ver, se puede atravesar el muro con la visión, se puede saber cuanto queda, cómo se puede sobrevivir. Se habla de una guerra, que hay que pelearla, siempre de este lado, lejos de la mentira, de las vidas que no son vidas.

* Ruido de agua. Montevideo en gris. Cielo encapotado. La guitarra de Víctor abre otra vez la canción. Es la llave. La milonga. Se pega desde la primera vez que la escuchás. Es una canción de la ciudad, siempre lloviendo, hoy como ayer, nada especial, solo gente que camina, el libreto es el mismo. La rutina. Todos en la misma dirección. Nosotros estamos en la otra, los que no estamos locos, pero nos cae la lluvia, que viene a ser -si lo querés- lo diferente. "Solo será un día más". Hay que aguantar, eso sí, saber aguantar. Para eso estamos. Por eso peleamos. "Otro día en la misma pudrición". El embole. Nos están matando. No pasa nada. Solo será un día más. "Terminan conmigo y con los demás", que son los otros, o sea nosotros, los que cantamos el coro. La canción termina como empieza, con la lluvia, el ruido agua, que son también lágrimas, la lluvia.

* La bata rompe el silencio en esta canción que dice que "los buenos momentos duran poco tiempo". Se sabe. No hay que dormirse. Es mejor estar bailando en la oscuridad. Es donde hay que bailar, en soledad, sin pensar, otra forma de estar del otro lado. Las palabras que quieres oir, son fugaces, únicas y "solo las oye tu mente". Esta canción, dice Juan, en todo caso, es tuya. Entonces, dejate llevar. Porque tenemos que estar bailando en la oscuridad, porque allí la melodía es única... Es la mejor canción del disco, la que más me gusta. La oscuridad como condición común, compartida, en soledad. Ya sé, y te hablo a vos, que estás leyendo, me vas a decir que todavía faltan otras grandes canciones. Me lo imagino.

* Entra la guitarra, chirriante, rasgueada, después vienen los coros montevideanos, al palo, callejeros. La guitarra, vale aclararlo, es acústica, porque se viene canción de sentimiento. "Tu mirada en mis ojos, las lágrimas que caen", refiere a una historia de amor, de amigos, de ruptura. "Un adiós y nada más". Sigue siendo solo un día más, otra referencia a la lluvia, a otro tiempo, a otra vida, y el golpe certero en el estribillo: "Flores en mi tumba, ¿quién las pondrá?". El gusto por la locura, la cercanía de los cementerios, de lugares que están olvidados. "Un epitafio muy simple, que no podrás pronunciar". Otra vuelta al hermetismo. Te hablo a vos, porque me entendés, o no me entendés, pero cantemos esta canción de dolor. Nadie murió, por el momento. Pero es inevitable que suceda. Ya sabemos dónde poner las flores. Ya sabemos quiénes pondremos las flores. La guitarra siempre sonando, atrás.

* Van a ciegas, buscando el ritmo, la guitarra y el bajo, mezclados. Entra la bata, entra saxo raro, y repite la guitarra, sus ecos oscuros. La muerte elegante es la canción elegante. "Y me pregunto a dónde has ido a parar, y me pregunto si algún día te podré olvidar". Juan dice, pero también pregunta, porque va a ciegas, como la canción, porque de la muerte es de lo que menos sabemos. "Y todo tu miedo, todo el silencio, que escondes en la oscuridad". Te lo dice a vos, que escuchás, que estás siguiendo el hilo, para que no temas, pero también para avisarte que te cuides de ella, de la muerte elegante, tan traidora.

* Y esas guitarras que convocan a Viviana, son casi las mismas que las de "No estoy loco". Viviana, alguien con nombre, y es extraño, porque todo venía tan abstracto. Viviana es alguien que traicionó, que dejó su tiempo de revolucionaria, que dobló la esquina, que lo dejó todo, que reprimió los sentidos, que se fue para el otro lado. "Ya es tarde para ella, ya dejó de soñar". Ella quiso escapar, pero todo indica que no pudo hacerlo. Viviana no la pasó bien, es lo que se piensa mientras Víctor se manda un solo de guitarra. Viviana dejó de ser adolescente, no fantasea más: es una reaccionaria. No termina de entenderse si hizo bien o no. Es el misterio de siempre. Es bueno que Juan no tenga la palabra correcta para decir, mientras la guitarra se va cayendo, y él deja de cantar. porque seguramente no se sabe qué pasó con ella, con Viviana, ni tampoco se sepa demasiado de la muerte elegante.

