Fabián
Santarciel egresó de la EMAD en el año 1996 y trabajó algunos años
como actor, hasta que sintió la necesidad de buscar otros lenguajes.
No se sentía cómodo con la circunstancia de que la palabra fuese el
único -o por lo menos, el más importante- detonador de la acción
escénica. Descubrió el teatro físico a través del trabajo del
coreógrafo brasileño Marcelo Evelin y en el año 2002 comenzó su
formación en Amsterdam, como performer, como actor físico,
siguiendo las premisas de la técnica y filosofía teatral creada por
el mimo corporal dramático Etienne Decroux. La
Escuela de Mimo de Amsterdam tiene la particularidad de crear actores
y creadores que, a partir de la técnica desarrollada por Decroux en
los años 60, han hecho contribuciones
importantes en la renovación de la escena teatral, tanto holandesa
como europea. "La combinación de la
antigua y la nueva información me dio nuevos estímulos y
catalizadores", dice. "Me dio también, aunque
suene raro, una tranquilidad escénica y búsqueda personal donde el
diálogo entre el construir y el desmoronar está latente".
En
la escena
"La
escena es ese lugar donde lo intangible se vuelve tangible, palpable.
La escena es ese lugar donde todo es in/tangible, anti/estético,
des/agradable, in/decoroso, seductor, brutal y cortés. La escena es
humana. Es ese lugar en el que una persona es de carne y hueso, sudor
y olores y que no tiene pegado en la frente la definición de actor,
bailarín contemporáneo, poeta, payaso o performer. Solo una persona
que se comunica con el público y viceversa. Y que lo hace de una
manera honesta. En escena se necesita de mucha honestidad. Yo me
considero muy privilegiado de poder ser partícipe de lo que ocurre
allí. ¿Suena cursi? Yo lo soy un poco".
Dos ciudades
Fabián Santarciel tiene dos residencias. Vive entre Amsterdam y Montevideo. Él es, de alguna manera, esos dos hombres en la escena, en esa búsqueda existencial que propone Us del otro, del espejo. Hay un aspecto de la experiencia escénica que remite directo a esa encrucijada vital, a la necesidad del intercambio, a la implicancia de pertenecer a dos culturas que él busca poner en diálogo.
Dos ciudades
Fabián Santarciel tiene dos residencias. Vive entre Amsterdam y Montevideo. Él es, de alguna manera, esos dos hombres en la escena, en esa búsqueda existencial que propone Us del otro, del espejo. Hay un aspecto de la experiencia escénica que remite directo a esa encrucijada vital, a la necesidad del intercambio, a la implicancia de pertenecer a dos culturas que él busca poner en diálogo.
No
llama la atención que el actor esté al frente de Proyecto Tráfico,
una plataforma de intercambio entre el arte de ambas ciudades. "Lo
que busco con Tráfico es crecer, sumar, construir, trocar. Este
proyecto surge de la necesidad de desplazar cultura de un lado al
otro, que lo que está sucediendo culturalmente en Holanda y en
Uruguay circule de manera fluida. Y que ese intercambio sea
literalmente traficado, que sea áspero y compacto. Se busca el
apropiarse de algo y traspasarlo. Lo que se busca es alterar la
cotidianidad de las líneas de trabajo artísticas de un lugar
físico al ser éstas expuestas a otras formas y lenguajes". Us
forma
parte de Proyecto Tráfico, de ese puente que se juega también en el
presente de la escena, entre los dos performers, Fabián y Rob.
Tiempo
presente
"La
creación de Us fue, es y seguirá siendo un proceso rico en
la búsqueda constante del espacio físico, mental, energético
generado entre dos personas. Nuestro puntapié inicial fue la idea de
que nosotros, en tanto personas, ya estamos juntos antes de existir.
Durante el proceso creativo nos abarcamos a explorar el continuo
diálogo entre dos hombres y el contacto que se genera entre ellos.
Trabajamos desde un espacio vacío, donde no existe pasado o futuro.
Eso demandó, y lo sigue haciendo, que estemos en forma continua
ocupados en lo que ocurre en el momento, y ocupados en trabajar la
idea de que en escena no existe nada más que el cuerpo físico y
mental del otro. El resto es casi materia oscura, infinita. Lo
interesante en este proceso es cómo la reacción del otro influye de
manera extrema en lo que yo hago, y viceversa. En cada ensayo, seguro
pasará en las funciones, nos encontramos nuevamente en la posición
cero en el tablero. Sabemos lo que va a ocurrir y al mismo tiempo nos
enfrentamos con la posibilidad de que tal vez no ocurra. Ese comenzar
una y otra vez, como performer, es una experiencia fascinante".
La
mirada del otro
El
ida y vuelta entre Holanda y Uruguay le permite a Santarciel tener
una mirada fresca y distanciada sobre la escena artística
montevideana. En los últimos
viajes, al estar presentando sus propias creaciones escénicas, no ha
podido ver tantos espectáculos como quisiera. Sin embargo, percibe
que hay una movida importante. "Hay algo que el uruguayo aún
mantiene y es ese hambre, casi gula, por cultura. Y cuando hablo de
artes escénicas, me refiero a todas sus variantes, teatro, danza,
murga o rap en el ómnibus... Noto además una explosión en cuanto a
lo que se refiere a casas y centros culturales, a espacios
alternativos por fuera del circuito de teatros". Cita entonces
las experiencias de La Quimera, en la esquina de Wilson Ferreira y
San José, el proyecto CasaMario en Ciudad Vieja y muy especialmente
todo lo referente al Espacio de las Artes y a los movimiento e
intercambios propuestos por festivales como el FIDCU y el FIDAE.
"Lo
que se busca con Proyecto Tráfico, y con Us, es ayudar a
crear un flujo de información que, generada por el recorrido de
artistas de un puerto a otro, traslade un diálogo entre lo contrario
y lo concordante", dice Santarciela. Y concluye: "Es
importante que esto sea siempre un continuo comienzo y
redescubrimiento del diálogo entre artistas, que se produzca de
manera circular. Así como ocurre con el flujo sanguíneo, donde la
sangre realiza un recorrido desde que es bombeada por el corazón
hasta que regresa a él. Este proyecto se enfoca en el puente entre
Ámsterdam y Montevideo, por ser mis dos residencias. Recién está
empezando pero ya está dando sus frutos".
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 11/2015))
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