Guía para un universo. Autora:
Natalia Mardero. Género: Narrativa. Ilustraciones: Eduardo Barreto. Año: 2005. Dato: Después de Posmonauta,
el segundo libro de una escritora uruguaya que compone una
colección de relatos mínimos al borde de la ciencia-ficción.
“Ese
libro debe ser bueno”, me dijo un compañero de trabajo, apasionado
por la lectura de cómics y otras especies. Al principio pensé que
le había llamado la atención el naranja estridente de la portada,
pero enseguida acotó que si el dibujante Eduardo Barreto “se
tomaba el trabajo” (o algo así) de ilustrar un libro... En fin,
hay códigos para todo, aunque al principio me puse del lado de la
escritora que elige con precisión a su ilustrador preferido, y que
por cierto debía ser bueno, porque si lo eligió Mardero... Puntos
de vista, como esos relatos breves que integran el segundo libro de
la joven escritora, tan leves y volátiles como luminosos y en
ocasiones celebrando un finísimo humor, que puede leerse desde distintas perspectivas. O miradas.
¿Ciencia
ficción o minimalismo ligeramente distorsionado? ¿Diario de viaje o
argumentos para historias de cómics? Guía para
un universo vendría a ser, en esencia, lo que dice el título: un manual de
planetas y territorios desconocidos y al borde del delirio que se van
sumando –en la lectura- como si fuera un manual de mundos
desconocidos. Mardero, para darle volumen a esa extraña
enciclopedia, incluye otro nivel de lectura, una secuencia de breves
interrupciones en primera persona de una protagonista que asiste a su
primer viaje al espacio, en un tiempo que nunca se especifica pero
que puede ser medido como lejano (si pensamos en ciencia ficción) o
peligrosamente cercano (si pensamos en mecanismos diferentes de
movernos en el espacio-tiempo; incluso, para ser más precisos, un
tiempo perceptivo que puede llevarnos en un segundo a una escena del
país de Gulliver o a un planeta donde se celebra el kitsch de los
años ochenta).
La guía
para leer la Guía de Mardero es clara y concisa: 1) dejarse
llevar por la lectura. 2) no desviarse del plan de viaje. 3) en
ningún momento eludir el pacto ficcional propuesto por la escritora,
tan peligrosamente fino pero cuando se accede a él puede descubrirse
un planeta literario cargado de dulces extrañamientos.
Guía
para un universo es uno de esos libros que no se olvidan, que el
lector desea que nunca terminen.
El relato de la chica que viaja tal
vez peque de estar un tanto desaliñado, aunque planteado en la
lógica de un diario (tal vez un blog) esto debería ser un elogio y
no una crítica. Funciona y le imprime al libro cierto ritmo
novelístico. Pero los grandes momentos vienen en las breves
descripciones de esos planetas que Mardero imagina, todos territorios
que –permítanme la digresión- prefiero imaginármelos en las
palabras de la escritora, siempre más elegantes que cualquier
ilustrador... aunque se llame Eduardo Barreto.
El
planeta más chirriante es Fowoh, un lugar similar a Retrolandia en
el que sus habitantes “están impactados con la cultura de nuestro
planeta”, y que por cierto aparece varias veces en la historia del
alter-ego de Mardero, siempre tan naive y proclive a la nostalgia
ochentera. Otros lugares son casi geniales y únicos: Ídem (lea el
libro y después me cuenta) o El Planeta de los Charcos (una versión
poseinsteniana del mito de Gulliver).
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, año 2005))
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