Loquillo fotografiado por Rafa Lejtreger, Barcelona, 2007. |
Vibra
el teléfono móvil. Es Rafa llamando desde Barcelona ciudad. Me da el ok. La 'operación Loquillo' fue un éxito. Confirma que tiene las fotos. Retomo mi caminata por Dieciocho de Julio. Horas más tarde envía un extenso e-mail contando las
primeras impresiones de ese personaje que conquistó el corazón de
miles de rockeros españoles y rioplatenses en los últimos treinta
años. Le pegó fuerte. Se le nota. Lo entiendo. El Loco es un tipo
muy grosso. Personalidad fuerte. Y es, por
cierto, una nota muy especial para el staff de la revista, que condensa años de atesorar discos de vinilo y
grabaciones piratas difíciles de conseguir en Montevideo. Autopista. El rompeolas. La mataré. Por supuesto, el Cadillac Solitario. Los discos en homenaje a la poesía española. Y ahora, la certeza de que estará por uruguay, dando un esperado y
único show. Algunos días después tengo mi
primer contacto con el Loco. Por teléfono. Venía de grabar una
canción con el amigo Jaime Urrutia. Le pregunto, nobleza obliga, por Rafa, que todavía no ha vuelto de la vieja Europa. Noto por sus
palabras que ambos pasaron un buen momento. Y me cuenta de las fotos que sacaron: “Hay una en la torre Agbar, que va a quedar muy bien. Es una
imagen distinta de la ciudad, de una torre muy fálica, de doscientos
metros de altura, que es el nuevo símbolo de Barcelona. Después
fuimos a la zona del Paseo de Gracia y estuvimos en la zona de
callejones. Y a mi barrio. Al Rafa también lo llevé a mi
barrio y pasamos una buena tarde”.
_Nunca estuve en
Barcelona, pero en el último año he leído dos novelas que me han
acercado a tu ciudad... La sombra del viento y La catedral
del mar.
_También
las he leído. Son buenos libros. Pero si quieres conocer la
Barcelona actual te puedo dar varias opciones, sobre todo en la zona
de los barrios. Ahora hay una Barcelona turística que para el
ciudadano barcelonés es el horror. ¿Sabes lo que quiero decir? Pasó
de ser una ciudad de un millón y poco de habitantes, a una ciudad
que parece Disneyworld, por la que pasan dos millones y medio de
visitantes por año. Se vive hoy un caos muy bestial... Y bueno, en
parte por eso me fui, hace algunos años, a vivir a San Sebastián.
Para escapar de tanta locura.
_¿Cuál
es tu Barcelona?
_Yo sigo enamorado de una
Barcelona más cosmopolita, en la que crecí. Una Barcelona más
anclada en lo que fue la tradición de ciudad abierta, que fue puerta
de acogida de oleadas de inmigración de diversas zonas de España,
después de la posguerra y en los años sesenta. Mi Barcelona es muy
distinta a la actual, y también a la que pueden contar esos libros,
que son miradas históricas. La mía es de barrios, de callejón, de
cultura urbana. De hecho, para que nos entendamos, hay un grupo muy
mitificado en Uruguay que se llama Los Mockers. Uno de sus
fundadores, Esteban Hirschfeld, vivía en el mismo barrio y en la
misma calle donde yo nací. Y precisamente ese lugar es donde ahora
mismo está ubicada la torre ésta, que es un nuevo símbolo. Está
justamente en el mismo lugar. Para que veas que es muy distinto el
paisaje actual con la Barcelona que yo estoy más entroncado.
_Y
Esteban ahora vive en Valencia...
_Ah, pues vamos. Pero
cuando yo tenía dieciséis años, diecisiete, visitaba de gran
manera su casa. Vivíamos en la misma calle.
_O
sea que tiene algún punto de conexión con tu entrada al rock.
_Sí, porque él empezó
a tocar en un grupo que se llamaba Los Rápidos y nosotros montábamos
la primera banda, que fueron Los Intocables. Desde esa época lo
conozco a Esteban.
_Y
en la prehistoria del rock español están los Burning. ¿Fueron
ellos influencia importante para Intocables, y después Trogloditas?
