Hace cosa de una década, un tal Fernando Peláez, desconocido hasta
entonces en el ambiente de prensa cultural y crítica de música,
escribió De las cuevas al Solis, una historia -en dos tomos- del
rock uruguayo de la predictadura. Inspirado en el librazo que
Guilherme de Alencar Pinto le dedicó a Mateo, cumplió con un sueño
personal que aportó un material de investigación y registro
histórico de un valor incalculable.
Peláez, hoy integrante del jurado de los Premios Graffiti, viene en
los últimos años trabajando fuerte en un proyecto que continúa la
“enciclopedia” de los pioneros. Enfrascado en desgrabar y
organizar la información obtenida de horas y horas de entrevistas
que mantuvo con rockeros de los 70 y los 80, le llegó una invitación
a la que no pudo negarse: escribir un libro sobre Rada. Así de
sencillo. No le quedó otra que detener la máquina y meterse de
lleno en una de las historias musicales montevideanas más prolíficas y menos
atendida desde contextos y apreciaciones críticas más o menos
serios.
Rada es uno de los grandes. Figura clave entre los pioneros del rock,
es un eslabón entre el beat, el candombe y el jazz, un músico
enorme, un gran cantante, un showman de excepción, una personalidad
que ha marcado a fuego a la música uruguaya y rioplatense. “Yo
pensaba conocer muchísimo sobre la obra de Rada”, dice Peláez.
“Lo consideraba un artista con características excepcionales.
Desde su registro vocal y una perfecta afinación, hasta su
creatividad como compositor, pasando por el magnetismo que provocaba
su particular personaje de negro bufón humorista. Pero, justamente,
al repasar cuidadosamente su discografía y toda su trayectoria, mi
asombro alcanzó niveles insospechados. Creo que son muy pocas las
personas en el mundo que hayan sido capaces de disfrutar, asimilar y
apropiarse de una gigante gama de influencias provenientes de los más
diversos territorios y estilos musicales”.
La herramienta de la entrevista fue la elegida por Peláez. Fueron
muchas horas de charlas con Rada, a las que se agregaron testimonios
de Hugo Fattorusso, Lito Nebbia, Urbano, Eduardo Useta y otros tantos
músicos y allegados al artista. El relato encadena varias historias
y tantísimos viajes musicales. No fue tarea fácil. De algún modo,
la presencia de Peláez le imprime al retrato un tamiz de registro,
buscando desentrañar el papel de Rada en la música urbana de las
últimas cinco décadas.
“De las épocas desarrolladas en los dos tomos de De las Cuevas al
Solís, o de los músicos que se iniciaron en esos años, resulta
imprescindible profundizar en la trayectoria de, al menos, los más
relevantes. Quedaba pendiente esa tarea. Ya lo hizo Guilherme de
Alencar Pinto sobre Mateo, Nelson Díaz y Marcelo Rodríguez sobre
Darnauchans. Faltan Dino, Jaime Roos, los Fattoruso, entre otros. Y
entonces es muy gratificante para mí haber podido realizar este
trabajo sobre Rada. Más aún, junto a Rada. Porque además de muchas
cosas, Rada es una pieza fundamental en la gestación y posterior
desarrollo y evolución de ese territorio musical que podríamos
denominar “candombe-fusión”, y que desde hace décadas forma
parte inseparable de nuestra cultura”.
Esa importancia de Rada está íntimamente ligada a sus capacidades
musicales, a su habilidad para imbricar su memoria musical con la
composición. “Él escuchó miles de canciones y las conserva
intactas en su disco duro”, cuenta Peláez. “No solamente por
haberlas escuchado, sino por haberlas cantado desde niño, en
cumpleaños, boliches, cines, tablados, en donde fuera... No tuvo que
buscar en Internet, ni preguntarle a otro músico, ni ir a clases
para saber cómo se toca un chachachá, como cuando grabó “Cha cha
muchacha”. Simplemente lo tiene incorporado. Y lo mismo le pasa con
todos los estilos... Me impresionó mucho el repaso de sus viajes por
distintos lugares del planeta, ya fuese como cantante de éxitos
internacionales en hoteles o barcos, o como un músico de elite
codeándose con músicos capos de todos lados. Los propios músicos
no pueden creer como Rada puede componer estupendas melodías y
arreglos para varios instrumentos sin haber estudiado jamás teoría
musical de ningún tipo”.
((Publicado originalmente en revista CarasyCaretas))
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