el disco de un tal federico


Muchos lo señalan como el mejor disco uruguayo del 2014. Lo es. Acompaño ese juicio exaltado. El debut de Julen y La Gente Sola contiene diez canciones que se pegan desde la primera escuchada y funcionan en tiempo presente, frescas y directas. Un exquisito cancionero que asoma como una de las obras más provocativas de la escena independiente montevideana, la de una nueva generación de bandas y cantautores que publican en sellos virtuales.
Sesión diecisiete: “Julen y La Gente Sola” (Julen y La Gente Sola).


- ¿En qué andás? Andabas medio perdido...
- Me volvió a pasar.

- ¿Es bueno o malo?
- Depende de cómo lo interpretes. Había decidido no meterme en el clásico debate de las listas de los mejores del año. Dejé que pasara el tiempo. ¿Me explico? Pero no pude contenerme. Así que me volvió a pasar: tengo necesidad de escribir sobre el disco que más me gustó el año pasado. Aunque ya sea abril.

- Si lo decís así, que es por necesidad, me parece bueno.
- También tengo ganas de provocar un poco.

- ¿Cómo es eso?
- Provocar, molestar. Decir algo que no le guste a...

- ¿A quién? Te quedaste trancado ahí.
- No sé, es una boludez. A esta altura debería haber aprendido algo. Sobre cómo funcionan los recambios generacionales, las rupturas de paradigmas. Parece tan sencillo, y sin embargo siempre se cae en la misma trampa: lo nuevo no es aceptado, es tomado como ingenuo, inmaduro, acaso raro, incluso pintoresco. No es tomado en serio. Y es así, funciona así, aunque tampoco lo nuevo implique novedad y no sea más que un giro oportuno y feliz, aunque de mayor interés que discursos agotados y cancioneros repetidos. Entonces se lo ahoga, se lo invisibiliza, para que pague derecho de piso, para que no compita demasiado. Y como generalmente se trata de gente nueva, que no conoce los códigos, la tiene que sufrir y muchas veces se pierden en el intento.

- Pará, tranquilo. Te estás yendo al carajo.
- No puedo parar. ¿Ves? Me entro a calentar y a vincular otras cosas que pasaron y siguen pasando, a interpretar que la velocidad de los cambios de discurso es más lenta de lo que debería ser, y así estamos, viviendo hegemonías tardías: la de la generación de los sesenta en la política, la del rock popular de la pos-crisis en la música. ¡Somos incapaces de descargar un disco de Julen y La Gente Sola! Y si lo hacemos, lo despreciamos porque Fede tiene una voz rara, porque la banda no suena "pro", porque -eso es lo que creo- nos es imposible conectar con canciones pop, y acá viene lo más uruguayo de este problema, el hecho de que en Uruguay despreciamos el pop.

- Paremos por acá. En serio. Tengo miedo de que por tratar de decir algo original termines diciendo disparates.
- Eso no me preocupa.

- A mí sí me preocupa. No quisiera ver una colección de comentarios tomándote el pelo.
- En todo caso serían mis disparates, no los tuyos.

- Ok, pero en lugar de que sigas vinculando una cosa con la otra y sigas derivando hacia el error, podríamos probar con un juego de preguntas y respuestas. ¿Estás de acuerdo?
- Dejame terminar con la idea. Nada más que eso. No voy a hablar de los raros, ni de la generación del 45, ni de Felisberto, ni de Levrero. Nada de eso. Te lo prometo. Simplemente quiero decir que los planteos pop inteligentes han sido eventualmente despreciados, o dejados de lado, empezando por Los Tontos. Te tiro más ejemplos: Exilio Psíquico, Sordromo, Astroboy, Max Capote, Mersey.

- Puede ser. Es una forma de ver las cosas. Pero si entramos a definir qué cosa es pop, tendremos que empezar por Jaime Roos. Y te recuerdo que estamos en una "era Jaime", en la que ha pasado a ser un intocable, y eso está más que bien: amado por todas las generaciones y todas las estéticas. Y Jaime es emblema de pop, de Montevideo, de cancionero masivo y aceptado. Así que lo mejor es que no te enredes en el debate y en falsas oposiciones entre el pop y lo raro, porque el mundo ya dio muchas vueltas, y sino mirá las piruetas que sigue dando el Cuarteto de Nos, o hasta el mismísimo Fernando Cabrera. ¡El mundo cambió! ¡Muchos raros tomaron el poder!
- No creo que tanto.

- A mí me parece que es una cuestión de tiempo.
- ¿Ves? Eso es lo que me molesta, lo de los cambios lentos, lo de ir aceptando las cosas progresivamente. Sería más saludable que escucháramos las canciones de Julen ahora mismo, o las de Eté.

- Pienso diferente. Me parece que el problema está en vos. En esa típica ansiedad de la crítica, de anticiparse, de encontrar la novedad.
- Vivo de eso.

- Entonces, manejate. No te estreses tanto. Y ya que estamos, ¿qué es lo que tanto te gusta del disco de Julen y La Gente Sola.
- Ya te dije: las canciones. Me gustan todas. Tienen un aire romántico. Son frágiles. Se deslizan rápido a estribillos amables. Los arreglos de guitarra son leves y cuando menos lo esperás se van a un tono épico y se suman capas y más capas. Hasta casi tocar el ruido. Así empieza "La chica del mantenimiento", que va tomando volumen con teclados y riffs. Y termina bien rápido. Te queda esa sensación de que recién estabas entrando en el juego. Pero enseguida viene la batería que abre "Trotsky Vengarán", bien seca, que empieza a armar una canción un poco más guerrera.

