Durante
la última década del siglo pasado, acá mismo, en Uruguay, un
visionario llamado Ricardo Islas probó de hacer películas de bajo
presupuesto, todas ellas con planteos de corte fantástico y horror.
Se convirtió en un director de culto. Y dejó abierto un camino, más
que nada en la inteligente ecuación que han retomado otros artistas,
de las nuevas generaciones, como Maximiliano Contenti, Manuel Facal y
Gustavo Hernández: de que las dificultades de producción y de
realización pueden ser compensadas con ideas ingeniosas
y la marca de estilo del "bajo presupuesto" aplicada al
cine de género.
Hernández,
que en su haber contaba con muy buenos clips de La Vela Puerca,
Vinilo, La Trampa y Santacruz, además de integrar como realizador el
staff de la productora Contenidos TV (dirigió, entre otras producciones, varios episodios de
los unitarios de ficción Adicciones),
se mandó el primer batacazo en el año 2010, cuando su primer largometraje
fue seleccionado en Cannes. La noticia recorrió el mundo: La
casa muda, filmada en un fin de
semana, en una sola locación, con una cámara de fotos HD y en un
solo plano secuencia (genialidad compartida con el director de
fotografía Pedro Luque), había costado apenas seis mil dólares. Además, y eso es más importante aún, la película tenía una gran intensidad, en un plan similar a la emblemática Blair Witch. Después vino una gira de festivales para La casa muda, la distribución internacional en
cine y cadenas de cable y hasta una remake. También debe sumarse -no
es un dato menor- la muy buena taquilla que obtuvo en su estreno
montevideano, en los meses de marzo y abril de 2011.
Cuatro
años después, Hernández estrena en salas su segunda película,
también de bajo presupuesto y con la buena estrella de ser invitada
en los principales festivales internacionales de cine fantástico y
de horror. Se llama Dios local y
apunta a ser uno de los grandes momentos del cine uruguayo en esta
temporada. "Es impresionante el recibimiento que hemos tenido con la película en Sitges, Piffan y el
Fantastic Fest", cuenta el director. "No podíamos creer
que estábamos compitiendo con películas como It Follows,
Babadoock, películas
de un altísimo nivel y presupuestos monumentalmente mayores. Para
nosotros, es un orgullo". Con este segundo largo abriéndose
camino en el mundo, la aventura cinematográfica de Hernández no
deja de sorprender al propio director y su equipo de producción.
"Hacer cine es algo muy grande. Es muy importante para mí
porque me deja expresarme libremente, porque me exige, porque me
lleva a lugares creativos. Pero lo más lindo y simple del cine es
que me hace feliz".
***
El
rock y el cine de horror están presentes en buena parte de tus
trabajos, ya sea en tus clips como en las dos películas que has
dirigido hasta el momento. ¿De dónde viene la fascinación por esos
tópicos?
Tengo
una familia grande, nada menos que seis hermanos, y desde niño en
nuestra casa se escuchaba música muy diversa y se veía mucho cine.
Mi hermano mayor tenía una colección impresionante de VHS y una
colección inmensa de discos. También los libros abundaban y yo
empecé con Quiroga, Poe y Maupassant. Esos tres elementos los llevo
conmigo hace rato, por suerte.
¿Cómo
llegás a la idea argumental de Dios local?
Después
de hacer La casa muda, durante un tiempo muchos amigos y
conocidos me pasaron describiendo sucesos paranormales. Un día me
encuentro con un amigo y me cuenta de un viaje a Bolivia y de una
leyenda sobre un ídolo que mantienen en las minas de oro. Así, casi
como un accidente, se empezó a gestar Dios local, con un
comentario que fue creciendo hasta transformarse en película.
¿Qué
tipo de "rock" estás buscando? ¿Cuál
sentís que es tu sello propio como autor?
Dios
local la siento como una
pieza experimental, con riesgo en varios niveles. Arriesgar me gusta
mucho y no me conformo con practicar una misma receta, aunque sea
funcional. De pronto, eso puede ser un sello, el hecho de que en el
acierto o el error siempre esté buscando nuevos caminos, desde la
premisa hasta el lenguaje narrativo final.
¿Qué
experiencias de La casa muda trasladaste a esta nueva película
y de qué manera te ponía "el listón muy alto" lo que
pasó con esa película a nivel de repercusiones y de impacto
internacional?
La
casa muda logró estrenarse en Cannes, tuvo críticas
impresionantes alrededor del mundo, se vendió a todos los
continentes y hasta se hizo una remake americana. En realidad, esos
logros me sacaron presión para pensar y concebir el trabajo
siguiente, porque precisamente conseguimos un montón de cosas en el
primer intento. Con Dios local traté de concentrarme en hacer
una buena película, creativa, honesta y me encanta el resultado que
en definitiva se logró.
¿Qué
desafíos implica hacer cine hoy, en un país como Uruguay?
Hacer
cine siempre es muy difícil, en cualquier lugar del planeta. A
nosotros nunca nos dieron un premio de producción, tal vez porque
hacemos un cine muy diferente a lo que Uruguay suele premiar, aunque
lo increíble es que afuera de nuestras fronteras tenemos un
recibimiento enorme. Esto nos obliga a pensar otros métodos de
producción, distintos pero iguales de funcionales a los
tradicionales. Con La casa muda nos dijeron que ese esquema de
producción era una excepción y ahora lo volvimos a hacer con Dios
local, con el mismo éxito. Esta vez hicimos un corte de la
película y se la mostramos a cuatros agentes de venta
internacionales; al día siguiente los cuatro ofertaron para comprar
la película. Ahora se está vendiendo al mundo, ya la compró HBO y
tenemos interesados en una remake, como nos pasó con La casa
muda. De a poco, y con mucho esfuerzo, estamos logrando abrir
puertas y hacernos un camino.
¿Cómo
fue el casting y por qué se eligieron locaciones cercanas a la
ciudad de Minas?
El
casting tuvo la exigencia de varias etapas, de hacer un llamado
grande y seleccionar puntualmente los perfiles más acertados para
los personajes que teníamos en la cabeza. Creo que cuando el casting
no funciona, no funciona la película entera, así que soy muy
obsesivo en esta etapa. Por suerte conseguimos un equipo de actores
muy dedicados y con un talento enorme. En cuanto a las locaciones,
sabíamos que era una película que necesitaba paisaje de sierras y
Lavalleja es particularmente lindo para filmar. También tenía unas
minas abandonadas que forman parte de un tour turístico, así que
cuadraba perfecto para concentrar el rodaje ahí.
Hernández dixit: "El
cine que se hace en Uruguay cada vez está más repetido y estancado.
Soy de lo que piensa que se necesita variedad y cantidad. Me
encantaría ver -en nuestras carteleras- buenas comedias, policiales,
películas de terror y que siga existiendo el cine costumbrista, pero
dándole espacio a otros géneros".
((entrevista publicada en revista CarasyCaretas, 05/2015))
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