_Sí,
porque a partir de mediados de los setenta, bandas como Burning
llevaron el lenguaje de la calle al rock, algo que antes no se podía
hacer debido a la dictadura. Burning abre el espectro, y es después
de ellos que el rock español empieza a trabajar sin ningún tipo de
ataduras y sin censura. Nosotros somos la generación que recoge ese
testigo y traslada ese lenguaje a la actualidad.
_En
un momento tuviste que decidir entre el básquetbol y el rock...
¿Cómo fue la decisión?
_Yo jugaba en un equipo
de elite, de primera división nacional, que se llamaba Contonifici.
Tenía diecisiete años, y de la misma manera que entrenaba en el
equipo como junior, ensayaba con mi primera banda. Fue justamente el
momento en que grabamos el primer disco, ya en el año 1980... que me
coincide la grabación con el servicio militar, que es algo que no sé
si hay en Uruguay.
_No,
nunca tuvimos servicio militar. Ni siquiera en dictadura, por suerte.
_La mili española ha
desaparecido. Afortunadamente. Pero en los años setenta, hasta su
desaparición hace cerca de diez años, era obligatoria. Hicieras lo
que hicieras en tu vida, te pasabas dos años sirviendo a tu patria.
A mí me tocó la marina, y estuve dos años en un buque de guerra. Y
la grabación de mi primer disco coincidió con el servicio militar,
y al hacer el servicio militar tuve que dejar el baloncesto. Fue todo
a la vez. Mi primer disco sonaba en las radios mientras yo estaba en
un buque de guerra. Era muy curioso.
_¿Y
por dónde navegabas con ese buque?
_Coincidió con la etapa
de la guerra de las Malvinas. Y España, en aquel momento... imagino
que todos los países latinos mirábamos la guerra de las Malvinas
como algo cercano. Y yo creo que algo tuvo que ver el gobierno
español, porque me pasé en ese buque de guerra patrullando el
estrecho de Gibraltar, la base de los submarinos ingleses. Algo
habría por ahí. “Algo huele mal en Dinamarca”, como dice
Shakespeare.

_Sí. Lo hablábamos el
otro día con su compositor, con Sabino Méndez, de que es realmente
algo para enorgullecerse. Es así. Que una canción que forma parte
de la historia de la música española traspase fronteras y cale en
otro país, es motivo de orgullo. Y aparte, qué quieres que te
diga... nos han hecho un gran favor. Eso es así, tal como suena.
¿Qué más se puede pedir?
_Ahora
que mencionás a Sabino, ¿cómo están las cosas con él?
_Desde hace cinco años
muy bien. Hemos estado tocando juntos, y ahora estamos componiendo
juntos para mi nuevo disco, que saldrá en el próximo mes de febrero
y es un trabajo con varios de los compositores con los que he
trabajado a lo largo de mi trayectoria: Sabino Méndez, Carlos
Segarra, Gabriel Sopeña, Jaime Urrutia.
_Es
un disco de Loquillo... ya no de Trogloditas.
_Exactamente. Es más,
abandoné los Trogloditas hace cuatro meses. Me despedí en los
conciertos que realizamos con los Rolling Stones en Madrid y
Barcelona. Ése fue el final... tocando con los Rolling Stones y
habiendo tocado el mes anterior con los Who es el mejor cierre para
veinticinco años de trayectoria.
_Que
en tu caso, si contamos los años en Intocables, suman treinta.
_Pues el año que viene
cumplo 47 y ahora mismo voy a cumplir el trigésimo aniversario de mi
dedicación a esto del rock. Cuando escucho treinta años me pongo...
la verdad que es un aniversario que tiene peso.
_¿Cuál
es tu relación con las canciones de la primera época con
Trogloditas? En el libro Un alto en
el camino decís que no las volverás a cantar en un
escenario...
_No acostumbro cantar
canciones de mis ochenta. Es que en España, ahora mismo, se ha dado
un fenómeno muy curioso de que han vuelto bandas de hace diez,
quince años, como han vuelto los Police o cosas así en el resto del
mundo. Siempre he pensado que ese tipo de actitudes forma parte de un
hecho comercial, y por eso he tratado siempre de desmarcarme. Pero no
soy tan estricto: canto canciones de todas las épocas de mi
trayectoria, entre ellos los temas que fueron hits en su
momento, pero no revisito los años ochenta como hacen otros, de
forma exagerada. No soy muy amigo del revival. Yo siempre digo “haber
nacido diez años antes...”, ¿me entiendes? Yo estoy en mi
época, en mi tiempo, y evidentemente -como artista- cuando tocas en
directo tienes que repasar algo de tu trayectoria, pero quedarte en
una época sola... Evidentemente, también hay canciones que resisten
el paso del tiempo y otras que no.
