No
es simplemente nostalgia francesa lo que comparece en el juego
literario que Rafael Mandressi arma en su novela Siempre
París. No es tampoco
un mero chiste cortazariano, ni una versión parisina de un salvaje
detective -eso sí, de texturas ineludiblemente onettianas- tras el rastro de un tango que quizás
nunca haya sido escrito. No es todas esas cosas, de acuerdo, pero en
la bruma de la lectura de sus páginas, en el desplazamiento de
historias de amor y desamor que entran y salen, que emergen y se
desvanecen, logra Mandressi evocaciones de momentos que pudieron o no
haber sucedido. Y también, algo muy grato para el lector, es posible
llegar a atisbar los movimientos sonoros de ese tango llamado "La
Viuda" y del que se le ha perdido el rastro, igual que a su
autor, un oscuro personaje llamado Ricardo Mussi, un montevideano
atrapado por París en los días de la ocupación alemana.
Hay
tradición de la buena en la literatura de Mandressi, uruguayo nacido
en 1966 y radicado en París desde hace más de una década. Si bien
sus intereses como ensayista lo han llevado a otros territorios del
pensamiento -La mirada del anatomista,
publicado en francés en 2003 y en español en 2011 es un libro que
trata sobre la historia de las disecciones anatómicas, y entre sus
proyectos futuros destaca una historia de las neurociencias- era
conocida, desde el periodismo cultural, que ejerció durante los años
noventa en la revista Posdata, su afición por la literatura de Julio
Cortázar, la de Juan Carlos Onetti, y muy especialmente como
estudioso del tango.
Todo
ese cóctel es lo que aparece Siempre en París,
una novela (casi) extranjera, escrita en homenaje al tango y en la que
Mandressi opta por desacomodar tiempos y espacios. Se mueve entre el
presente del narrador y la disección de la historia de Mussi, en los
lejanos años cuarenta del siglo pasado, que le fue contada por
Georgette, una prostituta parisina que terminaría viviendo en la
sureña Montevideo. Lo interesante es que el presente, acaso, se
vuelve más brumoso aún que los relatos de la "viuda"
Georgette, y el personaje, existencialista y cínicamente onettiano,
cuenta de sus desventuras amorosas, de sus derrotas y logra salir de
París para encontrar no pocas respuestas en un intempestivo viaje a
la italianísima Nápoles.
Siempre
París es una muy buena novela,
uno de esos libros casi invisibles y poderosos que suele regalarnos
la siempre fermental tradición literaria uruguaya. Agrega, en Rafael
Mandressi, un nuevo nombre a tener más que en cuenta.
((artículo publicado originalmente en revista CarasyCaretas, 11/2014))
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