Verónica
Perrotta y Pablo Albertoni han demostrado una química especial como
equipo de dramaturgia. Como son muy buenos actores y han destacado en
otros proyectos -Perrotta con sólidas performances en teatro, cine y
stand-up, Albertoni al frente del grupo L'Arcaza- tal vez se haya
desplazado a un segundo plano el sostenido trabajo como dupla
autoral. Llevan siete obras escritas en conjunto, y una de ellas, al
igual que sucede con la propuesta recién estrenada Viejos
de mierda, los tiene como
intérpretes.
Harold
y Betty, los personajes de la obra que estrenaron en 2007, un cuadro
de humor y absurdo muy bien resuelto en una de las salas galponeras,
sobrevivían a un naufragio. Los “viejos” del nuevo espectáculo,
en una primera mirada, podrían verse como sobrevivientes de ese gran
naufragio que se llama vida. Pero no. La intención es otra. Viejos
de mierda deriva de una idea que
Verónica y Pablo vienen masticando desde hace algunos años, entre
la fantasía y la ficción: se trata de Asilarte, un proyecto a
futuro de comprar un hotel abandonado en Piriápolis, como refugio
para artistas mayores de 65 años: “Nuestra visión de la
vida y de los últimos días de nuestras vidas tiene que ver con
pensar en vivir intensamente”, señala Albertoni. “Capaz que
suena un poco romántico de más, pero tiene que ver con darse la
oportunidad de cambiar algo, cuando el cambio es inevitable”,
conceptualiza Perrotta. Y deja planteada una pregunta, con una pizca
inevitable de desafío generacional: “Nosotros, que escribimos y
que actuamos, ¿no vamos a ser capaces de inventarnos un final que
nos guste más que lo que venimos viendo?”
La clave, como ya se
dijo, está en el humor. Y en el tratamiento del absurdo y el
grotesco. La dupla actoral lo tiene muy claro, Y
eligieron al mismo director, Ramiro Perdomo (Mi muñequita
y Or),
para que sea el otro, el tercero, el que mira de afuera y administra
tensiones creativas. “Ni se nos ocurre contar esta historia
sin humor”, dice Perrotta. “Primero porque el humor te salva. Y
segundo porque nosotros tenemos una confianza que nos permite
decirnos las barbaridades más grandes y nos divierte mucho eso”.
Albertoni cuenta un poco más del trabajo de creación, del equipo:
“Entre los dos hay una especie de tensión entre la estructura y la
escritura. Yo necesito estructura y Verónica quiere escribir
escenas, entonces nos vamos complementando... Y con Ramiro
funcionamos muy bien. Es un director que sabe manejar el hecho de que
los que actuamos seamos los propios autores”.
((Artículo publicado originalmente en revista CarasyCaretas))
((Artículo publicado originalmente en revista CarasyCaretas))
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