El sello
Yaugurú publicó un poemario del colombiano Jotamario Arbeláez, uno de los
fundadores del movimiento nadaísta. Un verdadero acontecimiento poético y
editorial.
Hay acontecimientos que deben ser celebrados, cuando
se rompen fronteras editoriales y la poesía emerge como vehículo y nexo para
promover uno de esos raros casos de circulación de obras acaso lejanas pero tan
potentes y necesarias. Apelando al dudoso ejercicio de la memoria, se recuerdan
los casos de un poemario de un oscuro Ferreira Gullar, hace tantos años, o un
gran libro del peruano Antonio Cisneros en los buenos tiempos de Ediciones de
Uno. Hay más, por supuesto, y este reciente ejemplo editorial de Yaugurú
demuestra que la poesía y sus vasos comunicantes persisten, e insisten, en no
seguir las pautas de un mercado editorial cerrado y poco dado a las sorpresas y
las buenas intenciones. Montevideo, por suerte, a veces no está tan lejos.
El año 2011, el poeta colombiano Jotamario
Arbeláez, nacido en Cali en 1940, visitó Uruguay como una de las figuras
invitadas al Festival Ñ. Su presencia no pasó inadvertida, sobre todo para el
poeta y editor Macachín, quien cumplió con la promesa de publicar una antología
del nadaísta. El libro, titulado Culito
de rana, es un objeto raro, de culto, que organiza los poemas de amor de
Arbeláez. “Es el libro que más me ha emocionado, a pesar de que los cuatro
anteriores ganaron premios de poesía”, cuenta el poeta. “Éste quien sabe para
dónde va, yo creo que ocupará un puesto muy importante en la biblioteca del
otro mundo... Y ahí están los poemas que más me gustan”.
La edición de Culito
de rana se completa con la plaqueta Montevideana,
también de Yaugurú, que estampa en letras de molde la extensa entrevista que el
editor le realizara al poeta en el marco del Festival Ñ. La leyenda nadaísta,
el movimiento que fundó junto a Gonzalo Arango y otros agitadores en los
primeros años 70, fue parte central de la conversación: “El nadaísmo tuvo dos
sedes principales, Medellín y Cali. La gente dice: “claro, allí están los
antecedentes de los famosos carteles, que ensangrentaron de perico las calles
de Colombia y del mundo... Pero eso no tiene nada que ver, porque lo nuestro
era la práctica de una disciplina sinceramente mística... La guerrilla del M19
hizo la paz, los hippies hicieron la revolución y los nadaístas hicimos el
amor”.
Poeta pícaro, chispeante, zurcidor de crónicas en
verso libre, los versos que Jotamario Arbeláez reúne en su antología uruguaya
son textos de diferentes épocas en los que siempre está presente un bienvenido
cruce entre la urgencia cotidiana y la constatación de que, antes que seres
políticos, somos seres amorosos y hedonistas. Esos vasos comunicantes que lo
emparientan con vates locales como el propio Maca, Luis Bravo, Elder Silva y
sobre todo el posbolchevique Luis Pereira.
Muy buena poesía la de Culito de rana, un sabroso capricho de Yaugurú para acercarnos a
uno de los sobrevivientes del nadaísmo. “Para contrarrestar a la muerte que nos
acosa, la mejor inversión que se puede hacer con los cinco sentidos es la
inversión amorosa, salir de conquista”.
No comments:
Post a Comment