sacar todo para afuera hasta que la oscuridad se vuelva dulcemente luminosa



me recuerda a alguien, cercano, un gran amigo, un hermano que no tuve, el otro, el espejo, tal vez yo, tal vez uno de los tantos pibes que miramos una y mil veces la portada del primer disco de los estómagos porque ahí estaba algo peligroso, un borde, algo oscuro, ese maldito pospunk que fue santo y seña de una generación, los años pasaron y escuchar tantos discos y subir y bajar tantas veces y tantos héroes que se parecen y no tanto a ziggy stardust o a tom waits o a quien quieras que te explote la cabeza, para bien o para mal, me recuerda a un tiempo de dolores pequeños y niños con problemas, siempre malos tiempos para la rebeldía, porque daba y sigue dando lo mismo, y todo lo que hablamos se vuelve presente, me recuerda a alguien, cercano, yo estuve allí, otros también, se mezclan los cables, se mezcla todo, alguien desafina en un pub de mierda, alguien destila el fuego de tristán tzara y la sombra de curt-is-cobain, buena mezcla, buen corte, después empezaron a brotar canciones recitales cuevas discos amaneceres búhos, pintó noise posonettiano, dislexia posilustrada, cerveza en el piso, cuarenta dibujos en el piso, y siempre la misma cocina en la misma casa montevideana, el refugio, malvín, algo para bajar cuando las imágenes rebotan, las canciones rebotan, y sí, no hay otra, porque las palabras pueden decir apenas una parte de las cosas, ahí está pedro, me recuerda a alguien, un gran amigo, nos damos un gran abrazo después del último bar, ayer nomás, porque un poco antes de ayer, pedro dibujaba en gas, generación ausente y solitaria en offset, comiclips de loquillo gabinete ilegales, pedro sigue dibujando, no para, es lo mismo, el mismo ruido, papeles canciones poemas bordes de novelas al borde, va y viene, cerca de la rambla, cerca del parlante, cerca de esos niños y niñas freaks que coinciden en esa dulce melancolía que aprieta y duele, que viene del gris y la bruma, del tango y joy division, de esa inexacta canción de los cure que no tiene cura, simplemente me recuerda a alguien, un buen muchacho, otro muchacho, un pibe que está ahí porque escuchó tantos discos y leyó tantas palabras que tuvo ganas de ser parte de esa oscuridad que se vuelve dulcemente luminosa, y vomitar y vomitar y sacar todo para afuera... ah, sí, esto de los pixies pega, va a ser una noche diferente, una noche como tantas... y si mejor me contás de otros festivales, le digo a ese otro que se llama pedro y pide una patricia de tres cuartos.