* Y entra el rock, el acelerado, el de los Clash de la primera hora. Se escucha algo sobre jugar al futuro, sobre dejar morir a los niños del futuro si dejamos que las cosas pasen. "¿Tienen sentido sus vidas?" ¿Tenemos sentido? El juego, como todos los juegos, está diseñado para seguir, para que todo siga dando vueltas, el mántrico hoy como ayer. El rock es repetitivo, por eso está bien que lo usen más bien poco. Pero les gusta bien clásico, poguero, con esas guitarras al borde del surf. Es una canción triste. Se habla de algo que no se conoce, y se le teme.

* Llega la canción punk. El tipo de canción que no falla. "Juegos de poder, juegos de azar. A unos les toca todo y los otros a cagar". No hay mucho por decir, porque es una canción física, de esas que permiten sacar todo para afuera. Es Pistols. Juan llega al tono de Rotten. La guitarra es perfecta. Hay pogo asegurado. "Juegos de poder, que no te incluyen".

* Y hay otra más, un bonus track pistols, un pequeño chiste, que no es chiste, es la explosión literal del disco. Estar vacío, sentirse vacío. No es nada fácil. "Y no tengo nada, mi vida está acabada, ya no tiene solución... Estoy gritando, pero nada digo"... ¡Es buenísima! "Estoy vacío y nada quiero hacer y no quiero buscar una solución"... ¡Es poesía lumpen! No hay más vueltas. Es calle lumpen, desesperada, punk. "Y yo estoy muriendo, sé que estoy muriendo... no, no, no, no, quiero retroceder, al principio de mi desesperación". Tal vez no sea tan fácil seguir. El lado existencialista de "Montevideo agoniza". Y hay más: "Estoy asqueado, quiero terminar, solo espero, el final, ya nada sirve, ya no quiero esperar, se que nada va a cambiar". ¿Himno? No sé si sería la acepción correcta... porque un himno no debería ser algo tan individual. Es la canción para escuchar solo, para bailar en la oscuridad.

... EN CUALQUIER PARTE DEL MUNDO (1987)


* Una bata electrónica. Sí, es raro, pero el sonido es inconfundible. Ya no está Alejandro Bourdillón; ahora los palos los lleva el Marcelo Oliveira, El Mono, y hay otras búsquedas. Todos vestidos de negro. Del punk al pospunk. Suena la bata. Entra la guitarra y después el bajo. Se llevan bien. "Escucha, no sientes el hielo al caer, que el mundo se derrumba y no hay nadie alrededor". Seguimos mal: oscuros, negros, pero nos mantenemos. Y no hay nadie alrededor. No olvides que estabas bailando en la oscuridad y ellos, desde la voz de Juan, te siguen hablando. "Tenemos las palabras, o simplemente las armas, que nos harían morir". Hay más conciencia en el pospunk que el punk lumpen callejero. Debes escucha, la canción te habla a vos, directamente, aunque no haya nadie alrededor, igual la estamos escuchando, vos y yo.

* "El cielo está cargado". Es el regreso de la lluvia, aunque estrictamente viene a ser antes de la lluvia, porque se sabe que va a llover. La guitarra es similar a la del disco pasado, y luego entra el bajo de Pato Dana, siempre juguetón. "Pronto va a llover, la ciudad dormida comienza a renacer". Porque la lluvia, y esto es lo evidente, hace bien, descarga, limpia. "Pronto el escenario vacío, dirá quien actuará... el espacio reservado para la melancolía". Hay tiempo para la ficción, en la oscuridad, después de la lluvia, después de romper la rutina, porque somo perros callejeros, "imaginando mundos mejores". Perros: los que leen, los que sueñan, los que dialogan con otras escrituras, los que habitan la noche, "esa que por temor tiene las mentes enfermas". Y sigue: "la ciudad sigue sangrando su más enorme herida". La ciudad es el gran tema, sigue siendo el territorio mítico de Los Traidores.