_En
el show que darás en Montevideo en la Fiesta X, te vas a encontrar
con un público muy especial que siguió mucho tu carrera... hasta el
disco doble en vivo, el A por ellos
que son pocos y cobardes.
_Pues eso sí que es
antiguo. Es de hace veinte años casi, fíjate.
_¿Estás
preparado para entrar en ese túnel del tiempo?
_Es importante que partan
de lo que escucharon, para que vean lo que soy ahora. ¡Eso es lo que
debe ser! Vamos, sería absurdo volver al año 1988. Yo pienso que
cualquier tiempo pasado siempre fue peor, ¿entiendes? Que vean a
Loquillo en estado puro, ahora, en el que yo creo que es su mejor
momento... y con la mejor banda que ha tenido en su historia. Eso es
lo importante.
_Además,
precisamente desde aquel disco, de algún modo el final de los
primeros Trogloditas, empezaste a mostrar otras facetas. La de
musicalizar poesía en La vida por
delante, la de rocker maduro en Mientras
respiremos.
_Lo que ocurre es que hay
mucha gente que se queda anclada en una época y de ahí no sale. No
hacen algo tan sencillo como crecer. Hay cierto complejo de Peter Pan
en el rock, de no querer hacerse mayor. Yo siempre fui muy coherente,
en ese sentido, de siempre disfrutar de la edad que tengo. No me he
quedado nunca anclado en ninguna época ni en ningún personaje. A mí
me parece absurdo, por ejemplo, tener 46 años e ir vestido como
cuando tenía 17, de pandillero, o seguir escuchando la música que
escuchaba antes. Crecés. Cambiás. Intentás ser mejor. Anclarme en
una época sería, para mí, como vivir en una cárcel. No poder
salir de mi personaje y pasarme el día cantando canciones como
“Quiero un camión”, sería muy ridículo. Imagínate un hombre
de 47 años cantando “quiero un camión”... Sería un poco
ingenuo, infantil. En todo caso ahora querría un Jaguar. Por eso
digo que hay canciones que resisten el paso del tiempo y otras que
no.
_Tal
vez el rock no pueda desprenderse de su condición adolescente...
para ser rock.
_Exacto. Por eso siempre
he procurado tener influencias muy variadas, en el sentido
estrictamente musical. Desde la música mediterránea hasta el
imaginario de los artistas franceses. Y como mi padre me inculcó el
tango, porque era cantante de tango, Gardel ha estado presente en mi
vida desde que tengo uso de razón. Si a eso le sumás Elvis Presley
y Frank Sinatra, o artistas británicos como Brian Ferry... si metes
todo en un mismo saco, pues salgo yo.
_De
una ciudad cosmopolita, como Barcelona.
_Exacto. Y ya que
hablábamos antes de Gardel, no hay que olvidar que grabó sus
primeros discos en Barcelona. Por eso siempre digo que mi caso es muy
especial, porque además empecé en esto siendo periodista musical,
haciendo programas de radio. Siempre fui un poco más allá. Y cuando
después de la explosión de rock que hubo en España, en los
ochenta, la escena ya empezaba a decaer, lo único que hice fue
cambiar mi registro, irme al teatro y montar una banda de jazz.
Siempre he dejado tiempos muertos para volver al rock. No estoy todo
el tiempo haciendo el mismo personaje porque, primero, puedes acabar
aburrido de ti mismo; y en segundo lugar, lo que es peor, puedes
aburrir a todo el mundo.
_Uno
de tus caminos paralelos ha sido el de publicar discos de poesía
musicalizada. ¿Te sentís parte de una tradición?