_ ¿Fuiste al Montevideo Rock I, en el Prado?
_ Montevideo Rock I fue la mejor cosa que vi en mi vida como espectador. Por el show, por la acumulación de gente, por la cantidad de bandas. Iba desde las tres de la tarde hasta las dos de la mañana. Para mí fue muy fuerte. Antes de ver por primera vez a Sumo me gustaban, no era fanático, conocía unas pocas canciones, pero cuando los vi dije: “esto es posta, esto es increíble". Nunca vi algo tan arrollador en una banda. Me afectó. En el Montevideo Rock II, al año siguiente, me acuerdo que salí del Franzini re caliente por lo de Los Tontos. Les tenía muchísimo cariño y no me dio ninguna gracia ver a la gente tirándoles cosas. Me quedé re mal y me fui del show... Después no fui a ninguno de esos que había que ir a acampar. No me interesaba. Nunca fui muy copado con las muchedumbres, porque estás dependiendo de un montón de gente, de que se callen, de que no suban la mano para saludar.
_ Claro, después el rock se volvió popular, y vino el tiempo de los Pilsen en Durazno…
_ Si no hubiera sido para tocar no habría ido, porque no me gustan esas cosas. Lo digo en la mejor. Entiendo a la gente que lo hace. Tengo un amigo que al Pilsen iba todos los años con el hijo. Para otra banda de amigos el hito del año era irse a acampar al Parque. Eso me copa, porque está bueno, pero yo nunca iría porque no me dan las bolas. No estoy en contra. Al contrario, creo que son espectáculos que se empezaron a dar acá con escenarios de verdad, con buen sonido, con buenas luces. Esas cosas que nos dieron bandas como La Vela, como Notevagustar, como Buitres, que empezaron a armarse muy bien en la producción.
_ ¿Cómo te acomodás con los Buenos a este tipo de shows grandes?
_ A la altura que me tocó… bueno, me costó mucho más acomodarme en Juntacadáveres o en Perdidos que acomodarme a esto. La primera vez que toqué en un lugar grande creo que fue en el Teatro de Verano, con Divididos y Las Pelotas. Y claro… es una magia. El público está lejos. No pasa nada. Es tocar como si estuvieras en la sala de ensayo, pero con dinamita.
_ De modo que para vos es más difícil pelearla en las cuevas.
_ Sí, porque estás ahí, te ven, te escuchan. Vos los escuchás a ellos... y los ves a ellos. Tenés que manejar otros códigos, charlar, tirar un chiste, responder a lo que te dicen, porque no te podés hacer el que no escuchaste.
_ La Hermana Menor es otra de las bandas ideales para ver en lugares chicos, como ustedes...
_ Para mí es la mejor banda que hay acá, por lejos. Desde cómo escribe el Tussi, que para mí es un grande de la literatura uruguaya, hasta cómo arma esas bandas con los músicos que tengo ganas de escuchar. No sé, es rarísima La Hermana Menor. Todas las formaciones que le conocí me gustaron, siempre.
_ Y vos, Pedro, ¿cómo te sentís estos días, antes de tocar con los Pixies?
_ Es medio raro. Me gustaría estar del lado del público, estar pero no tocar. No sé si quiero estar detrás del escenario y que pase que ellos estén impacientes por la prueba de sonido, cansados de la gira y tantos shows... saber que yo no sé inglés y me trabo... El resultado más grande que saco de todo esto es que la gente que me encuentro en la calle me felicita.

