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La artista visual Paula Delgado viene siendo protagonista, en los últimos meses, de varios trabajos en los que aparece firmando como artista o curadora. Desde los potentes afiches que forman parte de una colectiva en el Museo Nacional hasta la curaduría de una exposición sobre “violencia de género” en Punto de Encuentro.

¿Realmente necesitamos pagar por sexo?”, es la pregunta que se lee en varios afiches que se cuelan entre la publicidad callejera de las próximas elecciones y de la nutrida agenda de shows musicales. Llaman instantáneamente la atención. Provocan al debate, a reflexionar. La propuesta es parte de un trabajo de la artista Paula Delgado, quien desarrolla desde hace años una intensa obra en la que el activismo y el arte se complementan, forman parte de un mismo y potente discurso que interpela y debate sobre la violencia de género.

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En tus obras suele estar presente un fuerte componente reivindicativo sobre temas de género. Recuerdo un videoarte sobre violencia, con una boxeadora como protagonista. Y más cerca en el tiempo, ya desde otro ángulo, las fotos a los chicos-modelos en Como sos tan lindo. ¿Cuanto sentís integrado a tu discurso artístico estos posicionamientos y estas miradas?
Siempre me interesó reflexionar sobre la construcción de identidades, en especial las identidades de género. Me parece increíble que socialmente se espere que actuemos de determinada manera en función de nuestro “sexo biológico” y que haya tanta gente dispuesta a acatar las reglas sin cuestionarlas. En torno a estos pensamientos es que se desarrolla mi discurso artístico. Mis primeros trabajos -casi siempre performance y video- analizaban estereotipos femeninos y sus representaciones mediáticas. Me aparté rápido de eso porque sentía que terminaba por reproducir lo mismo que quería criticar... Entiendo que hay un exceso de representación del “cuerpo femenino” (y de la idea de la mujer siempre vinculada al cuerpo). Entonces empecé a trabajar con identidades masculinas, a detener la mirada en el hombre, sus cuerpos y sus discursos. Así surge la serie Cómo sos tan lindo, que desarollé entre los años 2005 y 2010, que aborda la construcción de la masculinidad a través de la relación de los hombres con su cuerpo y su belleza, con fotografías y entrevistas a hombres realizadas en habitaciones de hotel en distintas ciudades del mundo.
Y volviste a trabajar con hombres en los afiches de los Rituales Feministas para la Salud Social...
Sí, porque el hecho de trabajar con hombres en los afiches, también es importante, es central en el asunto. Ellos no son modelos a quien les pago por hacer eso: son amigos que están de acuerdo con lo que llevan escrito en su pecho. Son aliados. Es fundamental que los propios hombres despierten a estas ideas. Perder privilegios que están basados en estructuras de dominación no es en realidad “perder”, y por suerte parece que hay hombres dispuestos a cambiar en pos de una sociedad más justa.
¿Influye en estas miradas de género tu participación como artista en el colectivo Movimiento Sexy, en tus comienzos como artistas visual?
Cuando se forma Movimiento Sexy, en el año 2001, yo ya venía trabajando sobre temas de género individualmente. Aunque era una perspectiva presente en el colectivo, nunca fue el tema central de nuestro trabajo. Con Julia Castagno sí hicimos algunas piezas en conjunto en torno a estas ideas, como el video que mencionás de la boxeadora, que refería al acoso callejero, el mal llamado “piropo”.
¿Cuál es el límite entre arte y acción política? ¿Te atraen ambos territorios?
Creo que cada artista elige, a nivel personal, donde traza ese límite. Yo considero fundamental trabajar desde un compromiso con el entorno y con la comunidad en un proyecto artístico. El arte da una libertad para abordar ciertos temas que no la da la academia ni la política, permite de alguna manera enfoques más frescos. Creo que es importante entrecruzar los universos, que es lo que hice en el proyecto de los Rituales Feministas para la Salud Social...


