el libro negro


Hace unos pocos años, en el Subte, pudo verse la serie fotográfica Ausencias, del argentino Gustavo Germano. La idea de hacer presente la ausencia de los miles de desaparecidos y asesinados por la dictadura argentina entre 1976 y 1983, llevó al fotógrafo a recrear situaciones y escenas de antes de la desaparición, en su mayor parte de álbumes familiares, que fueron repetidas en situaciones similares y en los mismos escenarios.
El impacto de la serie de Germano es instantáneo. Pasado y presente se contraponen violenta, emocional y sensiblemente al provocar en el espectador la constatación de la ausencia, con toda su contundencia, subrayada en el espacio en blanco de la foto. La serie fue compilada en un libro, en cuyo prólogo Horacio Verbitsky asegura que “más que los juicios penales, las investigaciones periodísticas o los ensayos filosóficos, el arte da cuenta del vacío lacerante que la ausencia inexplicable provoca”. Una sensación similar genera la exposición -y luego el libro- del portugués Joao Pina. El fotógrafo indaga en lugares y territorios de la memoria, los vuelve presente, en un gran reportaje que involucra además la trasnacionalidad del terror estatal de los años setenta, configurada en la siniestra figura del Plan Cóndor.

El viaje de Pina
En el año 2005, mientras terminaba su primer libro, Por Teu Livre Pensamento, en el que retrata a veinticinco sobrevivientes de las cárceles políticas portuguesas, Joao Pina descubrió la existencia del Plan Cóndor, la operación que en los años setenta unió a seis países latinoamericanos (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay) en los que imperaban dictaduras militares de extrema derecha. "El objetivo de estos países era aniquilar a su oposición política, a la que denominaban 'amenaza comunista' o 'los subversivos'", escribe Pina en uno de los textos de Cóndor, libro en el que recopila parte de un trabajo de investigación que le demandó unos nueve años. 
Cámara fotográfica y grabadora en mano, entre sus periódicos viajes laborales a Brasil y Argentina, realizó un trabajo minucioso, acercándose a familiares de víctimas de la represión: desaparecidos, asesinados, expresos políticos. Recabó información de archivos ya existentes, tanto en lo que tiene que ver con testimonios como con material fotográfico de archivos provenientes de los propios estados (de los "Archivos del Terror", de Paraguay, por ejemplo) o de fotógrafos civiles que captaron momentos represivos (el caso del fotógrafo Aurelio González, en nuestro país). Y, lo más importante, lo que en definitiva sostiene el monumental trabajo de Pina, son las decenas de fotografías -en su mayoría retratos- que realiza de antiguos presos políticos en los lugares donde fueron torturados y detenidos. Todas en riguroso blanco y negro, complementadas por otras series de fuerte alcance emocional y político: más fotografías de esos mismos lugares y el seguimiento a varios de los juicios que se vienen realizando en los diferentes países de la región a militares y policías implicados en crímenes políticos y de lesa humanidad.
En la exposición La sombra del cóndor, que se exhibió durante todo el mes de setiembre de 2015 en el CdF de Montevideo, el montaje permite acercarse a los varios planos del trabajo de Pina, especialmente a lo que investigó en archivos estatales (materiales expuestos en la planta baja) y a las series en las que cruza el pasado con el presente, lo que provoca una potente sensación de que las heridas están abiertas, de que es necesario seguir investigando y exigiendo justicia. 
Una de las series más fuertes y provocativas tienen que ver con el seguimiento de Pina de varios de los juicios. En una de las paredes de la sala de la primera planta de Cdf se aprecia una fotografía tomada por Pina en Bahía Blanca, en el juicio de diecisiete militares argentinos acusados por crímenes cometidos en dictadura. Pina fue el único fotógrafo que pudo ingresar al juicio. “Tengo una distancia emocional que me permite ir a remover la tierra y a tocar donde a los demás les duele. Me emociona y me toca, pero lo puedo hacer de forma sistemática y buscar respuesta a mis inquietudes sin desesperarme en el proceso”, asegura el fotógrafo.  

((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 10/2015))

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