***

bautismo y otros mitos del barrio.
_En cuarto de liceo, en el Suárez, un compañero que era muy gracioso me puso Pedro Picapiedra. A partir de eso, cuando mis amigos me iban a buscar, en general los viernes de noche, me empezaron a llamar Pedro. De ahí en más fue que mi verdadero nombre, Alejandro, fue desapareciendo.
_ ¿De qué año estamos hablando?
_ Cuarto de liceo, eso fue en el 83 o en el 84... soy muy malo con los números. Muchos años antes, por sexto de escuela, iba a practicar básquetbol al Trouville, mini, cadetes, esas cosas. Como andaba siempre con Marcelo para todos lados, nos habían puesto “los Dalton”. Y bueno, cuando empecé a dibujar en Gas Subterráneo, por el 87, junté ambas cosas y quedó Pedro Dalton... Había una cuestión de que era ilegal, entonces todos nos habíamos puesto sobrenombre, Bérgamo Vereda, Lagartija Nick, Tussi. El mío quedó. No sé por qué. Quedaba bien.
_ ¿Cuándo salió lo de la revista?
_ Un día me llama Gerardo Michelín y me dijo que estaba sacando una revista y sabía que yo dibujaba. Él estaba en otra clase, pero éramos de la misma edad. Nos reunimos en el bar Prado, a la vuelta de casa. Él vino con su idea, lo de GAS como "generación ausente y solitaria". Me encantó y me puse las pilas.
_ ¿Cómo era el trabajo?
_ Todo armado a mano. Recién en los últimos números empezamos a armar las cosas en columna, por computadora. Nos juntábamos un domingo y lo armábamos todo en una tarde, desde las dos de la tarde hasta las tres de la mañana. Era un laburo artesanal, alucinante. Estábamos Jorge (Bonomi), Fernán (Cisnero), Gerardo (Michelin) y yo. Después se sumaron otros. En el número 4, por ahí, empezó también a dibujar Sandra (Viscuso), que la conocí en el taller de Clever Lara. Lo hacíamos por amor al arte y nos encantaba. Mucha tinta china, coteados, esas boludeces. Fotocopias, collages… estaba bárbaro.
_ Me acuerdo de las historietas que publicabas, que eran adaptaciones de canciones.
_ Hice "La mataré" de Loquillo, "La sangre de tu tristeza" de Gabinete Caligari, "Princesa equivocada" de Ilegales, "Frío oscuro" de Los Estómagos.
_ Tres canciones españolas y una uruguaya... digamos que por las cañerías de GAS circulaba mucho rock español. ¿Cuándo empezaste escuchar a las bandas de la movida?
_ En realidad había empezado mucho antes... cuando Gustavo Parodi trajo de España como ciento cincuenta discos de rock español. Todos estábamos esperando discos ingleses y él trajo de rock español... y entramos a consumirlo a mansalva. Gabinete, Loquillo, Ilegales, Siniestro. Todas esas bandas estaban alucinantes... La Polla Records, también. Un tiempo fui fanático de La Polla, era mi música hasta que en un momento hice un quiebre.
_ Hasta el disco No somos nada...
_ Sí, más o menos por ahí. Los discos que me gustaban eran Salve y Revolución. Pero después me quedé con Nick Cave y Tom Waits, cuando empecé a escuchar un tipo de música que era más lo que yo estaba buscando a nivel de oído... fue natural. Yo estaba en un momento súper sombrío. Uno que pega fuerte pero que es más irónico y cómico, que es Tom Waits, y el otro bien desquiciado, para abajo... Cave.
_ ¿Y los ingleses, pienso en los Pistols, los Clash, también los Cure?
_ Eso fue antes, a través de mi primer "dealer", que fue Gonchi (Gonzalo López, medio hermano de Vicente y Pablo Martín). Yo iba a la casa de ellos y estaba llena de pósters de Johnny Rotten, de los Clash, de Joy Division. Tenían un montón de discos, todos traídos de Europa, que Vicente no te dejaba tocar. No los fueras a rayar… ediciones inglesas, cosas alucinantes que fui descubriendo. Me acuerdo de una vez que grabé "A forest" de The Cure y "My way" en versión de Sid Vicious. Grabábamos al aire, con los parlantes metidos ahí al costado. Esa gente fue fundamental, son los tipos que me llevaron a entender que había un tipo de música diferente… como más jodido que lo que sonaba en la radio.
_ ¿Y los Pixies?
_ Es una banda que me parecía increíble... fue a través de Gabriel Barbieri que empecé a escuchar bandas como Pixies, Sonic Youth, incluso Nirvana… cuando empezaron a destaparse esas bandas grunge.
_ ¿Qué estás escuchando ahora?
_ Hasta el año pasado estaba copado con la posibilidad de bajarte miles de discos en Internet... pero ahora estoy un poco harto. No estoy escuchando nada. Tengo la oreja averiada.
_ Habrá que volver a Bowie, a Ziggy Stardust...
_ Es una buena propuesta.


