Al
escritor José Arenas le gusta unir elementos que antes estaban
dispersos. Lo hace en su propia obra, como performer que reivindica
el under de los años 80, como autor de poemas, tangos y la novela
Los rotos, pero sobre todo
como activista cultural que prefiere los bordes, los márgenes y las
mezclas impuras. No llama la atención que la historia de #Tango,
proyecto que armó hace dos años con el pianista Álvaro Hagopian y
el cantante Gonzalo Irigoyen, tenga un poco de todo esto. Por ser fan
de Giovanna empezó una fuerte conexión tanguera con Álvaro. Y por
no perderse un homenaje de su amado Horacio Ferrer quedó encantado con un
joven cantante llamado Gonzalo. Dice Arenas que en él descubrió "a un
cantante varón que no era engolado, que no cantaba a lo malevo y que
cantaba tremendo". Se le ocurrió juntar la voz Gonzalo con el piano se Álvaro, y
rápidamente se puso a urdir la trama de Poeta a las tres
de la mañana, sobre la base de
textos de Ferrer y la complicidad de otros artistas: el guitarrista
Jorge Alastra y los bailarines Virginia Arzuaga y Esteban Cortez. Dos
años después de los primeros ensayos del trío, y del buen recorrido del
primer espectáculo juntos, van ahora por La furia al sol.
"Tenemos una visión muy similar de lo que es la música y el
tango", dice Arenas. "Y la primera vez que hicimos este
formato, adrenalina y quizá un poco de soberbia mediante, bajamos
del escenario y nos dijimos: 'somos heavy metal'. Así que por ahora
seguimos y todo lo que pensamos, a futuro, viene de a tres".
***
¿Cuál
es el guión que eligieron para este nuevo espectáculo?
José
Arenas: Esta vez el clima lo dan los tangos elegidos. Elegimos
los tres: yo trato de meter casi siempre temas nuevos o propios,
Álvaro siempre busca algún tema viejo que ha quedado en el olvido
(de hecho gracias a él estamos estrenando un tango de Troilo y
Castillo, del 74, que quedó inédito), y Gonzalo propone siempre
canciones ciudadanas con aire de "tanguez". Así se forma
un Frankenstein con final feliz. Entonces el hilo lo da el hecho de
acomodar textos y temas, orden de los climas, y todo lo demás. Para
ese escribo mis textos y los acoplo a los temas elegidos, o bien
elegimos textos entre los tres que luego digo yo. Así ha sido con
Onetti, Cortázar, Gelman y Eugenio Mandrini. Para este concierto hay
un texto que tiene tres voces. Hacemos performances aunque sea en
lectura. Tratamos de salir del guion clásico de un espectáculo
tradicional de tango donde pueda haber texto-canción y así.
Nosotros intervenimos los temas. Armamos algo nuevo. Y el guion va
saliendo solo.
Piano,
voz y performance... ¿qué textura propone ese formato y cómo se da
el juego de diferentes lenguajes entre ustedes?
J.A.:
En principio nos da la ductilidad de poder ser violentos y delicados.
De cambiar mucho de clima y de hacer combinaciones entre tangos y
textos que varíen mucho. El juego, como te decía anteriormente,
era, al principio más fijo: yo decía, Gonzalo cantaba, Álvaro
tocaba y arreglaba. Hoy vamos por diferentes papeles cada uno.
Integramos todo. Digamos que somos un monstruo de tres cabezas y ya
no tres monstruos.
¿Qué
pasa con el tango, hoy? ¿Qué dicen y siguen diciendo los textos
clásicos, y cómo se resignifica en estos tiempos con nuevas
creaciones?
J.A.:
Los tres creemos que el tango hoy vive, en su fuero interno, un muy
buen momento. Lo hemos hablado mucho y siempre lo discutimos. A veces
variamos en el foco desde donde miramos. Hay nuevos creadores, hay
músicos, cantantes, orquestas. Falta mucha difusión. En la tele, el
tango no existe. Si no es mala palabra, es un adorno en algún
programa, es la "nota de color". En la radio, está
destinado a complacer oyentes que piden siempre los mismos tangos.
Que puede no estar mal, pero a lo mejor, si conocieran otras cosas,
también las pedirían. Nosotros tres asistimos siempre a estrenos de
temas, porque los hacemos nosotros. Y el público los recibe con
entusiasmo. Pero si no tienen dónde seguir escuchándolos, el tema
no queda. Los clásicos, por otra parte, siguen allí, invencibles
algunos, trillados y desgastados otros. A veces encontramos versiones
y arreglos que nos pueden sorprender, pero como dice Esteban Cortez:
"sigue siendo Los Mareados". El tema es que siguen teniendo
gran potencia para aquel que no es tanguero. A lo mejor un
adolescente escucha "Naranjo en flor" y pira. Pero lo
cierto es que los cantantes se encargan de que a los tangueros nos
parezca una condena. La cosa está en integrar lo nuevo. Sí, sabemos
que hay tangos que hoy, en el siglo XXI, ya no tienen sentido. Lo
clásico es lo clásico, y otra cosa es lo viejo.
¿Qué
tipos de cruces se juegan en las invitaciones a compartir el
escenario con Elsa Morán y Garo?
J.A.:
Se trata justamente de lo anterior. Elsa Morán es una institución
en el género, y además la admiramos los tres, tremendamente. Cuando
ella canta aparece toda la tradición, y también la innovación de
su momento, como cuando grabó canciones de Alba San Juan o tangos
nuevos de los 80. De hecho, acaba de sacar un disco de canciones
criollas que tiene, por lo menos, dos temas nuevos. Y Garo es la
tanguez. Es un músico y compositor hiper valioso que tiene, en su
proyecto solista y en los inicios de La Trampa, el conocimiento de la
historia de la música rioplatense. Ahí ponemos en juego el "aire
a tango". Versionamos a Garo y a su vez él hace con Gonzalo una
versión de "Andes 1206", que es una gran canción.
Rockeamos un poco. Necesitábamos beat. Y los invitados son, ambos,
joyas para nuestro espectáculo.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 07/2018))
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