casa animada


En la calle Anzani, en un borde de la barriada de Buceo, a la vuelta de donde cada febrero se montaba el Jardín de las Comparsas, hay una casa donde suceden ciertos milagros que detallaremos a continuación. Antes de ingresar se debe trasponer un pequeño jardín como los de antes, tupido de plantas y arbolado, con canteritos y senderos, que remite a una incierta nostalgia que se acaba apenas los anfitriones abren la puerta de casa invitando a entrar.
Los que viven allí desde hace más de veinte años -Walter Tournier, Lala Severi y el hijo de ambos- parecen hacerlo en un estado de creación permanente, forjando toda clase de aventuras que tienen que ver con la escultura, la pintura y la literatura, pero no menos importante es el jardín (aunque todavía no se habló del jardín del fondo, una entrañable maravilla) y algo que aún no ha sido nombrado pero esencial en la memoria afectiva de la mayoría de los visitantes: los muñecos, objetos y escenografías que han protagonizado innumerables cortometrajes, la popular serie Los Tatitos y el largometraje animado Selkirk.
Walter y Lala decidieron abrir las puertas de la casa de Anzani 2015, los sábados a la tarde, durante el mes de marzo de 2019, para mostrar obra reciente: en el caso de Walter numerosas esculturas en madera y metal, de formas abstractas y alto refinamiento técnico en el manejo de los materiales; en el caso de Lala una serie de pinturas de pequeño formato, a las que se suman un par de sugerentes colecciones de fanzines gráficos de hechura artesanal. La intención inicial se vio superada por algo que ellos no parecen ser del todo conscientes: la casa está lejos de ser un simple escenario donde ellos transitan y habitan sus creaciones, para devenir en inesperado espacio emocional, no exento de magia, en el que los visitantes -niños, jóvenes, adultos, cada uno encuentra su conexión particular- respiran a trabajo manual, a una pequeña fábrica de afectos y -como se antes dijo- creación permanente.
Una colección de máquinas y cacharros fotográficos en un entrepiso. Todo tipo de objetos arqueológicos en las paredes. Alguna que otra escultura de Toto Podestá, amigo de tantos años y aventuras. Decenas de macetas en un vivero que está camino al estudio donde se fotografían maquetas y muñecos, donde sucede la magia del stop motion. El taller de Lala, en una piecita pequeña y atiborrada de papeles, impresiones, pinturas. Y el jardín del fondo, posiblemente una de las mayores creaciones de la pareja: exuberante, sinuoso, embriagador, verde, en el que se exponen las esculturas de Walter y se abre un recorrido que lleva a un taller soñado donde han cobrado vida tantos muñecos. De hecho, en cada rincón de la casa, y por supuesto en ambos talleres, es posible sorprenderse con los entrañables personajes creados por la pareja y el equipo de técnicos que durante tantos años participa de la factoría Tournier. "La casa es una creación conjunta", dice Lala. "Es el ámbito donde surgieron las obras, es el lugar donde nace la escultura, donde nacen las pinturas. Me parece que eso también llevó a que hagamos la exposición juntos... porque es la casa que hicimos juntos".

***

¿Cómo llegaron a esta casa?
LS: Fui yo la que la encontré. Estuve buscando y llegué a ver como cien casas. No fue fácil porque los dos queríamos que tuviera jardín, mucho jardín, mucha luz. Y no llegábamos nunca al precio, hasta que apareció ésta. No pensábamos que ibamos a llegar, pero la compramos.

Apenas se entra en la casa se percibe una energía de "creación permanente"...
LS: Sí. Esto no para.
WT: Y el jardín tampoco para.
LS: Siempre buscamos un entorno en el que nos sintamos bien. Por eso le dedicamos mucho tiempo a la casa. Porque es importante estar cómodo para poder generar un espacio de pensamiento.
WT: La mayoría de las cosas se crearon acá. Desde hace 25 años que estamos haciendo todo acá. Es como dice Lala: creamos un entorno muy bueno para poder pensar, crear, escribir. Es un lugar muy tranquilo y la mente queda libre para crear.
LS: Y la gente que viene también pasa bien. Es un espacio donde se pasa bien.