***

generación ausente y solitaria.
_ Cuando empecé a hacer la revista me sentía parte de un montón de gente, de esa juntada que se hacía en la feria de Villa Biarritz al lado del puesto de discos de Orlando y el Mono. Era una movida que se había generado ahí sin querer, porque empezamos a vender la revista ahí, empezamos a agitar ahí. GAS tuvo mucha prensa porque se generó como un fenómeno. Éramos parte de la generación que empezó a poder hacer algo después de la dictadura. Hubo una especie de destape, por decirlo de alguna manera. Éramos una generación ausente y solitaria, y la ausencia se empezó a terminar ahí.
_ ¿Cómo viviste la movida?
_ A escala uruguaya fue una movida grande. Hoy en día ningún pibe estaría sacando una revista de fotocopias. Ese lugar lo estaría ocupando Freeway, Pimba, Neo… la movida de hoy es absolutamente diferente. No son tan "ideológicos", lo cual me parece perfecto: el mundo cambió y no voy a pretender que sientan lo mismo que sentía yo. Nosotros chocábamos un poco con los más grandes, con la gente del Canto Popular, que también eran jóvenes pero se habían morfado toda la adolescencia en dictadura... para ellos nosotros éramos frívolos... Los Estómagos era lo que más me gustaba en ese momento. Los Traidores también, pero…
_ ¿Te identificabas más con “la puerta cerrada de mi cuarto, a mi alrededor la oscuridad”?
_ Y… yo era para abajo. Lo sigo siendo. Ser para abajo quiere decir ser introspectivo, hablar de vos, meterte en tu mundo. En ese momento estaba para el orto, pero lo pude sacar para afuera.
_ Pocos saben que hiciste la ilustración de portada del disco Tango que me hiciste mal, el primero de Los Estómagos...
_ Sí, yo tenía una conexión grande con Gabriel (Peluffo) y con Gustavo (Parodi). Las primeras veces fui de público y después empecé a hacer con Guille (Peluffo) las escenografías, las luces, lo que fuera. Estaba metido mismo, conectado directamente con la propuesta estética. Me sentía como que era un estómago.
_ ¿Cómo fue el show de despedida del grupo, en el cine Cordón?
_ Con el Guille tiramos unas luces… cuatro focos de mierda que no iluminaban un carajo. Fue una noche muy especial, en la parte emocional lo puse en mi lista de los cuatro mejores recitales que vi en mi vida... Hay dos de Los Estómagos: el primero y el último que dieron.
_ ¿Estuviste también en el primero?
_ Sí, fue en el Centro de Protección de Choferes de Pando. Ahí estuve. Tenía 16 años. Fue alucinante. Fuimos con Vicente y mi hermano Orlando en un Copsa, no sabíamos dónde bajarnos ni nada. Vimos a un flaco con una campera de cuero, medio punqueque y le preguntamos: “che, ¿vos vas a ver a Los Estómagos?". Y nos dice: "Yo, yo… canto, yo les digo dónde se bajan”. ¡Era Gabriel!

***

dos hermanos rockeros y uno que pinta, escribe y canta.
_ Mi viejo tocaba el clarinete y el saxo alto en bandas de jazz, en cabarets, y tocaba en la banda policial, que era su sueldo fijo. Pero en el ochenta y pico tuvo un problema, una enfermedad en uno de los pulmones, que lo obligó a estar como cinco años en cama. No pudo tocar nunca más... Mi vieja también escuchaba mucha música, pero sobre todo mi viejo… que era fanático de Bruce Springsteen, de Sting, de Gardel, de Glenn Miller, de Benny Goodman, y también lo fue de los Cadáveres Ilustres, de Los Estómagos, de Buenos Muchachos. Siempre nos dejaron hacer, nos dieron para adelante.
_ ¿Quién fue el primero en dedicarse a la música?
_ Orlando fue el primero que se dedicó, cuando empezó con Cadáveres Ilustres. Marcelo era pendejo... viste que a esas edades se nota mucho la diferencia de uno o dos años. Pero así como Orlando y Marcelo fueron directo para la música, yo fui para la pintura, que estaba muy presente en la casa de Gonchi, Vicente y Pablo... por el padre, el pintor Vicente Martín, y su pareja, la crítica de arte María Luisa Torrens. Fue gracias al consejo de ella que me metí en la UTU de artes gráficas y fui dos años al taller de Nelson Ramos... Me faltaba un poco la parte de dibujo, pero en eso Vicente padre fue muy importante, cuando me aconsejó que fuera al taller de Clever Lara.
_ O sea que tu camino era otro...
_ Sí, claro, estaba totalmente metido en la pintura hasta que un día el cantante de Neanderthal, Daniel Turcatti, tuvo que dejar de cantar porque tenía problemas en la garganta. Éramos muy amigos con Daniel y le pregunté si podía ir a probarme en un ensayo... Y ahí tuve como una especie de flash, quedé de cara, porque lo de cantar me pareció increíble. Estuve un año y pico en Neanderthal, hasta que Daniel empezó a recuperar la voz. Vi que estaba entorpeciendo la cosa y me abrí... En el Foto Club conocí al Topo, que tenía una bandita de barrio, y nos juntamos con el batero para formar Buenos Muchachos. Para no aburrirnos los domingos, solo para eso. Nunca pensamos que llegásemos a ser una banda.
_ Salgamos de la banda, de los Buenos, para hablarlo en otro momento... cuando publiquen nuevo disco, ¿te parece?
_ Hecho.
_ Me interesa saber de tu relación con la letra, con la palabra...
_ Siempre leí mucho. Bradbury, Quiroga, Felisberto Hernández. Pero no era adicto a la lectura. El tema fue cuando empecé a escribir para Buenos Muchachos, porque nunca antes había escrito letras de canciones. Un día me compré una libretita y una lapicera y empecé... pero después me di cuenta de las dificultades que había para escribir poemas arriba de canciones y tratar de mantener una cierta cordura, de no rimar al pedo, de no cambiar la acentuación para rimar. Cuando lo hacía era porque necesitaba hacerlo y porque calzaba. Y fue cuando empecé a escribir. Después, cuando conocí la computadora, en la casa de un amigo que tenía una de aquellas de pantalla negra y letras blancas, fue que empecé a escribir una especie de novela, por una cuestión de necesidad de no pirar de la cabeza... estaba re mal de la cabeza en ese tiempo. Estaba con mal de amores, estaba mal de guita. Empecé a escribir y eso te salva.

