fabián acosta, el cerebro detrás de max capote, se dedicaba a grabar grupos de cumbia villera en su estudio casero del cerrito de la victoria. un día lo convocó dani umpi para un show, y al día siguiente otro cazatalentos –nico costa, más conocido como el músico electrónico loopez- se ofreció para producir el disco debut de uno de los secretos mejor guardados de la escena montevideana.
desde entonces se volvieron habituales las presentaciones de capote en el pub pachamama, desgranando un frívolo repertorio con dos canciones muy festejadas: la increíble versión del eterno bolero ‘quizas, quizás, quizás’ a dúo con umpi y ‘me gusta el capitán spock’ acompañado por las coristas primitas t. entre sr. coconut y sergio pángaro, pero también entre beck y plastilina mosh, la actitud de la estrafalaria banda dirigida por acosta es de fiesta lounge, de explicitación de una sana decadencia, en un divertido set que vuelve certeza el verso “la música no tiene moral” de los babasónicos.
grandes éxitos, el disco producido por loopez, no deja lugar a dudas. capote es la nueva bestia pop. el propio jorge drexler dijo, en su última visita a montevideo, que la canción ‘julia’ era la mejor que había escuchado en años en uruguay. podría decirse lo mismo de ‘necrofilia’, ‘chipiscuis’ o ‘invierno’. todas canciones tan elegantes como encantadoras. y hay que apurarse, porque de la factoría que acosta tiene en el cerrito puede salir la próxima revelación rioplatense.
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