La invitación a visitar la casa, los sábados de marzo, es para conocer obras de ustedes que van en paralelo al cine de animación. En el caso de las esculturas de Walter, puede verse cierta cercanía a la obra de Octavio Podestá. ¿Hay una historia común, generacional, supongo, en trabajar con metales y maderas, en formas abstractas?
WT: Y... al Toto. yo qué sé, lo conozco de hace 40, 50 años.
LS: Aprendieron a soldar juntos.
WT: Claro, y cada uno hizo su camino, ¿no? Pero ahora, no sé, últimamente como que nos hemos encontrado, nos vemos, y capaz que encaramos alguna cosa juntos. Obvio que sí; tenemos una buena relación, además es un gran maestro y un gran amigo.

¿Cómo vas generando esas formas?
WT: Todas las dibujo previamente.

O sea que no son los materiales los que determinen la forma, como suele crear Podestá...
WT: En algún caso puede ser, pero casi siempre tiro diseños antes. Hay alguna cosa que está inspirada en el nervio de las hojas de las palmeras pindó, que son enormes y caen en el jardín de frente. Entonces, sí, hay algunas en que la forma es la original de la hoja, pero en otros casos las tuve que modelar, curvarlas con agua y calor. Pero son las únicas obras que de alguna manera parten de una forma natural. El resto es dibujado antes. En las que uso chapas de acero inoxidable, por ejemplo, suelen ser una sola pieza que la he llevado a golpes.
LS: Y en las que son de madera, agarra bloques... Walter es como el escultor en mármol, porque agarra un bloque de madera grande y le saca unas formas raras.
WT: Trabajo siempre con maderas duras, viejas, bien estacionadas. Cuanto más duras, mejor. Muchos son postes de alambrado, de curupay. Están todas pulidas. No tienen cera, ni laca, ni nada. Al ser maderas duras se pulen mucho y después las bruño.

Y en tu caso, Lala, a tus pinturas se agregan el arte de la edición casera de fanzines.
LS: Sí. Eso se dio a partir de que estuve haciendo un taller literario con Gabriela Onetto, y que del taller surgieron unos textos que me dieron ganas de dibujar. Todo eso me llevó a generar un libro-objeto, y hacerlo yo, de forma artesanal. Así fue que me inventé todo un sistema para editar tiradas de 20 copias. Los fanzines son objetos que me divierte mucho hacer, y ahora, en el marco de la exposición de esculturas y dibujos, se presta para mostrarlos.

Lo que queda claro es que abren la casa para mostrar sus respectivas creaciones, pero también para las realizaciones en conjunto, las que tienen que ver con el cine de animación.
WT: Ahí trabajamos juntos. Y no solo nosotros, participó gente con muy buena preparación técnica.

Colaboradores que ustedes se encargaron de formar, de traspasar experiencias.
WT: Sí, pero también hay que anotar que el trabajo mismo hizo que la gente desarrollara la técnica.
LS: Y que investigó junto con nosotros, porque en todos los proyectos se investiga y se prueban materiales.
WT: Se investiga y se arriesga. A veces sale bien, a veces no sale tan bien. Pero ese riesgo también permite ir avanzando, cambiando y mejorando también.

¿Cómo se van creando los personajes?
WT: Bueno, primero está la idea, lo que uno quiere hacer, después la escritura del guion y recién después viene el diseño. Generalmente diseñamos nosotros, pero en Selkirk el que diseñó los personajes fue Tunda.
LS: Igual se le pasó a él un perfil de personalidades, un montón de ideas, para que pudiera empezar a diseñar. Y en cuanto a la personalidad de los personajes, también es algo que va construyéndose en equipo. Porque a medida que el animador genera los movimientos, el personaje va tomando forma, y va adquiriendo gestos que de repente no estaban presente en la idea original ni tampoco en el diseño. Empiezan a agarrar como tics, todas cosas que van enriqueciendo al personaje. Eso se da con el aporte de todos. Entonces, al final del proceso, te empezás a encariñar con los personajes porque empiezan a tener cosas como más propias.

