Hace tiempo que andan
en la vuelta. Pintan, dibujan, profundizan en sus viajes personales
con el color y las imágenes. Han probado con acrílico, óleo,
stencil, técnicas de collage. Tienen en común, además de estéticas
más o menos comunes y el gusto por cierta imaginería pop y una
paleta de colores fuertes, cientos de horas compartidas en el FAC,
que fraguaron una amistad que se impuso más allá de los talleres y
el mundillo del arte.
Desde el martes 23, la sala principal del Subte reúne obras de los cinco
amigos (*). La invitación se las cursó Rulfo, un muy buen gesto de un
curador siempre en busca de nuevas ideas, de establecer conexiones,
de mostrar ciertas que cosas que pasan y que están pasando en el
fermental arte uruguayo. No tienen nombre como grupo, porque no lo
son y además se sienten "bichos individuales de taller",
como bien dice uno de ellos, Santiago Velazco, quien sugiere que
podrían llamarse los Cinco Fantásticos, o Las Fieras del Asfalto.
"Sería buenísimo eso de tener un nombre onda superhéroes o
villanos, pero no, no hay nada de eso".
Ninguno de ellos es un
artista nuevo. Los cinco llevan años de aprendizaje, de elaboración
de caminos creativos muy personales, y esta reunión en la colectiva
Desafueros les permite
mostrar sus viajes cromáticos actuales, en la mejor compañía, la
de los grandes amigos, camaradas de una de las varias generaciones de
artistas que salieron de los talleres de Fernando López Lage. Y si
algo heredan del maestro es su gusto por el color, tal vez por los
grandes formatos, en aventuras hípercromáticas que no se quedan en
el arte de la mera provocación, en lo inmediato, sino que tienen
horas y horas de arduo trabajo y elaboración.
¿Qué sienten que
tienen ustedes, como artistas, en común?
SP: Tenemos en
común, aparte de lo generacional, un espacio de formación y de
trabajo. Y sobre todo una visión del arte, y especialmente de la
pintura, muy parecida, aunque al mismo tiempo muy diferente y
personal en cada uno.
AS: Es así.
Venimos del mismo lado, el FAC, y cada uno trazó su camino, que
tiene como resultado obra que tiene similitudes con la de los otros y
también profundas diferencias. Hay un lenguaje común entre los
cinco, que es la pintura, y determinado tipo de pintura, bastante
poco frecuente en este país dominado por la paleta baja o marrón.
Creo que los cinco tenemos influencias similares, y una forma de
trabajar también similar. La falta de complejos y cagarnos un poco
en todo es un poco el denominador común.

SV: El término
desafuero es vital para generar arte. El arte es un desafío con vos
mismo; tenés que romper, no respetar, salirte de lo que ya sabes,
pasar por arriba, hacer lo indebido. Sin desafuero no existe el arte.
SS: Es una idea
de Rulfo. A mí me gustó el texto que escribió, pero lo que más me
interesa de la muestra es que somos un grupo que venimos trabajando
hace tiempo, y que tenemos una amistad. Creo que el sentimiento de
pertenencia es más por ese lado.
Hay en la obra de
ustedes un diálogo intenso con la cultura pop, con la imaginería
infantil en algunos casos, con el arte callejero. Hay un predominio
de paletas fuertes y también de imágenes fuertes, provocadoras.
¿Cómo sienten, en cuanto creadores, ser parte de un tiempo donde la
imagen se ha banalizado?
SP: La imagen se
banaliza a través de la repetición, de la asociación sin sentido.
Es lo que se llama contaminación visual. La pintura provee, o
proveía, al espectador, una idea de eternidad, de aura, de elevación
casi mística. Pero en este tiempo, en que la imagen se ha
banalizado, tal vez la pintura busque reencontrarse a sí misma al
incorporar esa banalización a su discurso. Tal vez eso sea lo que la
inserta en la contemporaneidad; el sentido del vacío, la falta de
sentido, provoca eso, sensación de vacío.
SV: Somos
pintores, y eso es como de otro siglo, lo sé, pero personalmente
creo que la pintura es algo infinito en contenido y significado.
Podés cargarle la data que quieras y no deja de ser pintura, algo
estático, congelado, y ese es su poder y su encanto, lo que hace que
en tiempos de banalización y fugacidad de la imagen, la pintura siga
estando ahí, bien firme.
SS: Lo
que te puedo decir, en mi caso, es que cada vez estoy más
comprometido con la pintura.
AS: El
arte tiene una función y es interrogar. A través del arte, en mi
caso, no doy respuestas, más bien todo lo contrario. Vivimos en la
sociedad del espectáculo hace tiempo y hace tiempo que la imagen es
banal. Tenemos esa suerte. Creo sí que la obra de los cinco es un
poco sobre eso. También el hecho de trabajar con algunas imágenes
que están en el inconsciente colectivo y resignificándolas, ayudan
a cuestionar, a interrogar.
