El nuevo
disco de Socio larga bien arriba, rockero, y en los primeros segundos
de la canción "Obsesivo" se puede percibir el cambio, o posiblemente
lo correcto sería definir la sensación de retorno, en un deja-vu
que lleva a directo al primer disco del proyecto musical de Fede
Lima, a ciertos momentos de Miss Wichita, o acaso de la prehistoria en
Loop Lascano.
Hay un
poco de bienvenida sorpresa, eso sí, en la densidad orgánica de la
batería de Santiago Juan, en el recargado riff de las guitarras de Fede Lima y Fede Graña que alternan capas de pequeños solos, en el bajo
implacable de Checo Anselmi y sobre todo en el aire vintage de las
teclas de Gerardo González. Sin olvidar la línea melódica de la voz,
inconfundible, en un 'a baja altura' casi melodramático, que se
lleva a las mil maravillas con una intención pop que dialoga -a las
mil maravillas- con esa marca de fábrica que tiene patentada el
chileno Alvaro Henríquez en el proyecto Pettinellis, en algunas
cosas de Los Tres y como productor del super-grupo pop retro Los
Bunkers, sin olvidar los aires de pop abolerado del mexicano Emanuel
del Real, cerebro musical de los Café Tacuba.
La canción
que sigue, "Fénix", confirma el aire de retorno a una
raíz, a una forma de componer y sonar que Fede Lima había
presentado en su disco debut, para luego probar un desvío en Aurora
hacia otras experiencias, a búsquedas en formas electrónicas.
"Sí, hay un retorno en Mini Glorias, sobretodo con
respecto al rock", confirma el artista. Y sitúa, temporalmente,
el punto de inflexión: "En un momento del 2012, necesité
volver a tocar con esa energía, o desplegar esa energía. Y
empezaron a salir este tipo de melodías, que acompañaron esa
necesidad. Volví a cantar alto también".
Mini
Glorias
Es
un disco corto. Contiene diez canciones. En esa primera mitad, siguen
dos de las más retro, a puro arreglo de órgano Hammond o de
Wurlitzer: "Paraguay" y "Revólveres y Rosas". El
rock afloja un poco. Es un gran momento, el más melodramático, levemente iracundo, más grasa,
aire disco-music, que llega a lo más alto del disco. El
cambio sonoro se profundiza y la repregunta es inevitable. ¿Cuándo
empezaron a salir estas nuevas canciones? Lima elige, como
punto de partida, la canción “Fan de Faith No More”.
"Esa
canción -asegura- me hizo llegar a un lugar, de concreción
melódica, arreglo y producción que marcó un camino a seguir. A
partir de ahí, fue andarlo. Eso a nivel musical o artístico...
Porque el contenido emocional de las canciones viene de los dos años
mas introspectivos de mi vida y un viaje por Asia que realicé con mi
mujer, en mi primer viaje fuera del continente. Todo eso fue volcado
a las melodías que tenía". Y vuelve, sin que se lo insista, a
la idea del retorno: "Para mí, es lo más personal que he hecho
hasta ahora, y un disco muy deseado. Siento que está unido al
primero, y que es su complemento".
Cuando le pregunto por las canciones sobre las que le gustaría contar alguna historia, sorprende que no nombre ninguna de las cuatro primeras, entre las que
están esas dos que se pegan en la primera escuchada, sobre todo "Revólveres
y Rosas" ("y eso que no soy fan de Axl Rose", le informo). Pasa revista a las que elige como sus 'preferidas'. En “Karma”,
dice, está la idea de romper, de alguna manera, con la canción. No
le falta razón: funcionan como dos canciones juntas, o bien una con
una coda muy diferente y muy larga.