O sea que los personajes dice otras cosas, mucho más que el guion previo...
WT: Y te digo más: en todos los rubros funciona más o menos de la misma manera. Por ejemplo, en el sonido, cuando se hizo Selkirk, se grabó el sonido antes de hacer las animaciones. Se grabaron las voces en Argentina, en función del storyboard, siguiendo los lineamientos previstos de la personalidades de los personajes. Pero después que se animó, teniendo como base esa capa de sonido, le mostramos el trabajo a los mismos actores para corregir algunos detalles. El tema es que se entusiasmaron tanto que pidieron para grabar de vuelta muchos momentos. Le agregaron inflexiones y cosas que no estaban en el guion original.

¿Podría definirse a este momento expositivo como un 'detrás de escena'?
WT: Sí, porque se encuentran con varios de los personajes que hemos creado a la lorago de tantos años, y también con algunos escenarios, aunque las escenografías de la película no las tenemos.
LS: Se está dando, con estas visitas abiertas al público de los sábados, algo similar a la que pasa cuando vienen grupos de escolares a visitar la casa. A veces llegan cincuenta, sesenta niños. Es una lástima que no los tengamos todos y que algunos estén deterioradas. Pero es inevitable, porque están hechos con materiales que no son perecederos; el látex -por ejemplo- se estropea, y la silicona se endurece y se quiebra. O sea, ellos también se ponen viejos...

¿Cuántas horas disponen para sus actividades creativas?
LS: Todo el día.
WT: Sí, todo el día. Paramos solo para cocinar. Eso y nada más. A veces estamos hasta las nueve de la noche trabajando.

Y supongo que hay días que se olvidan de comer...
WT: A veces sí.
LS: Bueno, no tanto.
WT: Me acordaba, ahora, cuando Lala hablaba de los fanzines que ella hace, de algunas cosas entrañables que generan los libros. Ella publicó un libro: Los enredos de Clotilde, protagonizado por una arañita. Es un libro que le encanta a los niños chiquitos... y el otro día pasó algo muy fuerte, cuando una niña que tendría, yo qué sé, cuatro años, no se fue de esta casa hasta que no encontró a la araña Clotilde. La buscó por todos lados hasta encontró una en el taller. Recién ahí se fue tranquila. Es muy lindo cuando pasan ese tipo de cosas.

¿Cómo es la devolución del público que se acerca a la casa?
LS: Está bárbaro lo que está pasando, pero te diría que además se genera un clima raro, porque la gente se va muy emocionada. Se genera una magia... hay algo fuerte.
WT: Supongo que tiene que ver con la posibilidad de ver dónde se hicieron los muñecos y quiénes lo hicieron. Y es como dijo Lala, porque hubo gente que se emocionó mucho.
LS: Y te ponés a pensar por qué tanto agradecimiento. Te da para pensar lo importante de abrir una casa en un momento en que todo el mundo hace lo contrario.

De todos modos, la casa expresa muchas cosas diversas. No solo cuenta el simple hecho de abrirla. Tampoco la historia creativa de ustedes dos y su equipo de colaboradores. Me da la impresión de que parte del encantamiento y la emoción también se relaciona con mantener viva una casa de las de antes. Apenas se traspone el jardín de entrada es un viaje...
WT: Muchos dicen que esta casa vive. Y si, supongo que eso se nota. Pero bueno, no nos queda más que agradecer el hecho de que se acerquen a lo que hemos hecho y puedan disfrutar. Somos nosotros los agradecidos.


((entrevista publicada en revista CarasyCaretas, 03/2019. Fotos: Alexander Laluz))

No comments:

LAS MÁS LEÍDAS