lo que no alcanzamos a ver


A un museo se va a mirar. No es una regla dogmática ni es tampoco una definición tajante, pero exceptuando instalaciones sonoras o propuestas experimentales muy específicas, el ejercicio de la mirada es factiblemente el que deba estar más entrenado para interpretar las propuestas exhibidas. Se habla de 'artes visuales', lo que condiciona y simplifica el acceso al arte desde uno solo de los sentidos. En pocas palabras: el poder de los que ven, de los que vemos. Sin embargo, hay montajes que desafían las reglas, o simplemente problematizan el esquema tradicional. Algo de eso sucede con la instalación Estar igual que el resto, de Pau Delgado Iglesias (artista que antes firmaba como Paula Delgado).
El espectador ingresa, casi sin preámbulos, en una caja negra. Oscuridad total. Apenas una tenue luz unos metros más adelante invita a avanzar. Se escuchan voces y lentamente empiezan a vislumbrarse imágenes que están muy por debajo de un nivel confortable de penumbra. Se ve pero no se ve. Se alcanzan a ver algunos detalles y sombras, pero nada más, apenas siluetas, formas que no permiten obtener la información necesaria para interpretar lo que se ve. Entonces, no se ve. Entonces, lo mejor es escuchar, inquietarse por alguna luz que incomoda pero que no dice nada relevante y solo aumenta -en todo caso- cierta confusión. Lo mejor, como se dijo, es escuchar. Nos queda ese sentido, como espectadores, para absorber fragmentos alternados de testimonios de personas ciegas, todas ellas hablando en torno a cómo imaginan lo que no pueden ver, específicamente a los otros, al otro, a los afectos, a los cuerpos, al sexo.
Estar igual que el resto es el montaje al que llega Pau Delgado, en colaboración con la curadora Andrea Giunta, de un trabajo de recopilación de entrevistas a personas ciegas que le llevó algunos años. Pero ese mismo montaje debe entenderse también como un corte propositivo, paradojalmente museístico, de una investigación que va bastante más allá de una serie de entrevistas grabadas en video y exhibidas en la más completa penumbra. Porque esta obra de Pau Delgado Iglesias se conecta con desarrollos anteriores que reflexionan sobre la mirada social, sobre la cosificación del cuerpo, sobre la construcción de identidades, sobre el uso (y abuso) del poder. No debe olvidarse que de sus primeras obras cuestionando los estereotipos femeninos, la artista pasó a trabajar con identidades masculinas en la serie Cómo sos tan lindo, en la que aborda la relación de los hombres con su cuerpo y su belleza a través de fotografías y entrevistas a hombres realizadas en habitaciones de hoteles de distintas ciudades del mundo. Otra de las series que realizó, en formato de artista/activista, es la de los afiches callejeros de los Rituales feministas para la salud social, fotografías de cuerpos masculinos que llevaban graffiteada en el pecho la pregunta "¿Realmente necesitamos pagar por sexo?".
Es inquietante la aparente contradicción que propone la instalación Estar igual que el resto. La propuesta de Pau Delgado Iglesias va bastante más allá de ver o no ver. Va más allá de lo que dicen los testimonios y la incomodidad de la penumbra. Porque en lugar de encontrar respuestas simples, lo que emerge son más preguntas y dilemas que tienen que ver con el poder, en este caso, que ostentamos los que vemos. Algunas frases quedan dando vueltas, como lo que dice Sofía, una de las entrevistadas: "El verse a través de lo que el otro dice, cuando vos no te podés ver a vos mismo, es muy difícil; porque tu visión de vos en verdad no es la tuya, es la que te hicieron tener de vos a través de los ojos del otro".

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¿Qué te llevó a investigar en la percepción del otro que construyen las personas ciegas?
Pau Delgado Iglesias: Después de venir trabajando muchos años sobre el tema de la mirada, y de cómo nuestros cuerpos y nuestras identidades devienen junto con todas esas imágenes de los medios o del arte y la cultura, me interesaba explorar cómo las personas que nunca vieron conforman sus identidades, sus identidades sexuales y de género, y me interesaba también conocer cómo funciona la atracción cuando la vista no está mediando: todo aquello del amor a primera vista y todas esas cosas que nos dicen...

¿Qué estás buscando en esta investigación, que como toda investigación puede proponerse "explicar el mundo" y encontrarse paradójicamente con circunstancias que ponen en entredicho una teoría o un preconcepto?
P.D.I.: Buscaba aprender otras formas de experimentar la vida, conocer otras experiencias. Y me encontré con que, si bien existen, están muy sofocadas por las formas hegemónicas de entender la vida. En este caso, las personas que ven parecen ser la "voz autorizada", la última palabra que le dice a alguien que no ve si la persona de la que se enamoró es realmente bella o no. De alguna manera, en este trabajo, "las personas que ven" operan como metáfora de quienes tienen el poder de establecer los parámetros a través de los cuales todas las personas miramos. Como plantea la científica estadounidense Donna Haraway, la mirada que tomamos como universal corresponde en realidad a la mirada "del hombre blanco heterosexual de clase privilegiada". Al observar que las personas que nunca vieron se manejan con los mismos parámetros de quienes ven, queda en evidencia la dimensión construida de la mirada, totalmente atravesada por relaciones de poder.

¿Cómo fuiste llegando al video como herramienta, y a utilizar una fotografía oscura, en penumbra, que son apenas reflejos de luz?
P.D.I.: En un momento sentí una saturación de imágenes. A veces siento que la cultura (desde el arte hasta los medios) produce infinitamente las mismas imágenes, imágenes que parten todas desde esta misma mirada totalizante, el falso universal, el "truco de dios", como le llama Haraway, refiriendo a "alguien que mira todo desde ningún lado". Todo se mira desde la lógica de aquel que tiene el poder de mirar, y siento que repetimos todo sin cuestionarnos nada. No soy muy amiga del cine, pero a veces siento que estoy mirando la misma película una y cien veces, las mismas formas de contar, las mismas subjetividades, las mismas formas de filmar, y me aburre enormemente. Por eso quise jugar con la casi ausencia de imagen, algo que te hiciera esforzarte por ver algo, pero donde nunca llegás a ver nada.

((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 08/2019. Fotos: Nacho Jaunsolo))

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