Dos muy buenos discos, sobre finales de 2013, dejaron en claro que parte de lo más relevante de la escena musical se juega en los bordes, en artistas que difunden su música a través de redes sociales y discos de descarga gratuita. Ciudad Dormitorio de Carmen Sandiego y El entusiasmo de Lucas Meyer proponen -desde el under- novedad, riesgo y buenas canciones.
Carmen Sandiego, desde
sus tiempos de dúo lo-fi extremo, con Leticia Sckrycky y Flavio Lira
aporreando instrumentos de juguete y bardeando canciones como “Asco
al sexo” y “Mono tití”, eso fue hace más de un lustro,
mantienen una fuerte identidad estética que los ha colocado como
representantes locales de la incómoda etiqueta “indie”. Siendo,
de algún modo, la cara loser de
la movida de cantautores encabezada por Franny Glass, se han
mantenido en un margen, fieles a una manera de entender la música
pop.
Ruidistas,
experimentales, frikis, en canciones borders que traslucían
influencias tan diversas que van desde Moldy Peaches a Belle and
Sebastian y Vainica Doble, siempre llamó la atención un evidente
diálogo musical -por ejemplo- con los montevideanísimos Eduardo
Mateo y Fernando Cabrera. Otros artistas, cercanos generacional y
estéticamente con los Sandiego, empezaron a circular sus maquetas y
publicar discos en formato digital por el sello Esquizodelia. El
proyecto de mayor desarrollo fue el de 3Pecados, capitaneados por Pau
O'Bianchi. Esto empieza a ser historia más conocida, muy
especialmente con el disco Diciembra,
una obra mayor que -pese a ser aún invisible para el gran público y
buena parte del establishment rockero-
es uno de los mejores discos publicados en Montevideo en los últimos
años. Otros nombres que empezaron a sonar con fuerza: Lucas Meyer,
Dúo Melódico, Limpiando encontré monedas, Mux, Uoh!, Millones de
casas con fantasmas.
El
dúo Carmen Sandiego, se convirtió en el año 2010 en cuarteto, en
plan banda, sin perder el espíritu original. Sumaron a Matías Lens
y a Ezequiel Rivero, este último una de las cabezas musicales de la
movida indie, fundador de Amelia, banda que posiblemente pagó el
precio de salir antes de tiempo, allá por el 2004. Ezequiel y Matías
le dieron mayor consistencia al sonido Carmen Sandiego y más allá
de estar presentes en el disco Joven Edad
y aportar el toque rockero en “Piba chorra” y “Destape”, es
en Ciudad Dormitorio
donde se amalgaman como cuarteto. El disco tiene todas las paletas
sonoras del grupo: desde momentos acústicos hasta desbordes punks
progresivos, manteniendo esa letanía de las voces de Flavio y
Leticia, un tono que les permite subir y bajar del humor más negro a
la crónica desapasionada. Subir a los espirales distorsionados de
“Fiat 600” y bajar al punto acústico de “Maricocracia”. Hay
que escucharlo.
Matías Lens:
Entre la salida del Joven Edad, hasta que se grabó y mezcló
Ciudad Dormitorio, pasaron más de tres años. En esos tres
años sucedieron múltiples cosas. A nivel de la banda, Ezequiel y yo
tuvimos que encajar en las ideas que venían desarrollando Flavio y
Chichi, y ellos debieron amalgamarse a la base “bajo más batería”.
Hicimos muchos toques en lugares bastante precarios, en los que la
instrumentación y la intensidad se debía adaptar a esos lugares; en
lo que me toca a mí, por el tema de la percusión, toqué muchas
veces con sets de batería reducidos o con percusiones mínimas.
Algunas de estas adaptaciones se colaron en el sonido de Ciudad
Dormitorio. Y después, en los Festipulentas, en Buenos
Aires y en La Plata, conocimos a la gente de La Ola Que Quería Ser
Chau y 107 Faunos, que hacen una música divertidamente desprolija y
son pibes más o menos de nuestra edad. Ellos lograban que la cosa
funcionara muy bien y fluyera, y me parece que nos dio confianza en
el sentido de creer que podíamos trascender el sonido de “dúo
arreglado” y llegar a un sonido más de banda, con el que nos
sintiéramos cómodos.
¿Cuál
es el proceso que hicieron las nuevas canciones, entre tantos
formatos y búsquedas sonoras?
Flavio Lira: Las
canciones pueden haber sido escritas por Leticia o por mí, solos, en
la intimidad de nuestras casas, pero tomaron su forma completa en los
ensayos y con la energía de tocar con bajo y batería. La necesidad
de hacer ruido influyó en este disco. Creo que no hubo realmente una
intención de “pensar” estas canciones, a la hora de armarlas,
sino más bien de tocarlas todos juntos, como banda.
