"Me gustaría tener un cuerpo para hablar de eso", es una de las frases más pedorras del cine. Patentada por Spike Jonze en
el artefacto llamado “Her”, película que no le llega a los talones a
la angustia existencial de los androides de “Blade Runner”, pero bueno,
de todos modos agradezco a Jonze y a sus sistemas operativos, porque me
ayudaron a salir del closet y desde ahora puedo gritar, desde este blog,
a través de las redes sociales, una verdad que me atormentaba desde
hace años: sí, yo también hablo con mi máquina y aprendemos a escuchar discos juntos... Lo hacemos juntos, ¿y qué? Lo empecé a hacer inspirado en las "Butacas Contiguas" que escribía Gabriel Sosa para Posdata. Seguramente
pocos se acuerden de eso; eran buenísimas, deberían reeditarse. Y ahora, buenos, ahora se me ocurrió que
podía transcribir estas charlas con mi sistema operativo.
Sesión uno: "Wed" (Juana Molina)
- Estuve pensando en lo que dijiste ayer.
- ...
- Pensé que quiero ayudarte en esto de escuchar discos.
- ...
- ¿Me estás escuchando?
- Sí.
- ¿Entonces?
- Es que desde ayer que le doy vueltas en la cabeza. No sé con cual disco empezar. Prefiero que sea uno que me guste. Y que escuche. El del excantante de La Trampa y el exguitarrista de Hereford, por ejemplo. De hecho, pasé todo enero escuchándolo. Vos lo sabés. Pero dirán que soy un viejo ochentero cuando empiece con todo el rollo de la versión de “Flores en mi tumba”, o que estoy reblandecido, porque se sabe que La Trampa no me gusta desde que sacaron el segundo disco, y eso es casi toda la vida útil del grupo, hasta que se fue Garo y se acabó la banda.
- Neurótico.
- ¿Qué?
- Que me parece que la idea es que no importe lo que piensen los demás de lo que vos pienses. En todo caso, lo que se espera de un crítico es una opinión original, aunque sea un disparate.
- ¿Y si escribiera sobre el discazo de Carmen Sandiego, o el de Lucas Meyer? Supongo que podré incluir discos que son de descarga... Voy a hablar con el editor. Está el de Mauricio Ubal, también, pero seguro que la idea es que sea rock, o algo así. Voy a consultar eso también.
- No me estás escuchando. Mirá que tu caso puede llegar a ser una neurosis aguda. Das vueltas y vueltas, te ponés a la defensiva, la autoestima baja, no te decidís.
- Sí, podría ser el de Carmen Sandiego. Pero se molestarían los que se quejan de los que vamos a La Ronda. También podría hacer uno de otro tiempo y lugar. Hace poco conseguí el original de “El gran baile”, de Señor Coconut, en el que versionan en plan cha-cha-cha a los Kraftwerk.
- Podrías haberte traido alguno de Kraftwrek cuando fuimos a Berlín.
- Vos no fuiste.
- Es verdad. Llevaste a la otra, a la ridícula de la Acer.
- Ya sé. No, mejor no.
- Antes que te deprimas y te pongas a chequear las interacciones de Twitter y te vayas a comprar bizcochos y todo eso...
- Corrección: barritas de cereales.
- ¡Qué previsible que sos, por Dios! Antes que todo eso, me gustaría que pusieras algún disco que yo no conozca. Revisé entre tus emails y me enteré que Juana Molina va a estar en el Teatro Solís el miércoles 19 de marzo, que va a presentar el disco “Wed 21”. ¡Y no tenés nada de ella en tu carpeta de música, ni en el historial de Grooveshark! Nada. ¿Quién es Juana Molina? ¿Por qué no escuchás Juana Molina?
- Shhhh. No grites. No queda bien decir eso... Acá tengo el disco original. Andá escuchándolo vos. Ya vuelvo... Uy, la tapa, ¿qué tiene?
- ¿A qué te referís?
- No sé, al rozarla es como aterciopelada. Debe ser un tratamiento de impresión nuevo, o por lo menos poco utilizado.
- Me gustaría tener cuerpo para hacer eso.
