ensayos escénicos


La experiencia de Multitud, el espectáculo de mayor impacto de los que ha presentado la directora Tamara Cubas, refracta en algunas de las ideas que se desarrollan en Trilogía Antropofágica. De hecho, la creadora subraya que la investigación sobre el Otro era materia central y protagónica de Multitud, en el planteo de cómo un grupo heterogéneo de personas puede lograr un objetivo en común. Los sesenta cuerpos en acción devienen ahora en la ausencia absoluta del primer acto, "Permanecer", que podría ser definido como una instalación para ser experimentada por el público. El ruido, sin embargo, es similar. Porque emerge una densidad política, una tensión que asoma como un sello de identidad en la obra de Cubas. Ese algo que ella define como "ensayos escénicos".
El espectador de Trilogía Antropofágica puede en un solo día acceder a las tres piezas. "Permanecer", el acto 1, en la Zavala Muniz, es como se dijo una instalación abierta al público, para ser visitada, experiementada. "Resistir" y "Avasallar", los actos 2 y 3, tienen como escenarios respectivos la Delmira Agustini y la Sala Principal, y dos horarios de funciones que permiten hacer dos recorridos sugeridos por Cubas y su equipo: 1-2-3, o el inverso 3-2-1. En cada caso se tendrá la experiencia de la trilogía, de tres obras que integran un universo común y que tienen como punto de partida tres coreografías brasileñas que han obsesionado a la artista: Vestigios, de Marta Soares; Matadouro, de Marcelo Evelin; y Pororoca, de Lía Rodríguez.


Cada uno de los actos -dos performáticos y una instalación- refieren a una obra coreográfica en particular, las tres brasileñas. ¿Qué te provocó cada una de ellas? ¿Por qué decidiste trabajar sobre esas obras?
Tamara Cubas: Desde hace tiempo que estoy con estas obras dándome vueltas en la cabeza. Son piezas de danza deseadas, en el sentido que me gustaban mucho. ¿Qué se hace con lo que se admira? ¿Qué otras posibilidades además de someterse o adorarlo? ¿Qué se hace con lo que se desea? ¿Qué otras posibilidades hay además de poseerlo? Y entonces llegué a la idea de la antropofagia brasilera, lo que se vincula con mis indagaciones sobre las nociones de apropiación, de copia, que vienen a ser operaciones o estrategias de relacionamiento con el otro. Entonces, qué hago con lo que deseo... ¡Me lo cómo!

Y esa idea te llevó a investigar sobre la antropofagia...
T.C.: Exacto. Y encontrar que toda la historia del ritual antropofágico de los indios tupi, fue traducida y tomada por un movimiento artístico brasilero en el siglo pasado, para luego relacionarse con el arte modernista europeo y más recientemente ha vuelto a aparecer, en campos del pensamiento social, dentro de universos de la micropolítica. Para los tupi, y para los artistas antropófagos, y para algunos pensadores como Suely Rolnick, el otro es un ser deseado y se asume la capacidad de ser modificado por él. No se trata de un acto caníbal, sino que la antropofagia demanda una gran apertura por el que come, para poder dejarse modificar por el comido. Digamos que la trilogía es un proyecto que propone experimentar el ejercicio de comer al otro, de la antropofagia, en el campo de la danza.