* "Un dos, tres, va". Es tango. tanguez. Teclado, bata programada, bajo que sube y baja escalas. "Tu sabes la risa, tu sabes el llanto, tu entiendes el lenguaje de los que están gritando... tu sientes deseos, tu clavas la lanza. Y giras, giras, alrededor, giras, sin parar". Hay diálogo abierto. Hay cosas para hacer. Hay baile. Hay necesidad de girar, de buscar en la noche. Hay ganas de venganza. Hay tango cruel. Juan vuelve a hablar directamente, nos envía mensajes más que claros sobre una guitarra aflamencada. "Tu giras el día y la noche... la claridad". Hay, parece, salida.

* Guitarras, rasgueo, la canción queda un momento en suspenso, hasta que entra el bajo y luego una línea de teclados y finalmente la bata. Oscuridad. "Sales a buscar, perdido en la profunda medianoche". Sigue hablándonos. Sigue. Y cuestiona. "¿Cuándo vas a despertar, y dejar de lado las mentiras, que son tu vida?". Como que tenés que darte cuenta. Y más preguntas. "¿Quieres tu morir, sin saber por qué razón has vivido?". Pega fuerte. Empieza, acaso, el existencialismo. De ida y de vuelta. De las preguntas que se pueden hacer en la calle, de los que no duermen, de los que salen a buscar... "la la la".

* Bata electrónica. Bajo. Falso reggae. Punteo. Sin prisa. "Tan despacio como puedas, mueveté. Tan imbécil como siempre, muereté". Acentuación aguda. Con violencia. Le habla a los otros, a los que están del otro lado, a los enemigos. Es una canción de odio, de las que marcan estar de un lado o del otro.

* Y llega una hermosa guitarra, como tantas de las guitarras de Víctor. El lado b del vinilo, larga con una canción tranquila. "lála lá la lá la lala lá". No hay palabras. Una intro rara. Los que hablan, los que dialogan, son Víctor y Pato. Y las teclas. Y juan al fondo, como diciendo ponele vos la letra, qué se yo. Es una canción de amor y tal vez no había nada que cantar. O todo. Y esta sea la letra más importante de Los Traidores, acompañando una melodía pura, quebradiza para girar en la oscuridad.

* Guitarras superpuestas. Otra canción lírica. Víctor se va poniendo cada vez más lírico. Y Juan canta una de sus preferidas, la del amanecer. "Tratando de escapar por una ventana, que no conducirá a ninguna parte... Cuesta mucho desprenderse de las cosas, que jamás has tenido, tal vez una historia de amor, o solo un amanecer en cualquier parte del mundo". Otra hermosa canción. Es raro decir esto, ya en el segundo disco, apenas un año después de canciones más guerreras. Pero las guitarras son muy líricas, los colchones de teclas sugieren nuevas densidades, el bajo dando vueltas, la bata que acompaña sin violencia. Hay otro clima en este disco, en este lado del disco. Hay un cambio. Hay ganas de vivir, aunque esté todo oscuro... De todos modos, parece un sueño, y parece que estos sueños no suelen terminar bien.

* Guitarras con la marca de Roos, con rasgueos de canciones de la calle, bien acelerados, casi irritantes. La guitarra está de fiesta. Juan vuelve a estar explícito. "Preguntas, preguntas, preguntas. Esta es la hora, la luna no cuelga del cielo". Hay un poeta que quiere salir. Y lo hace. "La gran ciudad presentando su circo y el aire, el aire que no se respira. Mirá chico, esto no es para ti, tu no existes, aquí no existes, la luna no cuelga del cielo". Hay un plan metafórico. Hay nuevas imágenes. Hay lecturas y relecturas. Hay un escenario. Se advierte un gusto por el teatro y los decorados, por esa gran ficción que no nos pertenece. "Algunas historias ya las conozco". Los mismos problemas de siempre, recurrentes, pero repito, algo está saliendo diferente en este lado del disco... Y llega el final, duro: "¡Mira el suelo!".

* Otra vez la guitarra repica, bien arriba. La de una canción con mucha adrenalina, casi feliz, como si fuera una canción trampa, o mejor dicho, traidora. "La melodía sigue sonando, ya la has escuchado, una y mil y una vez, nunca fue nuestra". Como si hubiera salido el sol, pero algo no está bien, se sabe. "Los grises de invierno te tiñen el alma". Y todo, al final, para que quede claro que si te das cuenta, si estás de este lado, estás vivo. El que siente dolor, el que sabe de la angustia, está vivo... Y la canción deriva a "un, dos, tres, va", casi sorpresivo, casi simétrico del inicio del disco. Porque se está sobre el final. Porque se viene la última canción.

