Estado
natural es un cancionero muy
personal que pasa revista a algunas de las mejores páginas de la
historia reciente del rock uruguayo. Un disco
imprescindible y de alta graduación emocional, que rubrica la vuelta
a los escenarios de Alejandro Spuntone, voz líder de La Trampa.
No
es un simple disco de versiones acústicas. Esa vendría a ser apenas
la superficie, la foto, la forma de definirlo en una frase. No es tan
simple definir el viaje sónico que eligieron transitar el
guitarrista Guzmán Mendaro (ex Hereford) y el cantante Alejandro
Spuntone (ex La Trampa). Así lo saben quienes fueron espectadores de
los diferentes shows del ciclo Estado natural,
desde hace por lo menos dos años en diferentes boliches del circuito
montevideano. Así lo
pueden comprobar quienes escuchen -siguiendo rigurosamente el orden
del disco- un cancionero que es antes que nada una experiencia única,
determinada sí por la sensibilidad de cada escucha, pero en
definitiva son las canciones, las melodías, cada letra, exponiendo
-en cada caso- lo dicho y lo no dicho, las que terminan definiendo el
camino.
Estado
natural es acaso sinónimo de
unplugged, de quitar artificios, de eliminar decoraciones y capas. En
definitiva, se trata de simplificar, tal la esencia del trabajo del
dúo, especialmente en lo que atañe al oficio de Guzmán Mendaro. La
parte que le toca al guitarrista es esencial. No es un acompañante,
ni mucho menos un solista que alterne contrapuntos de virtuosismo con
su pareja vocal. Nada de eso. Hay un antecedente, en la escena
musical uruguaya, hablando de dúos y de versiones, de espectáculos
devenidos en discos, y es el Dramática de
Umpi-Soiza. El trabajo de Mendaro es similar en actitud y re-creación
al que realizara Soiza. Ambos son la canción, la melodía, la
sorpresa de volverla “natural”, en su simpleza esencial. Así es
que Mendaro hace su trabajo para que el cantante, interprete, actúe,
la vuelva acto performático.
La
voz de Spuntone tiene varios puntos a favor para que todo salga
perfecto en Estado natural:
es una voz de rock, con la identidad construida de tantos años al
frente de La Trampa y con la actual necesidad de estar en los
escenarios. Es una voz que quiere cantar y que, consciente de su
valor como herramienta, fue encontrando los mejores versos, palabra
por palabra. Así, canción por canción, se va zurciendo un complejo
entramado en el que se encadenan composiciones que se vuelven
“propias”, al estilo de las versiones que Cabrera se mandó en
Canciones propias,
otro disco que podría ponerse en el mismo estante que Estado
natural.
Spuntone
y Mendaro, ambos integrantes de bandas formadas en los primeros años
noventa, tienen un largo recorrido como fans de rock y música urbana
uruguaya. Antes de subirse al primer escenario, de entrar por primera
vez a un estudio, demuestran tener un recorrido de miles de horas de
shows y de escuchas de discos. Esa escuela es básica para comprender
Estado natural,
especialmente porque mantiene esa forma de escuchar la música de la
época pre-Internet, o más allá en el tiempo, de cuando eran
imposibles las reproducciones y había que escuchar nuevos discos en
casas de amigos.
Es
así que Estado natural conserva,
y es parte de lo más seductor de la obra, esa atmósfera de cuando
el autor y el oyente “dialogaban” -a ciegas, sin redes sociales
ni posibilidades de comunicación inmediata-, poniendo un especial
énfasis en lo que decían las canciones, una por una y en la
totalidad del álbum. La palabra (casi) como máximo valor. El viaje
que propone la voz de Spuntone no es fácil. Comparece la tragedia
personal, la relación con la muerte y el dolor, la necesidad de
reinventarse. Y todo eso sucede en la secuencia de la rockola
emocional del escenario, después registrado en disco, en riguroso
orden. Todo se resignifica: desde “Besos y silencios” (un tema
oscuro de la primera época de La Trampa) hasta “Ahuyentando el miedo” (Zero), “En un lugar un
niño” (Psiglo), “Respira (La Vela) y muy cerca del final la
imponente “Flores en mi tumba” (Los Traidores).
((publicada originalmente en revista CarasyCaretas))
((publicada originalmente en revista CarasyCaretas))
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