Dos de los trabajos ya fueron estrenados en Montevideo y el tercero en Lisboa. ¿Cómo fueron esos trabajos, esos montajes, y de qué manera ya tenías en mente el espectáculo que los uniera, la performance completa de la trilogía?
T.C.:
Lo primero que hice fue un laboratorio abierto en Montevideo para experimentar la traducción del ritual antropofágico a una metodología de trabajo. Dicha metodología se aplicaría rigurosamente a las tres piezas que serían comidas. Luego de esto, convoqué a Santiago Turenne y Leticia Skrycky a realizar juntos el proyecto total. Hace dos años que estamos en esto. Repetimos el mismo proceso a las tres piezas, con una metodología que al final nos abre el universo de la pieza nueva. Cuando digo universo, me refiero a algo que no tiene forma, a interrogantes, tonos, sensaciones, a un cuerpo informe. El acto 1 resultó en una instalación; la obra está dada por el propio público. El acto 2 requirió un equipo de 5 performers, con los cuales luego creamos la pieza, y en el acto 3 participa un elenco de 11 performers. Los títulos de las piezas -"Permanecer", "Resistir" y "Avasallar"- ya estaban dados desde el inicio. No refieren a la obra resultante sino más bien a mi relación con las obras originarias. No había tampoco pretensiones de unidad, porque la unidad estaba dado por el proyecto, por la operación antropofágica. Pero creo que en el camino, que fue secuencial, cada obra siguiente se relacionó no solo con la pieza de partida sino con el acto precedente. La obra completa, la trilogía, se puede mirar y analizar en orden: 1, 2 y 3, o viceversa, 3, 2 y 1. Funciona en ambos sentidos.

Tus últimos trabajos tienen una fuerte impronta política. ¿Cuáles son los temas que más te preocupan como artista?
T.C.:
Los temas que me preocupan tiene que ver con preguntas sobre cómo estar juntos, sobre el empoderamiento, sobre el otro, sobre la autonomía, sobre la economía de los afectos. En mi caso, considero al arte como producción de pensamiento; cada proyecto artístico responde a una pregunta del orden de lo político y cada proceso creativo es un proceso de pensamiento sobre ese tema en cuestión. Soy artista y mi forma de pensarme y pensarnos en este mundo es a través de la investigación artística. Esto no quiere decir que mi trabajo sea conceptual; estimo al arte conceptual, pero las obras que hacemos apuntan a lo experiencial. Digamos que lo que estoy priorizando son experiencias, acontecimientos con el público. Me interesa que nos pensemos juntos. Suelo decir que lo que proponemos son dispositivos para pensar juntos: los artistas, el público. Compartimos preguntas, no respuestas, ni puntos de vista. En eso radica lo político también. Es a partir de otro, en este caso, los públicos, que se articulan las piezas.

Se podría afirmar que tus obras ofician de 'ensayos escénicos'...
T.C.:
Si problematizar dilemas sobre el ser político, la resistencia, el presente, o sea pensarnos, son del ámbito del ensayo y el pensamiento, entonces quizás lo que hacemos son ensayos escénicos. Me interesa particularmente intentar provocar desencapsulamientos de la mirada, del deseo, de las relaciones, de las emociones. Y esto pasa con Trilogía Antropofágica; hay un concepto detrás de la trilogía, pero las piezas funcionan en sí mismas, no requieren de ellos. Cualquiera de las tres piezas funcionan de forma independiente entre ellas. Pero juntas conforman un universo.


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MIRADA DE EQUIPO
"La trilogía significa un desafío que, como equipo de trabajo, venimos desarrollando desde hace dos años con Tamara. Cada mundo estético propuesto (los actos) devino de un intercambio inter-subjetivo de pensamiento, de acciones, y del estar juntos. Como creadora, investigadora y activista, siempre supo involucrarnos y comprometernos con diferentes proyectos. Algo fascinante de trabajar con ella es que toda propuesta imaginada, por más demente que pareciera ser, logra encontrar las vías concretas para materializarla. De esta forma, uno, como creador, tiene la libertad absoluta para pensar y crear mundos imaginarios muy diversos y de diferentes escalas. En el caso de la trilogía: una plataforma móvil repleta de carbón, un piso compuesto por un entramado de mil maderas, un muro de tres metros de altura... Como intérprete me sucede algo similar: tener una libertad absoluta que se pone a disposición de un ojo crítico y refinado de composición, que es lo que caracteriza las producciones escénicas de Tamara". (Santiago Turenne)


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