Da un
salto en el disco, salteando la más rockera "Un rato",
para pasar a la número siete, que abre la zona más ligera de Mini
Glorias. "La idea
era emular esa etapa naif y swingera de los Jackson Five, algo muy
viejo, pero arriesgado si se quiere para la escena local. Lo mismo
pasa con “El sonido”, una canción en plan sexy cachondo, poco
visto en la música uruguaya". Tiene razón, aunque vale
mencionar que son territorios también transitados por Claudio Taddei en su
etapa más funk o por esa máquina rítmica llamada Martín
Buscaglia.
"Frenesí"
deja circular -en pequeñas dosis- esa veta folkórica metida a fuego
en algunas canciones de sus discos anteriores. Y ese eterno retorno
se siente explícitamente en "Canciones de amor", otras de
las muy buenas canciones de Mini Glorias,
de la que Lima quiere dar un par de explicaciones: "Empezó
siendo una chacarera, pero luego vino la idea de tratar de cruzar esa
idea de folclore con algo medio Black Sabbath, que es algo que
sobrevuela el disco. Por suerte esa idea funcionó muy bien; si se
escucha la melodía y la métrica y el decir de la letra eso es
visible, pero el arreglo la llevó a otro lado".
El final
del disco es de "Victoria". Es por Victoria, parte de la historia secreta y emocional del disco, en esos versos que no admiten doble lectura: "No hay más cielo,
no hay más infierno, no hay más verdad que tu amor". Todo cierra
como empieza. Arriba, riffero, melódico, con esa pátina que viene también de relecturas del hard-rock, en una coctelera sonora que deleita con esas vueltas melódicas del Pacífico (siempre presente la marca de Los Tres), pero -esta vez- con un sonido bien directo y absolutamente orgánico. "Nunca se usó una computadora", remata el autor.
Socio,
la banda
Federico
Lima sintió la necesidad de grabar Mini Glorias en el
estudio, tocando en vivo. En el plantel de Socio se mantuvo, desde
siempre, el bajista Checo Anselmi. En el proceso se sumaron Fede
Graña, Gerardo González y Santiago Juan. "La producción y
arreglo del disco se hicieron en la sala de ensayo. Yo llevaba pedazos de canciones y una estructura base y
sobre eso íbamos tocando hasta darle forma. De hecho, algunas partes
de canciones salieron de ese proceso".
Tanto el
tratamiento sonoro de la batería, con apoyo del drum doctor
Roberto Rodino, como los viajes vintage del teclado, son esenciales
en el trabajo de equipo de Mini Glorias.
"Gerardo (González) viene de otro lugar musical, más
del jazz. Entonces, el no tiene tanto el lenguaje pop o rock, y eso
le hace muy bien a las canciones, porque no tiene los caprichos o
clichés de esos géneros. Además, es cultor de los teclados
vintage, lo que proporcionó todos esos sonidos hermosos que se
escuchan en el disco". En cuanto al nuevo batero de Socio, Fede
Lima considera a su aporte fundamental. "Santiago (Juan) viene
de tocar en Guatusi. Es un metalero con sensibilidad pop. De movida
nos cambió el sonido, que se volvió mucho más fuerte. Nos hizo, de
alguna manera, volver a tocar con una energía más rockera, y todo
el gusto por la distorsión volvió entre la banda".
El
robot de la tapa
La portada
de Mini Glorias
tiene que ver directamente con el viaje a Tailandia, con la historia
de amor que viven Federico y Victoria y corre paralelo al discos y a
las nuevas canciones de Socio. En el pecho del robot se lee, en
tailandés, sabai dee (que
estés bien). "Con Victoria nos fuimos de viaje por Asia
y encontramos el robot en Tailandia. Fue en un lugar llamado Pai, muy
parecido a Valizas, pero sin mar. En un momento, mi hermana me
sugiere que ese robot era una buena idea para la tapa. Era fin de año
y y estábamos en Valizas, y como que me lo imaginé en ese contexto,
muy parecido al lugar de donde venía. Luego me di cuenta que era la
mejor manera de explicar la transición que había tenido mi música.
Está hecho de madera. Era una buena metáfora para esa música que
dependía tanto de la tecnología, pero ahora se había humanizado".
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