* Un breve silencio y un riff extraño en el disco, de los que rebotan en la hora de la siesta. La voz de Juan, más oscura, duplicada. "Correr a ciegas por un inmenso corredor". Rebotan los ecos. "Tan amplio como la profundidad de un cielo". Es como la antesala de algo, un lugar de paso, un lugar que es un invento de la imaginación, o del que maneja esta ficción. Guitarras tipo Damned en "Phantasmagoria", aire gótico. "La realidad es un invento, es solo un invento más". Es mantra. Se avisa que se vienen historias más oscuras, que hay amanecer pero sigue la oscuridad, que hay que esperar al próximo disco.


TRAIDORES (1988)

* Larga una intro orquestal, de banda sonora de película de clase b. Todo oscuro. La banda se prepara, en alguna parte, después del amanecer. Esta es otra función. La tercera, y tal vez la última. Es un teatro nocturno. Es el teatro Traidores. Se viene, primero, la guitarra de Víctor, luego el bajo, la bata, teclas, cortes. Hay tanguez. La voz de Juan, más exasperada que de costumbre. "Con tus manos has cambiado el rumbo de muchas cosas, tus manos han hecho cosas asombrosas". Teclado oscuro, aire Cure, amistades peligrosas con Zona Prohibida. La canción se parte, por la mitad, hay ganas de que las canciones exploren muchos cortes. "Tus manos quieren saber la verdad, con tus manos estás creando un mundo diferente". Sigue el relato. La lucha es en la calle. Y la canción sube, es la canción de tus manos, el solo allá arriba, el quiebre final. Se rompe algo.

* Otra vez Damned, al inicio. Un grito de Juan. La banda es una máquina, quiere ser mecánica. La bata electrónica da ese tono. "Alegres bailan las sombras". La banda sonora de la oscuridad. "Ya sabes, todo está bien. Oh, todo está bien". Más quiebres. Más cortes. Ya no hay canciones simples, hay vidrios rotos, y sigue el canto, arriba, ya sabes, todo está bien, ironía, sarcasmo, más cortes de bata y a seguir bailando con las sombras. Ya sabes, claro que ya lo sabemos. Hay ganas de jugar.

* Otra canción de banda, de máquina, de banda sonora de circo, de circo rebelde. Es la canción central del teatro nocturno. Otra canción que se quiebra, que va y viene, entre teclados recurrentes y cuando cae un riff, entra Juan. "Circo rebelde, toda la vida con la soga al cuello, circo rebelde, ¡mentiras!, solo palabras, solo decepción". La máquina sigue, como la banda sonora de un flipper. La guitarra mecanizada, el bajo sosteniendo el muro. "Un amargo gusto a frustración". La canción se desarma, queda la bata sola, y esa oscura sensación.

* Como si fuera una canción de los Cure, una de esas canciones de la cabeza en la puerta, entra Víctor marcando la melodía. "Camino, tratando de encontrarte, vagando a lo profundo de una noche sin fin". Otra vez la noche. Recurre. "Palabras escritas en un papel". Hay un centro de la historia de todo esto. La canción es el guion de lo que te pasa, de lo que nos pasa. "Más allá del sueño que hemos perdido, más allá del desierto, más allá del mar, como si todo esto que sentimos, no fueran más que palabras escritas en un papel". Es así. No hay vueltas. No se puede escapar. La canción se va deteniendo. Es el fin de la ficción. Entre climas oscuros hay lugar para el solo de Víctor, otras vueltas y más vueltas. La banda encuentra una forma física cuando se juega a ser máquina. Y Juan puede hacerlo mejor: hablar, cantar, decir.

* Más teatro nocturno. Más teclas. Más tango punk. La batería pega, golpea, lastima. La guitarra abre la melodía. "Teatro nocturnos, teatro de la crueldad, Romeo y Julieta, mueren en soledad". Se baila un tango apurado. Se vuelve al rock. Es la banda sonora de la ficción, el verdadero himno oscuro. "Risas y llantos y este loco lamento"...

