rebelión

Hay veces que las cosas no salen del todo bien. No me refiero a algo especialmente grave. Nada de eso. Me refiero a pequeños infortunios. A la cancelación del recital de una banda que te encanta, por ejemplo. Este mismo año 2019, sin ir muy lejos, me pasó una variante acaso más terrible. Por andar bien distraído, y en tantas cosas, me enteré tarde de un show de Nathy Peluso en La Trastienda. Digamos que cuando me enteré, la rapera con el flow más deforme en nuestra lengua, una verdadera equilibrista de rimas peligrosas y disonantes que vengo escuchando con no tan moderado fanatismo desde que alguien me recomendó el video "Esmeralda", ya se había tomado el avión de vuelta para España o quien sabe para qué sitio insospechado. El que sí llegó a tiempo fue un amigo que me trajo el ep de la Nathy, en vinilo, 45 rpm, el que tiene "La sandunguera" y se llama La sandunguera (si ponen "la+sandunguera+nathy+peluso" en Youtube les aseguro que se les vuela la bata), y que tiene también "Hot butter", que es un tema hipnótico, un homenaje zarpado a la Winehouse, con oficio R&B que larga con el fraseo "fresh, money, bitches in my pocket, latin chocolat, come here and suck it" y que remata unas líneas más adelante en plan "traigame una doble cheese con peperoni, oh baby, nasty not you're no so horny". De todos modos, la alegría no es completa. La sandunguera no tiene la canción más explosiva de la Nathy, que se llama "Corashe" (11 millones de vistas en Youtube, que viene a ser una cantidad discreta si la comparamos con Rosalía, pero no es momento de entrar en comparaciones, porque a mí, y lo sostengo con particular entusiasmo, Nathy Peluso es insuperable).

Dirán que son cosas que pasan. Dirán que no es nada grave perderse un show, ni que tu canción preferida no esté en el disco que tenés en tu casa (todo se arregla con Youtube, ni más ni menos), pero pasaron este año 2019 otras cosas dificiles de superar. El que iba a ser el festival del año, el Río Arriba, se canceló unos días antes, y unos cuantos no tuvimos la oportunidad de disfrutar de El Mató, Eté, Julen, Alfonsina y Las Ligas Menores, todos juntos en un mismo escenario. ¿Qué más se podía pedir? Era una grilla casi perfecta, y digo casi perfecta porque podrían haber estado también los Nadadores, o La Foca, o Jhona Lemole, o Nico Molina. Pero bueno, eso poco importa ahora, porque no sucedió, porque no sonaron las canciones de La dinastía Scorpio ni las de La síntesis O'Konor en el Teatro de Verano, y tampoco sonó una de las canciones del año en Uruguay, "Hambre", firmada por la máquina épica de Los Problems y con toda la fuerza performática de Ernesto Tabarez.

Otro infortunio de proporciones tuvo que ver con Ilegales, la histórica banda asturiana comandada por el rocker Jorge Martínez. Una de mis debilidades, porque estoy seguro -y lo discuto a quien quiera discutirlo- que hay pocos cancioneros más macarras e incorrectos que el de ellos. Tocaban en Buenos Aires, ahí nomás, pero no pude ir; tuve que cancelar toda posibilidad de escuchar las nuevas canciones y el más que emocionante recorrido por el repertorio. Y tuve que cancelar también la posibilidad de entrevistar a Jorge Ilegal. Lo que no es menor, por la sencilla razón de que en los últimos años me he decidido a completar mi colección privada de entrevistas con rockeros españoles de los 80. Y no es que se den muchas oportunidades.

El primero fue Loquillo, para la revista Freeway. Fue nota de portada y el inicio de una buena amistad. Por supuesto que estuve en el show del Loco en La Trastienda, que no recuerdo si fue la misma noche que estaba enfadado porque Montevideo le daba las llaves de la ciudad a Kusturica (para un español de izquierda es impensable que un gobierno de izquierda sudamericano celebre a un nacionalista serbo-bosnio), o la vez que aprovechó para filmar el clip de su versión de "Mincho bar" en Plaza Independencia, la Rambla, el Parque Rodó y otras locaciones montevideanas. El segundo fue Jaime Urrutia, la primera vez que vino a Montevideo, acompañando a su escudero y amigo Esteban Hirschfeld, el teclista mocker y caligari. En esos días se armó un homenaje privado a Los Mockers (participaron los Astroboy) y a Gabinete Caligari (participaron los Cadáveres Ilustres), y Jaime quedó impresionado de encontrar a miles de kilómetros de la Gran Vía veteranos de tantas guerras que conocieran "Tomando el airecico" y "Solo se vive una vez". Después, en otra oportunidad, la seguimos en Madrid y me mostró los sitios emblemáticos de la movida. Y, por último, me tocó entrevistar a Alaska y a Nacho Canut, animadores por excelencia de toda la nuevaola madrileña y creadores del himno "A quien le importa". A los Fangoria, que nunca pisaron Uruguay, los pude ver en un teatro de Buenos Aires, teloneados por las Nancys Rubias.

Mucho antes de que todo esto sucediera estuve en el sótano donde tocaron en Montevideo los gallegos de Siniestro Total. No recuerdo haberlos entrevistado, pero juro que los vi, y tengo muy claro que eso fue en diciembre de 1997. Si hace veintidós años, los Siniestro ya estaban "de vuelta", en el sentido de que la época de oro de la movida ya había pasado y eran poco menos que piezas de museo, es fácil comprender que la ocasión de ver un show de Ilegales, en 2019, significaba cerrar el círculo ochentero de Loquillo-Gabinete-Alaska-Siniestro-Ilegales, mis cinco preferidos de la época de oro del rock español.

No sucedió. Eso ya lo dije. Comprueba que hay veces que las cosas no salen del todo bien. De todos modos, pasó algo especial con Ilegales, con las escuchas que hice y sigo haciendo del disco Rebelión, que viene a ser la inesperada producción 2018 del trío comandado por Jorge Ilegal, contemporáneo a los discos de Nathy Peluso que me tienen intoxicado. Y lo que pasó es que las nuevas canciones de Ilegales suenan como las de hace 30 años, mantienen una intensidad similar, resuenan el mismo punk rock macarra de "Agotados de esperar el fin" y "Tengo un problema sexual". De algún modo logran algo muy difícil de lograr: romper el tiempo, escapar de toda pátina de nostalgia, y lo hacen paradójicamente sonando igual, como si nada hubiera pasado. El secreto posiblemente esté en las letras y la voz de Jorge Ilegal. O en la rebelión, en esa inflexión auténticamente punk que se vuelve presente puro con canciones que son pura dinamita como "Si no luchas te matas".

Debería decir algo más. Pero no. No sale. El único disco que tengo ganas de escuchar, después de intoxicarme con la Nathy y con Jorge Ilegal, es La dinastía Scorpio. Es la banda sonora de la próxima rebelión. Y lo digo absolutamente convencido. Son canciones perfectas. De dientes apretados. De amor y furia. Épicas. Están esperando, ahí, que algún viento las convoque.


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