bailar, sin perder la ternura jamás



hay pocas canciones tan perversamente cándidas como ‘like a virgin’, eternizada en la imagen de la entonces aspirante a diva correteando punkie por venecia. eran los años ochenta. había que vestirse diferente. había que ser dark, tecno o new romantic. la nueva estrella se apropiaba de la ropa chillona, de los guiños punk y los llevaría para siempre a la discoteca. no se puede parar la música. no se puede parar de bailar. tampoco de histeriquear.
madonna reinventó el dance y se adelantó a cada nueva moda. siempre llegó antes. su afinada intuición pop la hizo esquivar los lugares comunes. siempre. y buscó rodearse, en cada momento de su carrera musical, de productores capaces de jugarse paradas riesgosas al mismo tiempo que construían un hit tras otro. desde john benítez (admirador incondicional de gloria gaynor) hasta el francés mirwais (¿existe alguien más cool que ahmadzaï en el planeta?).
y hay pocas canciones tan perfectamente provocativas como ‘like a prayer’, en plena era reaganiana y utilizando el fetichismo cristiano en plan sexual. ya entrando en los noventa la chica se adelantó a la hipnosis rave con ‘vogue’, dio clases de baile en la bellísima ‘human nature’ y nos contagió su madurez espiritual en ‘frozen’. todo esto sin mencionar una línea de su envidiable habilidad para capitalizar escándalos sexuales, amoríos con un keneddy, peleas con sean penn, flirteos con prince y warren beatty, una película hecha a su medida (a la cama con madonna), un libro de fotos rozando el porno, el nacimiento de su hija lourdes. siempre en primera plana. y después el papel en evita, los premios grammy por frozen y su radicación en inglaterra tras enamorarse del cineasta guy ritchie. para algunos especialistas se acercaba el fin del reinado de madonna en el pop. demasiada tranquilidad. la adolescente ordinaria se estaba aburguesando.
¿cómo reconvirtió madonna su carrera en el siglo veintiuno, pasando los 40 y con un presente de estabilidad emocional? la clave radica en mirwais ahmadzaï, un nombre desconocido para los spots (como diría r.f.l.), quien pasó de ser una figura de culto en la escena electrónica francesa para convertirse en diseñador de sonidos de la nueva madonna. compartió créditos de producción con william orbit en el cd music y ahora es protagonista de american life, componiendo y produciendo en tándem todos los temas de la nueva obra.
el último rubor adolescente de madonna se podía encontrar en la exitosa versión de ‘american pie’, con el sello de orbit, de un dance burbujeante y frívolo. y la primer señal de la era mirwais estuvo en el show en vivo de music, en esos momentos en que madonna abandonaba la escena de baile y los figurines para colgarse una acústica y pelar canciones folk-electrónicas en su nueva piel de cantautora.
y así precisamente es toda la épica de american life, con sus puntadas anti american dream, una sucesión de canciones donde mirwais y madonna utilizan la técnica electrónica para entramar sonidos de diseño con rasgueos de guitarras, loops quebrados con melodías en tono de baladas, la utopía helada de lo sintético con la eterna inocencia de la cantante. ambos productores parecen haber encontrado el secreto, la llave para integrar el riquísimo mundo de la electrónica al pop. no son lo primeros, por supuesto, pero lo parecen. y cada canción, desde ‘hollywood’ hasta ‘i’m so stupid’ transfieren esa alquimia de lo complejo vuelto simple, de las ideas de diseño transformadas en canción. el único descanso que se dan es en los dos primeros hits del disco –‘die another day’ y ‘american life’-, que pese a ser las más expuestas difieren del resto del disco sin llegar a decolorar el excelente resultado final.
american life es un cancionero ultra-refinado, sintético pero jugado a la sensibilidad. madonna continúa siendo la reina, y esta vez –vivir en europa no es lo mismo que estar en estados unidos- tuvo la oportunidad de disentir (parental advisory incluído) con el negro papel que su país protagoniza en la escena internacional. sus colores actuales: rojo y negro. chic, por supuesto. pero acompañando los actuales vestidos de una verdadera revolucionaria.

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