la vida es un viaje

Julio Calcagno y Pepe Vázquez en Aeroplanos.
Hace 25 años, en el escenario del Circular, los actores Walter Reyno y Carlos Frasca hicieron Aeroplanos. La dirigió Ruben Yáñez y en el rol de asistente de dirección estuvo Eduardo Cervieri, que hacía sus primeras armas fuera de la escena. “Fui algo más que espectador, o por lo menos un espectador privilegiado”, recuerda el ahora director de esta versión 2017, que no esquiva la intención de homenaje al entrañable trabajo de Reyno y a la dirección de Yáñez, pero sobre todo plantea la necesidad de volver a montar una obra que le resulta sencillamente conmovedora.
Cuando tomó la decisión de dirigirla, hace un tiempo, al primero que llamó fue a Frasca. “Me agradeció la invitación; me dijo que era una obra que lo había marcado mucho, que [todavía] tenía los sentimientos a flor de piel”, cuenta. Convocó finalmente a una dupla nueva, a dos viejos actores con gran talento y química asegurada; de hecho, Pepe Vázquez y Julio Calcagno compartieron elenco con Jorge Bolani en El viento entre los álamos. “Y sí, realmente hay mucho de homenaje en esta versión”, resume Cervieri. “Con Walter tuve una amistad de más de 40 años, y en este trabajo lo sentí a nuestro lado. Por eso dedicamos el espectáculo a él y a Ruben... Pero evité cualquier imitación de la anterior. Buscamos nuestro propio camino. Además, ahora los actores tienen la edad de los personajes... no tienen que pintarse el pelo”.

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¿Llegaron ustedes a ser espectadores de aquel montaje de Aeroplanos en el Circular, con Reyno y Frasca?
Pepe Vázquez:
No se dio que viera la versión del Circular. Incluso no conocí el texto hasta que Eduardo nos lo propuso. Pero apenas leí Aeroplanos, no dudé un instante.
Julio Calcagno: Me pasó algo similar a Pepe, y cuando leí la obra me encontré con un texto muy sencillo, de esos que a veces es muy difícil encontrar y que se acercan a la perfección.

Ustedes actuaron juntos en El viento entre los álamos, que es de algún modo otra mirada sobre la vejez. ¿Qué tienen en común y de particular ambas obras?
P.V.:
Ambas obras tienen en común la proximidad del fin de la vida. En El viento entre los álamos, texto que es muy o bastante terrible, la necesidad nos unía. En Aeroplanos es la fuerza de la amistad y el afecto lo que une a los dos personajes desde chiquilines.
J.C.: Yo no sé cuántas miradas hay o no de la vejez. Yo no creo, en todo caso, que la vejez sea linda. La vejez es la vejez. Y estos dos actores que interpretan Aeroplanos están en esa edad y por eso no tenemos grandes dificultades en interpretarla.

¿Qué tiene de especial el texto de Gorostiza?
P.V.: En Aeroplanos están todas las preguntas y respuestas que a mi edad uno se formula casi sin darse cuenta. Es una maravilla lo que Gorostiza pudo hacer. Porque el mejor teatro es así, es el más sencillo y tremendamente popular.

Eduardo, desde tu rol de director, ¿cuáles sentís que son las claves de Aeroplanos?
Eduardo Cervieri:
Lo especial es que, siendo tan sencilla en su apariencia, llegue a bucear en las profundidades. Tiene todo; tiene humor, mucho humor, tiene ternura, y conmueve. Nos habla de la amistad, de una amistad que se conservó y retroalimentó en las canchas de fútbol o en la murga, durante 70 años, y que “ya no se rompe más”, como dice Cristo. Nos habla del temor a la soledad, a la muerte, y nos habla sobre todo de la disposición a levantar vuelo, porque como dice Paco, “la vida es un viaje fenómeno”.

Me quedé pensando también en todas esas metáforas de volar que rondan estas obras, en Aeroplanos, pero también en El viento entre los álamos y en Leonardo y la máquina de volar... ¿Cuánto tiene de vuelo el oficio de la actuación?
J.C.:
Yo siempre volé, soñando y también despierto. En mis sueños, estando dormido, volaba, literalmente, fabricaba tener ese sueño. Las alas eran mis brazos, y siempre me salvaba de los peligros. Lo recomiendo, es muy lindo.
P.V.: Es que hay que volar... Siempre hay que volar. Desde que uno elige una disciplina de esta naturaleza hay que volar.

¿Cómo es volar para vos desde la dirección, creando junto con Julio y Pepe?
E.C.:
El privilegio de tenerlos a ellos para poner Aeroplanos en escena es un regalo que me da la vida. Con Pepe venimos de trabajar juntos en Almacenados y ya nos conocemos. Con Julio coincidimos hace muchos años en Potestad, en la que él hacía un fenomenal unipersonal y yo era un personaje mudo, una especie de álter ego. Pepe ya me conoce como director, con Julio fue una novedad y nos fuimos adaptando. Cuando uno trabaja con dos actores de esta enjundia es un placer y, a la vez, una responsabilidad grande. Pero de entrada planteamos un clima armonioso que permitiera el cambio de figuritas permanente.

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