La reciente lectura de
Cumpleaños, novela que Aira
escribió,
en un café de Pringles, poco antes de cumplir cincuenta, se
complementa de manera
perfecta con este artefacto
que acaba de ser reeditado por Random House
y tuvo su primera edición en 1998.
Son de la misma época. Son,
en esencia, autoreferentes a la propia construcción del relato. Se
habla, en ambas, de la escritura de una enciclopedia única,
divergente, estrafalaria, de la que Aira estaría trabajando su
cuerpo conceptual, sin permitirse perder tiempo en dar ejemplos. A
partir de ese momento, según se explica en Cumpleaños,
el escritor argentino mantendría
su prolífica carrera con novelas breves y menores, que no le
quitaran tiempo y energía para su empresa secreta, su gran obra y
milagro enciclopédico.
Si
se tiene en cuenta a impresiones de otros blogs o críticos,
Las curas milagrosas
parece ser una piedra en el camino para lectores
desprevenidos. Es
probable. No se la recomienda
para neófitos en Aira y se lanza la idea peregrina
de que vendría
a ser algo así como su
primera obra de arte conceptual, en la que expone el método que
desde el 2000 en adelante le ha permitido construir numerosos libros,
relatos y novelas en los que lleva su estilo a un extremo. Sería el
punto de inflexión. No habría marcha atrás ni grandes y luminosas
obras como "Ema la cautiva" o "La liebre", porque
no hay tiempo: después de los 50 se trata de enfrascarse en la obra
secreta y en novelas menores pero no menos adcitivas. Cada nuevo acto
de Aira, desde Las curas milagrosas
sigue siendo imprevisible, manejando a la perfección esa máquina de
ficcionar que devela siempre su propia y natural imperfección. La de
Aira se convierte así en una literatura imperfecta, discontinua,
pero al mismo tiempo brillante y genial a la hora de construir
inverosímiles, fábulas y todo tipo de construcciones sobre asuntos
cotidianos.
En
el aspecto, puro y duro, de la importancia de Las curas
milagrosas en la obra de Aira,
habría que marcarla como uno de sus momentos de alta trascendencia.
Es, como ya se dijo, un punto de inflexión. Y es, al mismo tiempo,
el momento en que expone el pánico al gran papelón, a la sensación
de que la frontera entre el milagro y el ridículo es apenas
imperceptible. La novela se divide en tres partes: una primera en la
que el Dr. Aira se niega a exponer su milagro, por miedo al fracaso y
ser expuesto públicamente al ridículo (el contexto es una sociedad
hiper-paranoica, repleta de equipos audiovisuales que buscan generar
cámaras ocultas y hacer trastabillar el secreto del Dr. Aira), una
segunda parte donde discurre el contenido filosófico y conceptual de
su gran obra (el llamado milagro, porque toda novela es en esencia un
milagro), y una tercera parte donde termina cayendo en la trampa, o
sea en la trama de su propio milagro, burlado por el Dr. Atcyn.
La
reedición de Random House se completa con El tilo y
otra nouvelle de la misma época. Sorprende el caracter autoficcional
de la primera de ellas, en la que Aira cuenta momentos de su infancia
en Pringles. Pero esa es otra historia, otra lectura-divertimento
para este verano...
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