* Otra vez la claridad. Otra vez la guitarra de Víctor, la de siempre. "Una calle cualquiera, un hombre muerto, desaparecido, o algo así". Aire de rap, de historia de la calle. "No es broma sabes, diversión controlada, igual que tu vida". Los textos se hacen más largos. La canción se extiende. La batería se repite, hasta molestar. Sigue golpeando. "Todo nace crece y se reproduce, pero todo cae y después muere". Y más. "No hay feliz, no hubo un buen principio, no hay rosas ni pájaros, todo está enfermo, seco, muerto, bajo el cielo estático, igual que tu..." La canción no para. Lo quiere decir todo. Es necesaria.

* Y empieza la canción más linda del disco, de muchos discos, una que después se vuelve rápida y se habla de una canción que no está escrita. Hay un extraño sabor a autobiografia. No hay diálogo. Es confesional. Juan es Juan, más que siempre. "Trataré de ser muy breve, para que dure una vida". Se sabe, la vida transcurre, "solo en la locura, algunos entenderán". Y el centro de tantos dilemas: "Diré toda la verdad, aunque use una mentira". Son las hojas en blanco, las que nada dirán, las que lo dirán todo. Y el giro final, porque le pasa la responsabilidad al otro, a vos, porque en definitiva somos una suma de biografías, de hojas en blanco. "Solo tu puedes hacerlo, solo tu te traicionarás".

* Piano, el despojamiento del piano. Recuerdo de "Areanistán" y el piano del Hueso, antes de "Torturador". Acá, en clave Traidores, pensando en nada, existencialismo a mil. "Esperando el ascensor, sentía, temía, no poder subir jamás". Y empieza, dispara la bata, y se mete en la marea oscura, en la salvaje agonía, en la canción oscura, hasta el momento para el solo de victor. "Con el dedo en el gatillo". ¿Sube o baja? Sube y baja. Y la guitarra, por suerte, y como debe ser, baila hasta el final.

* Un nuevo comienzo, una nueva canción, una nueva historia. Es el recorrido del tiempo. Otra vez se habla de la canción. Después de tantas canciones, todo se vuelve canción. Hasta la canción se puede volver enemiga. "Necesita ser como es, solo una canción, solo una canción". Es un balanceo, un vaivén. "Esto no es real, necesita de sueños... necesita de palabras, que son mentiras, es solo una canción". Juan está atrapado. No puede escapar del rol, del papel, del guionista de esta función oscura. Es el que baila y hace bailar. El que dice. Mientras, la banda sigue, aunque se va, sin que nadie lo note, se va, bajando el volumen, sin terminar. Raro final.

* Hasta que entra una canción de cordón de la vereda, de esas casi folk, que podrían ser folk. "Déjenme estar, solo, déjenme estar, no necesito escuchar más palabras". Hay sensación de sobredosis, sensación de agotamiento, de palabras y canciones. Esta canción cierra tres discos muy pegados, todos urgentes. Tres escenarios que pasaron de la calle a la oscuridad del teatro nocturno. Un viaje de canciones. De pintar el mundo y escribir una autobiografía, la tuya, la de todos, la de los que fueron niños en dictadura, adolescentes de los ochenta. Me pasa a mí, te pasa a vos, nos pasa a todos. Es lo que dice Juan. Pide escapar. Muchos lo hicieron. "Quiero escapar, solo, quiero escapar. La realidad no es más que un mal cuento de hadas. Cuentos sin vida, una fantasía, que ya no entiendo, por eso, quiero escapar".

El disco se cierra.
La trilogía traidora.
No sonaron perfecto nunca.
No pudieron hacerlo.
En esas grabaciones urgentes, con lo que había, con lo que se podía.
Los demos explotan.
"Montevideo agoniza" es emoción pura.
"En cualquier parte del mundo" sigue el juego, con más oscuridad.
"Traidores" es el musical, la banda sonora del teatro nocturno.
Después, fue el final. O no. Hay quienes aseguran que "Radio Babilonia", el disco de estudio siguiente, ya en los años noventa, es el mejor disco de Los Traidores. No es necesario entrar en discusiones. Pero algo es verdad. "Máquina" es una de las mejores canciones de la banda.

"Mi corazón late como máquina/ mi corazón late como máquina/ y ya no sé quién soy/ ya no sé quién".

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