_Antes
que nada quiero aclarar que nunca entendí a esos artistas que hacen
discos en solitario exactamente iguales a los que hacen con sus
bandas. En mi caso, me dediqué a hacer propuestas arriesgadas y
distintas. Y sí, quise recuperar la tradición de musicalizar
poemas, que es una tradición muy española, de artistas como Paco
Ibáñez y Joan Manuel Serrat. Lo que hice fue seguir esa misma
línea, pero en un idioma musical distinto. Utilicé el jazz, el
swing,
ciertas actitudes rock y, sobre todo, la tradición en la que vivo y
de la que me nutro, que es –como decía antes- la tradición de la
música europea y mediterránea. Los dos primeros volúmenes están
dedicados a los poetas españoles, pero siempre dando un toque con
poetas latinoamericanos... Octavio Paz, Borges, Benedetti, Neruda.
Ahora mismo estoy preparando, junto a Gabriel Sopeña, un disco
dedicado a la obra de Luis Alberto de Cuenca. Y ya con dos discos de
poesía, más el tercero que vendrá, y la banda sonora de la
película Mujeres en pie de guerra,
evidentemente es una muestra de que tengo una trayectoria
independiente de Trogloditas. Pero en el momento actual, en el que
trabajo en solitario, tanto la faceta rock como la faceta de poesía
musicalizada formará parte de lo mismo. Digamos que Loquillo en este
momento une todos sus “yo” musicales... Y bueno, llega un momento
en que uno tiene que ser uno. Ha llegado ese momento en que todos los
Loquillos acaben formando este Frankenstein musical que vais a
conocer en directo.
_Loquillo
es un personaje con distintas facetas... ¿Qué es lo que las unifica
a todas? Tale vez lo que canta Johnny Cash, de “ir vestido de
negro”, canción que hiciste tuya.
_Claro que me va lo de
“El hombre de negro”... Pero además, siento que he tenido que
interpretar un único papel dentro del guión Trogloditas, y
evidentemente, como soy un buen actor, hice además otras películas.
Ahora mismo el personaje ya no necesita tener un solo papel, ahora
interpreta mi personaje real, el personaje del artista completo.
Salvando las distancias es como cuando Sean Connery dejó de
interpretar a James Bond y se convirtió en un gran actor. Entonces
este es para mí el momento más intenso de mi carrera, al que llego
en el momento de mayor madurez. Abandonar una banda a los 46 años no
es ninguna broma.
_Entre
esas idas y vueltas hubo un momento rock muy emocionante, que fue la
grabación de la canción “Dónde estás”, cuando Jaime Urrutia
te convocó a vos a Calamaro y a Bunbury. ¿Cómo fue esa historia?
_Hombre, fue un momento
muy mágico, porque además cada uno de nosotros estaba pasando una
etapa difícil... todos habíamos huido de nuestros respectivos
grupos. Enrique había huido de Héroes, Andrés de Los Rodríguez,
yo de Trogloditas. Y Jaime grababa su primer disco en solitario
después de haber abandonado Gabinete Caligari. Es un momento mágico
porque todos estábamos buscando nuestro propio lugar. Y fue difícil
aceptar que no se podía hacer una gira conjunta. Yo sigo creyendo
que es posible; al menos por parte de Andrés, por parte de Jaime, y
por mi parte. Sé que Andrés dijo hace poco que quería reunirse
conmigo y con Jaime. Y yo insisto: me haría mucha ilusión poder
trabajar juntos. Sería algo hermoso. Insisto: es que aparte de lo
musical nos une una amistad muy grande. Si es que ahora tú me estás
haciendo una entrevista a mí y yo vengo de un estudio de grabación,
donde he estado trabajando con Jaime Urrutia en una canción para mi
nuevo disco... Y cuando Andrés estuvo en Barcelona, hace algunos
días, me dedicó su último concierto. ¿Entiendes lo que quiero
decir? Es algo que va más allá de lo musical. Nos queremos mucho
porque en momentos muy difíciles hemos estado muy unidos. Y no a
nivel musical, sino a nivel personal. Y eso se valora mucho. Y
cuantos más años tienes lo valoras más.
_A
nivel musical estarían conformando un triángulo Buenos
Aires-Madrid-Barcelona que es potentísimo.
_En ese sentido creo que
es muy acertado, porque el rock castizo de Jaime Urrutia, el rock
argentino de Andrés... Yo siempre digo “rock argentino”. No es
que odie la palabra “rock latino”, pero es que lo de latino lo
están metiendo a todo, ¿entiendes? Entonces se está empezando a
desvirtuar esa palabra.