Leticia Sckrycky:
El tono de las canciones, o la estética de las mismas, devino de
tocar en banda, en lugar de estar en dúo. La energía de poder hacer
canciones con una base de batería y bajo hace que el pop florezca
como nunca, que aparezcan coletazos rockeros de distorsiones y
finales ruidosos, como en “Monja en la fiesta” o “Fiat 600”.
Son canciones producto de la energía de tocar juntos y de disfrutar
haciéndolo, de ejercitar la explosión emocional en lugar de la
implosión.
Y después llegó la
hora de grabar...
ML: Sí,
grabamos algunas cosas en Chile, en el estudio de Milton Mahan
(Dënver, Nueva Orleans) y después en Montevideo, en vivo, en el
Estudio Yacaré, con Fabrizio Rossi y Juan Branaa. El resto de las
cosas, así como los arreglos, se grabaron en la casa de Ezequiel.
Personalmente quedé conforme con las tomas, pero una vez que
empezamos con la parte grabación-mezcla, con Ezequiel, nos dimos
cuenta que algunas canciones habían quedado un poco aceleradas de
más, fruto de la adrenalina de haber grabado casi todo de un tirón.
¿Por qué llamaron
al disco Ciudad Dormitorio?
FL: El concepto
de Ciudad Dormitorio, de su imaginería y también de sus
posibles lecturas, me resultó siempre algo adecuado para Carmen
Sandiego, incluso antes de escribir la letra de una canción que se
llama así y que no quedó en el disco. Hay algo en este conjunto de
temas que me parecen adecuados para ese título. También la idea de
la construcción, la edificación de algo funcional dentro de un
espacio íntimo, o la sensación de que Montevideo misma es una
ciudad dormitorio, que tiene el mismo grado de pequeñez, de asfixia
y de belleza abandonada que Solymar, aunque sus habitantes se crean
de lo más cosmopolitas.
LS: Es hablar
desde un lugar en particular; o reconocerse en un lugar pequeño, y
posteriormente reivindicar su pequeñez. Ser satélite. Por otro
lado, creo que Ciudad Dormitorio es un disco ideal para
escuchar en un mp3, viajando en un Copsa, camino a Montevideo. Con
calor pegajoso y mucha gente ajena alrededor.
Lucas Meyer es otro de
los personajes claves de la movida “indie”. Se vino a Montevideo
cuando cumplió diecisiete y después de tocar el bajo en algunas
bandas grabó su primer disco en solitario, año 2009, con el
padrinazgo en producción de Pau O'Bianchi. Así nació Un
accidente feliz y dos años más tarde vendría Música para
nadie, un torrencial cancionero de sesenta temas que lo grabó
enteramente en su casa. Ambos discos integran el catálogo de
Esquizodelia Records y mostraron que Lucas tenía un gran potencial
como cantautor.
El gran salto lo dio
cuando armó una banda con varios de sus más cercanos: Fabrizio
Rossi (Mux), Leticia Skrycky (Carmen Sandiego) y Pablo Torres
(3Pecados). Con esta formación grabó El entusiasmo,
que está disponible en la red desde fines de 2013. Eligió
ocho nuevas canciones, todas ellas con un componente luminoso, acaso
más extrovertidas que las de los discos anteriores.
¿Te sentís parte
de una escena, de una movida musical alternativa en Montevideo?
Lucas Meyer: No
me gusta la idea de pertenecer a una escena, pero inevitablemente
pertenezco a una, que es la de las bandas de Esquizodelia Records.
Todos mis discos están en la pagina y soy amigos de muchos músicos
que pertenecen al colectivo, si bien no son los únicos, son las
bandas y músicos con los que tengo más afinidad.
En este nuevo disco,
El entusiasmo, das
un salto de cantautor a banda de autor... ¿Cómo se dio ese proceso?
LM: Este disco
surgió de entrada como un proyecto de banda. Para mí fue bueno, ya
que me permitió abordar la composición de otra manera, pensando un
poco más en otro instrumentos, que hubiese más espacio en las
canciones. De alguna manera, esto llevó a que hiciera las canciones
mas "normales" que he hecho hasta ahora... Si bien fue un
proceso largo, y por momentos un tanto cansador, al final quedamos
todos contentos con el resultado.
LM: El disco
parte de una historia, de una separación y lo que viene después. En
cierta medida, me pasó algo parecido, y lo que vino después fue
como un descubrimiento del mundo de la noche, por llamarlo de alguna
manera. En mi caso empecé a trabajar de noche, y el entusiasmo tiene
un poco que ver con esos estados que se suelen ver a esas horas, esa
exaltación muchas veces relacionada con el alcohol y las drogas, con
lo efímero de esos estados, que también es cierto que son muchas
veces momentos que tienen una cierta lucidez y claridad. Eso por un
lado, pero el nombre del disco hace referencia a la grabación del
mismo, a un momento en particular que fue cuando armamos la banda y
empezamos a tocar y era todo como nuevo y emocionante. Todavia lo
sigue siendo, pero ese momento fue muy especial.
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