¿Hay una cuestión
de actitud, común, como refiere el texto curatorial?
SP: Pienso que
sí, en el sentido en que todos nosotros nos apartamos de una visión
del arte, muy presente en nuestro país, que sostiene que la paleta
baja es un elemento identitario de la idiosincrasia uruguaya, por no
decir el único válido en la pintura, junto con la composición
ortogonal. Creo que todos utilizamos los medios expresivos que usamos
como una toma de partido, una postura política y filosófica.
SV: El solo
hecho de pintar con una paleta alta, en Uruguay, ya es una cuestión
de actitud común entre nosotros. Es una intención de sacudir un
poco el polvo y empezar a salir de la maleza ocre y marrón que nos
come como el óxido.
AS: Sí, es la
misma actitud de cagarnos en todo y seguir para adelante.
Señas
conceptuales
Rulfo
propone, a partir de su trabajo curatorial en Desafueros,
una mirada cromática y decididamente anti-torresarciana, a
través de la obra de cinco artistas que tienen en común un fuerte
compromiso con la tradición de la pintura y la influencia de una
escuela, la del FAC, en la que hay que mirar buena parte de la
renovación de discursos y paradigmas respecto al arte en nuestro
país.
La
reunión de la obra de estos cinco artistas, en una misma sala, es
indicativa de la acción de talleres y escuelas que buscan otros
caminos de expresión, con la certeza de que se puede (y se debe)
contrariar los dogmas impuestos por la tradición y la crítica.
Tampoco hay, como explica Rulfo, un nuevo dogma, ni siquiera una
estética en común: "En estos trabajos podemos ver, desde un
punto de vista estético referencias a la abstracción, figuración,
realismo, ficción, graffiti, posimpresionismo, pop art,
posconceptualismo o diseño gráfico. ¿Por qué pensar en una
estética en común, cuando vemos tanta diferencia? Pues la similitud
no radica en el producto o en los elementos empleados, sino en el
origen de los mismos y en la actitud frente al mundo a partir de
estos". Desafueros es entonces, para Rulfo, la reunión
de cinco artistas que no pueden ser domados o clasificados
fácilmente. Una pandilla, en todo caso, de villanos cromáticos.
SERGIO PORRO.
Preparó para Desafueros un políptico especial para la
muestra. Es una obra integrada por cuatro cuadros (cada uno de 2 x
1,5 metros), en los que utiliza la figura de San Cono, el santo
italiano de los inmigrantes, al que se le pide dinero y suerte en el
juego. El resultado es una obra que metaforiza, a través de la
ironía, los valores del capitalismo patriarcal, la moral
Disney-cristiana dictada por los massmedia. El conjunto va acompañado
por dos pequeños cuadros con muñequitas de Blancanieves y Bella.
SANTIAGO VELAZCO.
Eligió tres obras en las que viene trabajando y una obra
especialmente generada para esta muestra: un cuadro mural de 5,40 x
2,40 m, lo que equivale a decir grandes dimensiones. Todos los
trabajos que presenta Velazco pertenecen a la serie Paisajes
Cercanos, obras que salen de lo específicamente figurativo y que
tienen -según el artista- "diferente desarrollo y desvíos
según el tiempo en que produzco".

AGUSTÍN SABELLA:
La intención de Sabella, en Desafueros, es
la de potenciar en lo que él siente los temas de su producción, lo
que lo representa como artista: la niebla de información, el ruido
blanco. El montaje, hecho en conjunto con Rulfo, incluye más de cien
pequeños cuadros, que se pueden ver en su conjunto, o bien
aislarlos por partes, o por los diálogos que generan uno con otros.
SEBASTIÁN SÁEZ:
Viene de presentar a fines del año 2015, en Lindolfo, una nueva
serie de retratos que tituló Montevideanos. El
artista decidió quitar el foco sobre la vestimenta, eligiendo el
desnudo como tema. Los fondos muestran figuraciones selváticas o
bien escenarios de La Divina Comedia. La
oportunidad de Desafueros le
permite a Sáez mostrar algunas de las obras que ha venido
produciendo en los últimos cinco años
de trabajo en el taller.
FABIO
RODRÍGUEZ: Del cartón de
formato manual, Rodríguez pasa a telas de dimensiones corporales. El
grupo de obras que presenta es un tipo de representación
fragmentada, collages que aportan la visualización del cruce de
tipologías de representación y la infinidad de códigos que hoy
manejamos. Apunta el curador Rulfo, que a Rodríguez "le atrae
este tipo de readymade fotográfico, esa confluencia de signos que
entrecruzaban los dadaístas".
(*) "Desafueros" se inauguró el martes 23 de febrero de 2016, en Centro de Exposiciones Subte de la ciudad de Montevideo.
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