11 :: "St. Vincent" (ST. VINCENT)

Debería estar buscando el disco de Laurie Anderson que compré hace más de veinte años. Sería lo correcto, teniendo en cuenta que la señora más avant-garde de la new wave ochentera estuvo de visita hace poco por nuestra ciudad. Pero no es lo que ocurre. Me tropiezo con otro, bastante más reciente y de una artista que sencillamente me parece genial. Annie Clark, así se llama, tiene ese algo más que se necesita tener cuando se experimenta, cuando se juega en los bordes, cuando se tiene ganas de hacer algo diferente y fracasar en el intento. Vuelvo a escuchar su disco del año 2013, porque hace un tiempo que no me tropezaba con él y me di cuenta que lo extrañaba, ocupado en otros menesteres, y esta vez me topo con la ficha técnica que no había leido con atención. Me percato ahora de un dato en el que compruebo que reside buena parte de la clave de mis desvelos: en el disco no suena ningún bajo, sustituidos por un super grave y distorsionado minimoog. En realidad, es eso, ésa es uno de los secretos de la demencia y el gran encanto del disco, más allá de las melodías, de la guitarra que juega donde pocos arriesgan, de la voz tiernamente desquiciada de Annie Clark, de los sintes viejos, de las baterías podridas, de un pop garbage tan friki y encantador. Y compruebo también que todo el disco está construido como una historia de amor entre la voz de Annie y el sonido deforme del minimoog, tocado por un individuo llamado Bobby Sparks. Y claro, también están las canciones, y la guitarra de Annie (otra de las protagonistas), y la evidencia de que ese disco, al igual que el "Reflektor" de los Arcade Fire, cualquiera de los de Vampire Weekend y algunos buenos momentos de los Management, me reconciliaron estos años con la idea de vanguardia, que todavía parece sobrevivir en algunos territorios residuales de la música pop, en eso de juntar elementos que no suelen estar juntos, de provocar algo que tiene que ver con lo raro, lo no conocido. En pleno siglo XXI no es muy común que haya vida entre tanta idiotez estandarizada y global. Esa es casi una regla. Pero la hay, y me permito ir más lejos: esta chica llamada Annie, que firma sus discos como St.Vincent, se mandó en ese disco del año 2013, en el que su voz dialoga todo el tiempo con un minimoog (lo cual admito que es una simplificación grosera de un verdadero manual de psycho-synth-pop), un disco que sobrepasa cualquier disco de los Talking Heads y no me meto con Laurie Anderson porque no logro encontrar el "Home of the Brave" ni algún otro de los discos que tenía de ella, así que no puedo sentenciar más exabruptos por hoy. Pero la escucha de St. Vincent, de su voz única, de sus temas de una electrónica épica y acaso disléxica, me coloca tanto como los discos más queridos de mi colección, entre ellos uno de los viejos de Suzanne Vega (el que tiene "In Liverpool") o la colección completa de Ladytron, y no sigo en esta línea de pensamiento porque hace días que vengo con ganas de escribir de un grupo que estos días me está partiendo la cabeza y que también tiene que ver con Ladytron y con una canción extravagante de una japonesa que se llama Takako Minekawa que se llama "Fantastic cat" y por la que en un programa de radio nos acusó (el director de la radio) de "no aportar nada" (sic!). El grupo es francés y se llama La Femme (no, no es Lescop, que también matan)... Y bueno, si no me creen que esta princesa synth llamada St. Vincent hizo uno de los mejores discos de la década, y que ese disco supera a casi toda la new wave ochentera, simplemente pongan "Psychopath" y déjense llevar. O "Bring me your loves". O "Digital whitness" (pueden optar por ver el clip, que se filmó en Madrid y es retro-futurista). O "Prince Johnny". Qué se yo. Prueben.

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