***

ese asunto de trabajar y sobrevivir.
_ Me dediqué a pintar casas hasta hace dos años. Laburaba de eso. Me mantuve en eso sabiendo que me permitía seguir tranquilamente con lo mío. La banda, por otra parte, no tiene ningún tipo potencial para meternos en lo comercial, no porque no quisiéramos sino porque nos meteríamos en un brete.
_ ¿Cuándo empezaste a trabajar pintando casas?
_ Empecé laburando con un loco que hacía reformas. Picaba baños, esas cosas. Después con Nacho y el Topo empecé a pintar y a dedicarme a la pintura de casas. Ahora sigo haciendo changas porque me viene bien... Una idea que tuvo el Topo, o Marcelo, no me acuerdo cuál de los dos, era salir a tocar con la ropa de trabajo. Yo salgo, para mí estaría buenísimo, pero el Ale qué hace... ¿se viene vestido del Banco de Seguros? Y el Negro, que es diseñador, qué hace... ¿sube al escenario con la laptop? Es muy loco. Si todos tuviéramos oficios todavía…
_ ¿Cómo son todos estos últimos años en que la banda empezó a crecer de una manera que quizá no esperabas?
_ Muy bien. Re firme. Fueron muchos años de pelearla. De pelear todo: que te pongan este parlante, el micrófono… Ahora salís y estás respaldado. Fue la misma sensación que tuvo Gabriel Peluffo cuando tocó en Pando y en el Templo del Gato y salieron los primeros festivales. Cuando dominás el escenario chico, después el grande… lo llevás bárbaro. Amanecer búho fue el primer destape. Aprendí a no desechar nada. Si acá me dejan decir todo lo que quiero decir… la premisa era ésa. Mi música me gusta, la quiero, está buena y quiero que la escuche todo el mundo, siempre y cuando se respete lo que quiero hacer. Con eso ya está.
_ ¿Te sentís más de Pocitos, o de Malvín?
_ De Malvín, me hice de Malvín. Es un lugar que me hace creer que siempre va a estar ahí. Después, cuando le dejé el lugar que tenía en Malvín a mi hermano Marcelo, me volví a Pocitos...
_ Encontraste otro barrio.
_ Sí, más bien... después tuve la necesidad de irme a vivir a Buenos Aires, lo cual me hizo bárbaro, porque es insoportable Bulevar España y Benito Blanco a las siete de la tarde.
_ Y ahora estás entre Buenos Aires y Malvín...
_ Lo que me pasó es que cuando fuimos a Buenos Aires a promocionar Amanecer búho me enamoré de la ciudad. Venía de un noviazgo que se terminó, estaba muy mal. Y qué mejor que tapar el ruido de adentro con el ruido de afuera. Buenos Aires es ideal para eso. No te podés distraer, no podés pensar porque te pisa un auto. Me gustó pila. Fue la vez que hicimos cuatro fechas en Imaginario, un boliche de allá, y en la última conocí a María. Fui y vine muchas veces hasta que en un momento dije: me quedo. Desde hace seis años venimos llevando esa historia... En este momento estoy más acá, pero nunca se sabe.

((Entrevista publicada en Freeway, octubre de 2010. Fotos: Pata Torres))

1 comment:

Sirviente Invisible said...

buena info ! gracias !

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