elsa ara el sahara




en un video fechado en 1994, según precisa la historia oficial del grupo cuarteto de nos, un bizarro audiovisual que fuera proyectado por primera vez en el recital presentación del disco otra navidad en las trincheras, se veía al escritor elvio gandolfo dictando una clase sobre calambures y otras figuras gramaticales, a un montón de adolescentes en plena edad de la bobera. gandolfo citaba ejemplos como “elsa lame el salame”, punto de partida –asimismo- de la fascinación del bajista y artista plástico santiago tavella, tanto por los calambures como por perpetuar esa citada edad más emocional que cronológica.
una década más tarde, suponemos que después de intensas noches de insomnio dedicadas al ejercicio del calambur y a otras artes por el estilo, tavella publica yo a este lo ablando hablando, un libro de bienvenido regocijo, tanto para los admiradores del humor del cuarteto como para todas aquellas almas frívolas capaces de reírse más de cinco segundos a la tercera repetición de construcciones de la complejidad intelectual de “decoré anos de coreanos” o “¿entró ya en troya?”.
el libro, objeto artístico con un esmerado cuidado visual, incluye un extenso diálogo compuesto a cuatro manos entre santiago tavella y roberto musso, alternado por coloridos rostros –chillones y decididamente pop- en los que la grafía del retratado define su propia gestualidad. algo así como dime cuál es tu nombre y dibujaré tu cara, en versión tavella, armado el artista con un mouse y un programa de dibujo para ordenador. así se suceden los retratos de rover, tedio, coca, boludo, troya, beckett, joyce y el propio santi. y volviendo al extenso diálogo, al borde del delirio y contagiado por un dudoso y necesario mal gusto, vale decir que incluye decenas de calambures, todos generados por el talentoso arte de la dupla tavella-musso. uno más para destacar antes de las necesarias explicaciones: “elena no te ama, el enano te ama”.
no solo el libro es bastante más que el simple capricho de un artista pop, que vaya si tiene interés como hábil dibujante, sino que lleva a pensar en ciertas marcas que los juegos lingüísticos suelen dejar, incluso en la memoria colectiva. desde el “va_cayendo gente al baile” del martín fierro hasta el “se vende la_Vadora vieja”, recordado aviso clasificado que mereció la clausura del diario el día durante la dictadura uruguaya, los calambures están ahí para “modificar el significado de una palabra o frase agrupando de distinto modo sus sílabas”, como expresa su mismísima definición. Los significados y significantes con los que juega tavella respetan absolutamente la definición de calambur, admite la inclusión de homófonos (cambios ortográficos, pero no de sonido. por ejemplo: “el arte, helarte”), y sobre todo continúa la rica tradición que se le atribuye a quevedo, quien le habría dicho a la reina: “entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad es_coja”. nada más ni nada menos que el primer calambur castellano.
esperando que tavella se dedique en el futuro a otras profundidades, como las de los anagramas, dejo para el final uno de garcilaso de la vega (“el dulce lamentar de los pastores, el dulce lamen tarde los pastores”) y otro de autoría del artista uruguayo, casi un autoretrato (“esta vela es tavela”).

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