La muestra de
pequeños libros, todos ellos de un solo ejemplar, confeccionados por
Carlos Liscano, es una de las sorpresas expositivas de esta
temporada (*). Los trazos, la fina poética, la solidez argumental, la
belleza de lo mínimo, comparecen en cada uno de los ejemplos
mostrados en Fundación Unión: "Hay cosas que flotan",
"Tenemos un perro largo", "Una estaba de espaldas".
Hay que ir a verla. (Faltan pocos días. No deje de hacerlo). Pero
hay algo más. Siempre hay algo más. Y tiene que ver con ese de
"donde vienen las cosas", que es en definitiva una pluma,
capaz de contener la escritura, que vaya a saber uno qué significa
todo eso en un artista como Carlos Liscano.
¿Qué
diferencia hay entre los manuscritos que escribió en la cárcel,
dibujados a la hora de la siesta, los que darían forma a la novela
La mansión del tirano,
con estos pequeños libros de autor, que vienen a ser apenas la punta
del iceberg del desvío literario del autor hacia los dibujos, las
manchas, los cuadernos personales? Por supuesto que hay diferencias
contextuales -la prisión, los años en Suecia, la vuelta a
Montevideo, los últimos años en una chacra de Melilla, una última
vuelta al Centro de la ciudad, y siempre los recuerdos de la
infancia, más dibujante que escritor-; hay diferencias también de
color, de lenguaje. Pero se dice lo mismo. Pocas veces un autor se
probó, y con inusual talento, en geografías tan diferentes, para
decir lo mismo. Para decirse. Para encontrar su voz. Para rastrear en
su biografía.
El
algo más en Liscano lo define como un autor capaz de componer
novelas impactantes (vuelvo a La mansión del tirano
y agrego El camino a Itaca),
de probarse en el teatro, a través de las voces de otros (en los
monólogos Resiliencia
y El informante, dos
grandes ejemplos) y de hacer, confeccionar, meterse en el trabajo
manual, hasta investigar todos los secretos del oficio. Podría
decirse que es un escritor completo, siempre por necesidad y
curiosidad, que a veces viene a ser lo mismo.
La
última etapa de Liscano se concentra en estos libros mínimos que
exhibe en Fundación Unión. Y se bifurca en varios caminos que han
llegado -por suerte- al papel de la imprenta, al libro capaz de
contener varias de estas historias milagrosas. Hay tres libros de
Tarumba, ya en plan historieta, que son altamente disfrutables. Hay
dibujo, hay palabra (¡vaya si tendrá talento Liscano con la
palabra!), y hay sobre todo ese algo más que puede reducirse al
problema central del individuo, la soledad y la búsqueda de cosas
tan urgentes como la libertad o la identidad, con la novedad del
humor como recurso. Y hay otros tres libros más radicales, en sus
manchas autobiográficas y en su poética (Viaje a la
noche, La libreta
negra y La libreta de
cuero), diarios personales que
lo acompañaron durante años y que tuvo la bienvenida decisión de
compartirlos.
(*) LISCANO. Libros de
autor y algo más, de Carlos Liscano. Exposición en sala Octavio
Podestá, Fundación Unión. Hasta el 30 de abril.
((Artículo publicado originalmente en revista CarasyCaretas, 04/2015))
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