- Ya escuché hablar de esa canción. Hay gente enojada.
- El que se enoje no tiene sentido del humor. Es una joyita. Una declaración de principios. Explota. "Voy a hacerle una canción más linda/ aunque nunca la vaya a escuchar/ porque no es de la Trotsky", canta Fede. Muy buenos versos. ¿Sigo?

- Te noto entusiasmado.
- Después viene "Nunca viajé en aviones". Le canta a una chica que no encaja, como tampoco encaja él. Como que lo que se va contando es que no está nada fácil crecer en esta ciudad, encontrar un lugar. Me gusta que todo suceda en un contrapunto feliz, de canción casi festiva. Y vuelve a cerrarla rápido, antes de que se agote la idea.

- Vendría a ser agridulce.
- Algo así. Aunque "Omnibuses", la que sigue, es una foto bien agria. Ahí no hay matices. Es corta, depre y lo dice todo en pocos versos: "El mundo está pudriéndose ante vos y yo/ miro las ruedas de los autos/ y dejamos pasar/ ómnibuses/ que no te van a llevar".

- Es raro.
- Mejor no usemos esa palabra.

- No te preocupes. Me refería a que es raro que estemos hablando de las letras.
- Esa es una de las cosas que más me entusiasma. Volver a escuchar letras, a prestar atención a lo que se canta. Hay una vuelta a eso, que tiene que ver con toda la movida de los cantautores, pero también con artistas que se viene preocupando por contar algo, con dejar de lado toda esa historia de los músicos para los que la voz es un instrumento, un pretexto, una capa más. Y Fede escribe con una pluma que engancha directo con la del Tussi, con lo que escribe Eté, con una intención de contar cosas cotidianas, sin dar muchas vueltas, pero con una poética cuidada y muy aguda.

- Y después de una canción cortísima, una canción larga... Eso es estilo, ¿no?
- Exacto. Porque es así: después viene "Alquimista", que son cinco minutos cuarenta y cuatro segundos de puta madre. Es la canción en la que se suman más guitarras, la que tiene más texturas. El teclado marca el tono. La bata y el bajo acompañan. Y tiene el estribillo más perfecto de los que ha escrito Fede: "Ahora estoy con vos, me podés explicar que me pasa?/ es mucho mejor que estar solo haciéndome la paja". Imposible no emocionarse. Imposible no creerle.

- La que sigue me intriga. Se llama "Julen".
- Es el momento bien introvertido del disco. Es también la canción más compleja en su estructura, con aires anti-pop, la que más coquetea con ruido y desafinaciones. Tiene un aire Franny Glass, un algo montevideano, un toque cabreriano, una insolencia.

- ¿Julen es Federico?
- No. Y espero que no se le arme ese lío de identidades que tiene Gonzalo Deniz, que no es Franny pero todos le dicen así, porque el personaje creció demasiado y ya no tiene marcha atrás. Pero es natural que los que hablan de la banda lo llamen Julen, así que el tiempo dirá y seguro se le complique. Te iba a decir una cosa más, sobre la guitarra. Hacía tiempo que no me gustaba tanto un guitarrista de canciones. Tiene un toque muy personal que hace que en un pequeño punteo o en un rasgueo te defina el color de una canción. Toca estados de ánimo, y eso no es nada fácil. Y lo mejor es que lo hace con acordes bien simples. Como la intro de "Canción nueva", que es otra de las que más me gustan del disco.

- Dijiste que te gustaban todas.
- Y sí. Pero esta tiene algo especial, y tiene la mejor letra del disco. "Ahora abandoné el liceo y estoy jugando al play/ mintiéndole a mis amigos/ diciéndoles que estoy bien/ .../ Me aburrí de este futuro/ se va todo a la mierda/ y lo único que quiero/ por mas cursi que parezca/ es estar con vos/ así sea en contra de tus intenciones".

- El amor. Siempre el amor.
- El gran tema del pop.

- Supongo que en alguna "ella se va".
- ¡Acertaste! Le queda muy bien a Fede cantar ese verso que ha cantado tanta gente. La que se va se llama Sofía, que anda dando vueltas por algunas otras canciones. Y lo que tiene la segunda parte del disco es que todo se va aquietando, como que duele, como que las canciones que se van sumando van dejando huella. Y me gusta lo que va dibujando la batería, porque siempre suena seca, porque no es perfecta, pero se anima a participar de la emoción, lo que no es nada fácil. Me hace acordar, aunque no tenga que ver directamente, con la batería de Mariott en el primer disco de Los Estómagos, que era una batería cien por ciento emocional.

- Esa canción que suena ahora, ¿cómo se llama?
- "Asuntos lejanos". ¿Viste cómo se pone al final? Ese loop es muy intenso, tiene algo de vals. Y deja paso a la canción más larga del disco, la última, "Larry García", otro perdedor, como "La chica del mantenimiento". Le salen muy bien estos apuntes cotidianos.

- ...
- ¿Ahora que lo escuchamos juntos, que lo escuchaste todo, me entendés un poco lo que decía al principio?

- ¿Qué es lo que tengo que entender?
- Que es un disco de puta madre.

- Sí, está muy bien.
- Y que...

- Sí, ya sé, que hay que escucharlo, que le prestemos un poco de atención a lo que está publicando la nueva generación.

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