Rituales feministas
Esta obra, planteada por Paula Delgado como “rituales”, se presentó a fines del año pasado en una colectiva en el Museo Nacional de Artes Visuales. Formó parte de Fotograma:13. Cuando el curador, José Antonio Navarrete, vio las piezas que presentó la artista, interesado por el límite entre arte, activismo y política, le propuso trasladar el “espacio de trabajo” al Museo. Así fue que con el apoyo de los diseñadores Menini-Nicola, se diseñó un lugar de trabajo que incluyó un escritorio, una biblioteca y una cartelera.
Muchísima gente participó en el desarrollo de la obra, de distintas maneras. y eso era parte del proyecto: autores y autoras donaron libros para la biblioteca, artistas visuales sumaron con videos o dibujos, gente de la academia y los medios participaron en una serie de debates sobre violencia de género. La idea fue, según Delgado, “cruzar públicos, integrar, ampliar las conversaciones”.

¿Cómo fuiste armando las acciones y por qué elegiste focalizar el tema prostitución?
El consumo de sexo comercial, por parte de los hombres, fue uno de los temas abordados porque considero que la sociedad se debe al menos un debate sobre esto. Es necesario que dejemos de naturalizar ciertas conductas y seamos capaces de analizarlas con una perspectiva que nos permita ver las relaciones de poder que subyacen bajo lo supuestamente “natural”.
¿Qué reacciones generaron los afiches?
Muchos varones se sintieron interpelados porque las preguntas que plantean los dos hombres en los afiches (“¿Realmente necesitamos pagar por sexo?” y “¿Pagamos por sexo para poder humillar?”), los involucra directamente. Hubo quienes se sintieron ofendidos por las frases, pero en realidad son sólo preguntas con la intención de generar una reflexión. No se emite un juicio, sólo un cuestionamiento. Pero hay gente que prefiere que algunas cosas no sean cuestionadas.
Uno de los comentarios que escuché, supongo que de los más habituales, es el de “claro, ellos no necesitan pagar”...
Varios hombres comentaron eso al ver la belleza de los chicos de los afiches... Y esa es la gran mentira del consumo de prostitución. Se pretende justificar planteando que es algo así como un “servicio” para personas “feas”, o con problemas de relacionamiento, cuando sabemos perfectamente que la gran mayoría de los hombres que consumen prostitución no lo hacen por ese motivo. Además, en ese caso, debería existir un consumo equivalente de prostitución por parte de “mujeres feas”, y también sabemos que eso no sucede, y si existe algún caso son más bien excepciones.
¿Cuanta es la importancia de estar atento, desde el activismo, a temas como los de “la casita del parque” en Paysandú, o lo del video en el baño de Santa Teresa? ¿Qué cosas se repiten en estos casos y te indignan de la sociedad uruguaya?
Hechos como los que mencionás son muy frecuentes. Todo el tiempo están saltando casos de explotación sexual de niñas, niños y adolescentes, así como casos de viralización de fotos o videos íntimos. Aunque se trata de dos problemáticas totalmente diferentes, tienen algo en común: siempre la sexualidad femenina es la subordinada, la funcional, así como el motivo de abuso y burla. Es alucinante que la gente no lo entienda así. Y no es un problema exclusivo de la sociedad uruguaya. Son años y años de una estructura sexual que gira en torno a la satisfacción del hombre. Hay que hacer un esfuerzo personal y colectivo constante para contrarrestar esta gran presión. Esta es la importancia del activismo cultural: no dejar que las cosas sucedan sin que nos detengamos a pensar.

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Curadora en marzo
La Dirección Nacional de Cultura invitó a Delgado a curar una muestra por el “mes de la mujer”, sobre el tema violencia de género. Las artistas que integran la muestra son Gladys Afamado, Emilio Bianchi, Cecilia Gerson, Ana Laura López, Evelyn Novick, Teresa Puppo, Juliana Rosales, Martín Sastre y Delmira Agustini. Se puede ver hasta el 3 de abril en Punto de Encuentro. “Seamos o no conscientes, lidiamos cotidianamente con alguna forma de violencia de género: física, sexual, simbólica, patrimonial, política”, subraya la artista desde el rol de curadora.