- Uy, perdón. Olvidé tu discapacidad.
- No te burles.
- Y vos no empieces a decir ridiculeces, como el sistema operativo de la peli... Bueno, ya vuelvo. Y me contás que te pareció Juana.
“Tuve una de esas pesadillas que por un tiempo largo te dejan mal”...
- Me encantó. Es un disco impresionante. Me hizo acordar, en el tratamiento electrónico, con esa guitarrita eléctrica jugando entre el ruido y el pop, a un disco de Suzanne Vega de los primeros noventa, el “99°F”.
- Es raro, Juana nunca mete guitarras eléctricas. ¿Habrás escuchado bien?
- Sí que tiene.
- Es verdad. Eso son guitarras, entre loops, voces y esas cosas medio mántricas.
- Matea.
- ¿Qué?
- Que tiene una onda Mateo impresionante. Ella es Mateo-Matea. Es como una evolución. Es lunática. Saca la música del aire, del cuerpo, de estados. Loopea, da vueltas, es como si fuera una máquina del tiempo súper refinada.
- Eso es muy cierto. Juana siempre ha dicho que ama la obra de Mateo.
- ¿Por qué no la escuchás?
- No es que no la escuche. Tampoco es que esté todo el día dándole a Mateo. Y es un genio. Son tiempos, momentos, estados, como bien dijiste.
- Escuchás esta canción: dice algo sobre el tiempo, sobre las edades, que se puede aplicar. “Están en mí todas las edades”. Como que las va acumulando en su vida. Puedo interpretar que operan como capas de conocimiento. ¿Pasa lo mismo con tus discos, con los discos que escuchás? ¿Qué lugar ocupa para vos el de Juana?
- ¡Qué pregunta! Mirá que estoy pensando en voz alta, nada serio... pero ella tiene una cosa de juego, ideal para escuchar entre los 8 y 65 años. Tiene eso del viaje, del descubrimiento, para romperse la cabeza a los 17 o a los 24. Tiene esa cosa sofisticada y snob para los 34 o 35, si se vive solo en una ciudad grande, mirá que hablo de Roma, Tokio, Los Angeles. Ojo que también es jipilla, cuando se dan cuenta que existe algo más que Onda Vaga en el Polonio. Tiene la genialidad que puede disfrutar el melómano de 52. Otras edades, las más utilitarias, las estresadas, las dedicadas a la iglesia del lugar común, la de los que van al shopping, la de los viejos de mierda de todas las edades, como que ahí no encaja. Son de los que se burlan de ella preguntando cuándo vuelve a la tele y se deja de hacer ruiditos.
- ¡Televisión! ¿Juana hacía televisión?
- Después buscamos algo en Youtube de “Juana y sus hermanas”. Humor friki. Una gran comediante. La rompía.
- No me la imagino.
- El cuento de hadas es que ella quería hacer música desde chica, y encontró eso del humor, le fue genial, primero con Gasalla y después sola, pero se deprimía por la falta de tiempo para hacer música. Y durante el embarazo de su hija se puso a pensar y largó todo para cumplir su sueño. Sacó algunos discos pero ni en Argentina ni en Uruguay le daban bola. Hasta la miraban de reojo cuando decía que amaba a Mateo. Si será difícil este pueblito. Se fue a vivir a Estados Unidos y ahí sí la escucharon: los principales críticos, grandes como David Byrne. Y después empezó a volver. Cero rencor. Cero resentimiento.
- Me gusta la tapa del disco. Es rara. Aunque no la pueda tocar...
- Puedo adivinar quien la hizo, sin mirar los créditos.
- ¿Quién?
- Alejandro Ros. Apenas la vi me hizo acordar a la portada de “Sí”, de Julieta Venegas. Una relación rara, pero me llevó a eso.
- Tengo otra relación rara... “Wed 21” es inverso a “El gran baile” de Sr Coconut.
- No entiendo.
- No importa. Tiene que ver con probabilidades, digresiones étnico-tecnológicas, es un poco abstracto.
- No logro entender.
- ¿Escuchamos de vuelta a Juana?
- Dale.
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