_Deberías
escuchar una canción de Cuarteto de Nos que se llama “No somos
latinos”, que es una declaración de principios...
_Pues mira: puedo
firmarla sin haberla escrito. A mí me hace mucha gracia, porque
siempre he dicho que mi música entronca evidentemente con Uruguay,
con Argentina, con Chile, y que resulta mucho más difícil que se
entienda en México, por ejemplo, o en el sur de Estados Unidos, en
Miami, todo eso. Yo siempre utilizaba una apreciación muy divertida
que explicita ese nosotros, de ese mundo latino, mediterráneo, que
paradójicamente hoy no es para nada “latino”. Yo decía: “Julio
César jamás fue a Miami”. Era mi forma de decir que están
utilizando una palabra que para nosotros significa otra cosa: un
barrio de París, la fusión del tango con la música francesa. Eso
era para nosotros la música latina. Entonces, cada vez que llaman
“latino” a Shakira o a Ricky Martin, digo: “Pero, ¿qué
tiene que ver esto con mi cultura?”. Nada. Queda mal que yo lo
diga, porque cuando lo digo, en España se entiende muy raro. Dicen:
“ya empieza Loquillo con esos discursos”.
_Digamos
que políticamente incorrecto... pero dolorosamente cierto.
_Así es.
_¿Así
que has vuelto a grabar con el amigo Jaime? Él tiene buenos
recuerdos de Montevideo, de una ilustre noche que compartió escena
con la gente de Cadáveres en BJ.
_Él me ha estado
hablando. Me ha dicho: "Montevideo es la ciudad más bonita que he
conocido". Lo digo porque me lo ha dicho él, ahora mismo, hace un
rato. No sé qué le disteis, pero él lo dice. ¿Entiendes lo que te
quiero decir? Si lo dice él, pues me lo tengo que creer. A mí me
apetece muchísimo, además... Ya sabes que todos los grupos
españoles, o muchos grupos españoles, tienen mucho interés en
tocar siempre en Argentina. Pero yo prefiero empezar por Uruguay,
porque las cosas grandes tienen principios pequeños. Normalmente los
grupos muy jóvenes cruzan el charco y van a tocar a Buenos Aires.
Pero estamos hablando de un artista que ha vendido dos millones de
discos y que tiene 46 años. Comprenderás que las aventuras a estas
edades se ven de otra manera, y evidentemente no vengo con ningún
afán conquistador ni con ningún afán de decir “mira qué
chulo soy”. Después de treinta años de carrera, como tú
comprenderás, uno va porque quiere, no porque quiera conquistar
nuevos mercados. Porque sabemos que tanto en Uruguay como en
Argentina tenemos miles de fans que nunca nos han visto.
Entonces piensan de nosotros una cosa, o piensan de mí una cosa muy
determinada, y por fin van a verlo. Yo creo que para mí también es
una manera de decir: “sé que habéis estado ahí mucho tiempo,
creo que merecéis que al menos conozcáis al artista”. No es
una actitud de grupo veinteañero de decir “qué bien, voy a a
conocer un país nuevo”. No, vengo porque ya está bien. Si con
46 años no voy a tocar en Uruguay y Argentina, bueno, pues que me
dedique a otra cosa. Ése es un poco el asunto.
_¿Vas
a cantar “Cadillac solitario”?
_Sí, claro.
_La
última... ¿cuál es tu novela preferida sobre Barcelona?
_Hombre, te recomiendo la
novela que yo escribí sobre Barcelona, que se va a reeditar el
próximo mes de marzo, porque se agotó y han pasado un par de años
desde entonces. Se llama El chico de la bomba y narra todo lo
que es mi infancia y mi adolescencia en mi ciudad, entre el año 1969
y el año 1980. Ésa es la ciudad que yo conocí... Por otro lado,
también tendríamos que hablar de la Barcelona de la posguerra; hay
autores que pueden dar luz sobre esa etapa concreta... de una
Barcelona de andaluces, aragoneses, vascos, extremeños. Pero si me
dices qué novela puede reflejar Barcelona, pues la mía...
((entrevista publicada en revista Freeway, octubre de 2007))
No comments:
Post a Comment