¿De qué manera entrás y salís de los roles de artista y curadora?
Trabajar como curadora fue una experiencia muy buena, la disfruté muchísimo. Aunque ya había hecho una curaduría antes, junto con Dani Umpi, éste era un desafío más grande. Al principio tenía dudas de "cómo había que hacerlo", después me di cuenta que lo bueno era que podía hacerlo como quería y que para eso me habían invitado, para que aportara mi punto de vista. Una vez más, ser artista te permite tener una mirada más libre, acercarte a las obras en sí y a los discursos artísticos, y no tanto a reflexiones "curatoriales" relativas a la historia del arte, o el mercado del arte... Justo hoy publicaron un artículo en la página de la Tate que se llama "¿Por qué las artistas son buenas curadoras?", y habla justo de esto.
¿Qué fue lo que elegiste focalizar desde el tema “violencia de género”?
Me interesó centrarme en las estrategias artísticas para transmutar la violencia, no quedarme en la violencia en sí... Desde las distintas obras se interpelan hábitos y tradiciones que muchas veces no son vistos como violencia, aunque lo son.
Una de las obras es el Memorial en homenaje a Delmira Agustini que planteó Martín Sastre...
El memorial a las víctimas de violencia de género es una obra que Martín Sastre desarrolló para la exposición. Cuando le comenté que estaba haciendo la curaduría de una muestra sobre violencia y que el tema disparador era Delmira Agustini, porque este año se cumplen cien años de su asesinato, enseguida me comentó que varias veces había estado en la esquina céntrica donde fue asesinada por su ex marido y que no podía creer que ahí no hubiese nada que la recordara. Así empezamos a trabajar en el desarrollo de su proyecto, y se llegó a la idea de que además de una placa recordatoria hubiese algo vivo que hubiera que cuidar siempre. Así, Sastre planta un rosal en la esquina de Andes y Canelones, que deberá ser regado todos los días para que no muera. De esto se encarga el Municipio B que también apoyó en la realización del Memorial. Metafóricamente está planteando que no basta con colocar una placa, que el problema de la violencia machista hay que tenerlo presente todos los días si lo queremos erradicar. Creo que es una gran obra. El hecho de que el único memorial a las víctimas de violencia de género que hay en la ciudad, haya sido propuesto por un artista y no por una institución estatal o de la sociedad civil, no es nada menor. Volvemos a la idea del activismo cultural, la conciencia de que podemos participar activa y positivamente en el entorno que habitamos.



Screenshots
Uno de los trabajos presentados por Paula Delgado en los Rituales Feministas en el Museo Nacional es la pieza titulada Screenshots de montevideocomm (o la violencia de género en los medios). Reúne decenas de capturas de pantalla de los comentarios que los usuarios de ese portal de noticias realizan en las notas que cotidianamente Montevideocomm pone en portada ilustradas con fotos de mujeres. “Lo que se puede leer en los comentarios es de una violencia de género increíble, absolutamente estimulada por el propio medio”, señala la artista.

Ver comentarios
Desde el año pasado, un colectivo que integra Paula Delgado, desarrolla en las redes el proyecto “Ver comentarios” (facebook.com/vercomentariosfcbk). Se trata de un intento de abrir el diálogo ante situaciones de “violencia de género” que suceden en nuestro país. “Salimos a lugares públicos”, cuenta Delgado, “a conversar con la gente sobre hechos relacionados con violencia de género -explotación de menores, asesinatos a mujeres trans, entre otros- y hacemos un video por tema. A veces es duro escuchar las distintas opiniones porque se percibe una gran falta de reflexión, pero es interesante cómo al ir profundizando el diálogo se van rompiendo esquemas y algunas veces las personas terminan ampliando su discurso, o pensando por primera vez en algo que no habían pensado nunca”.

((artículo publicado en revista CarasyCaretas))

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