el cantautor enamorado de los títulos largos



Démonos cita en una autopista (para volvernos a estrellar), a medio camino entre el rock y la chanson francesa, se llama el nuevo disco de Pablo Krantz. Jugando con palabras, fiel a su estilo de cantautor inspirado por Morrissey y Cohen, la pasión por la literatura es el sino de su obra. Al costado del rock chabón de su ciudad Buenos Aires, fue creando una obra que lo trae atareado desde finales de los años 90 y con puntos muy altos en los discos Demasiado tiempo en ningún lado y Les chansons d’amour ont ruiné ma vie, este último grabado en los años en que residió en París. En una visita a Montevideo, presenta nuevas canciones y aprovecha para filmar un clip.

¿Cómo ha sido tu regreso al Río de la Plata y qué les ha pasado a tus canciones en esos vaivenes de ir y volver?
El regreso a Buenos Aires después de mis seis años en París ha sido muy bueno e intenso. Llegué con mi disco Les chansons d’amour ont ruiné ma vie bajo el brazo, sin saber cómo le impactaría a la gente el hecho de escucharme cantar en francés, y me sorprendí mucho descubriendo una gran avidez entre un cierto público argentino por la chanson francesa. Ahora mis discos y mis shows son mitad en francés, mitad en castellano, al igual que mi disco de 2011 Démonos cita en una autopista (para volvernos a estrellar). Creo que en esta última década de mudanzas intercontinentales y sacudones varios logré terminar de encontrar mi propio estilo, tanto a la hora de cantar como a la hora de producir mis discos, encontrando un equilibrio entre mi amor por el rock, por la canción y por la literatura.
¿Cuánto ha cambiado Buenos Aires? ¿Te sentís parte de la nueva escena de cantautor?
A fines de los 90’, cuando empecé a tocar como solista y saqué mis dos primeros discos, me sentía un extraterrestre, apostándole todas mis fichas al formato canción en medio de una escena musical acaparada por la electricidad barata, el rock chabón, el revoleo de remeras y las bengalas asesinas. No existían los solistas, excepto por supuesto los famosos de siempre. Luego, al regresar de París en el 2007, me topé con la buena sorpresa de que había un gran regreso de la canción; hoy en día en Argentina no sólo hay centenares de cantautores, sino que hay todo un público interesado en ir a shows a escuchar canciones. Igual, yo me siento un tanto aparte de la nueva escena de cantautores argentinos, porque vengo del rock, del punk, de la chanson francesa, de Lou Reed y de Leonard Cohen, mientras que la mayor parte de los cantautores porteños vienen más bien del conservatorio o de la música rioplatense. Me gustan bandas como Valle de Muñecas, Acorazado Potemkin o Me Darás Mil Hijos, y solistas como Juan Ravioli, El Hipnotizador Romántico o Flopa.
¿Cuánto tiempo dedicás a ponerle títulos a tus canciones, discos y libros? 
Desde chico estuve fascinado por los títulos de los libros, los discos y las canciones, y sobre todo por los títulos largos. Nombres como “Plus belle qu'une poubelle” (“Más hermosa que un tacho de basura”, una canción de Soft Machine), o “Been Down So Long It Looks Like Up To Me” (una novela de Richard Farina que mis padres se habían traído de sus años en Los Angeles en los 60’) me encantaban y quedaban rebotando por mi cabeza durante horas. Ya por entonces me parecía que un buen título tenía que decir algo fuerte, y me sentía estafado cuando agarraba la contratapa de un disco y los temas se llamaban “Crepúsculo azul” o “Camino rojo”. Después, cuando llegó la hora de sacar mi primer libro, hice una lista con unos 200 nombres posibles, y torturé a un par de amigos leyéndoselos... Todos estuvieron de acuerdo en que “Dame un coche tan rápido que no lo alcancen los recuerdos” era el mejor. Mis discos y libros siguientes continuaron por esa misma senda.
¿Y la importancia del amor en tus canciones de dónde viene?
El amor está muy presente en mis canciones, porque tengo tendencia a ser un romántico inveterado. En la adolescencia, a la vez que me encantaba el punk rock, el noise y la música un tanto siniestra (Joy Division, Bauhaus, Einsturzende Neubauten), tenía una gran debilidad por las canciones que llamábamos “canciones para fumar cigarrillos”, aquellas que uno escuchaba fumando y soñando con las promesas de amores fantásticos e inauditos. Eso sin duda me llevó muchos años después a escribir el tema “Les chansons d’amour ont ruiné ma vie” (“Las canciones de amor arruinaron mi vida”), pero el daño ya estaba hecho. De todos modos, por mi personalidad bromista, tiendo a compensar o a condimentar ese romanticismo exagerado con altas dosis de ironía y humor: un ejemplo serían frases como “Quiero aburrirme en tus fiestas familiares”, o “Prefiero volverme cada vez más gordo en tu álbum de fotos, como todos los enamorados que se quedan y se hacen viejos”.
¿Cómo es tu relación con Montevideo, desde las veces que venías a fines de los 90 y ahora conectado con artistas de la nueva generación como Franny y Blueberries?
Montevideo es una ciudad que me encanta y a la que siempre me gusta volver. Tengo muchos amigos ahí y me siento como en casa. A mediados de los 90’ descubrí a Exilio Psíquico e iba a verlos siempre cuando venían a Buenos Aires. Luego empecé a viajar a Montevideo y compartí escenario en Perdidos en la Madrugada con Buenos Muchachos y Supersónicos, dos bandas que me parecen buenísimas. Y ahora conocí a Franny Glass y a los Blueberries y también me parece excelente lo que hacen. Creo que tienen un gran futuro por delante.
¿Qué te llevó a filmar un clip en Montevideo?
Todo surgió de un mail que recibí una tarde, del director uruguayo Camilo Fernández, que me decía que le gustaba mi música, que había visto que no tenía ningún clip de la canción “Quiero aburrirme en tus fiestas familiares” y que por qué no hacíamos uno. Vi los otros videos de Camilo y me encantaron, así que acepté con sumo gusto. Luego surgió la posibilidad de hacer este concierto en SUBTE y nos pareció ideal para grabar en vivo la parte “en carne y hueso” del video, el resto es una animación que muestra a un pobrecillo novio cuasi devorado a la hora de la cena por su familia política y rescatado in extremis por su amada. 

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